En 1347, durante la Guerra de los Cien Años, Eustache de Saint-Pierre se entregó, con otros cinco ciudadanos más de Calais, a Eduardo III, rey de Inglaterra, para que levantara el sitio de su ciudad. Este es el tema de la escultura que se encargó a Rodin.
El autor, tras descartar el típico monumento con un gran pedestal, optó por situar a los personajes sobre una mínima peana triangular, casi a la altura del espectador, lo que les daba más humanidad. Tampoco forman un único bloque, sino que se trata de seis figuras totalmente exentas, en la que es tan importante la materia que las compone como el espacio vacío que las rodea.
Este aislamiento físico de cada una de las figuras está reforzado por un tratamiento retratístico, que rehuye la idealización, y por las distintas actitudes de los personajes: Eustache de Saint-Pierre, el anciano, conduce con fuerza y determinación al grupo; Jean d'Aire lleva con resolución las llaves de la ciudad, en actitud de vasallaje; Andrieu d'Anders, con las manos a la cabeza, representa la desesperación de la renuncia heroica; Pierre de Wissant, en un momento de duda, vuelve la cabeza atrás mientras su hermano Jacques avanza hacia el destino ineluctable; finalmente, Jean de Fiennes, con los brazos abiertos, simboliza el sacrificio de la juventud.
Intensidad, dramatismo, luminosidad... En cada uno de estos personajes late la emoción de un nuevo romanticismo, pero con el vigor y la potencia expresiva de un artista que cree que el escultor tiene una misión histórica: dar a la ciudad moderna monumentos modernos. En la figura de los seis rehenes amenazados de muerte, Rodin creó una gran variedad de respuestas a una crisis emocional extrema.
Rodin consiguió representar el movimiento con naturalidad y sencillez. La marcha de este grupo, integrado por seis hombres camino del sacrificio, no es una acción comunitaria, sino una suma de individualidades: impulsados por el destino, se arrastran. Para Rodin, la esencia de la belleza estaba en la vida, y su más alta expresión en arte era la figura humana realizándose a sí misma a través de la acción, aunque fuera simplemente caminando.
 

Eustache de Saint Pierre, el anciano, conduce con fuerza y determinación al grupo; Jean D'Aire. Es un estudio para una de las figuras del monumento. Será después el ciudadano que lleve las llaves de la ciudad.
Jacques de Wissant, hermano de Pierre. Pierre de Wissant, volviendo la cabeza hacia su hermano Jacques.