El estilo de Gauguin se ha caracterizado por dibujos planos de colores brillantes contorneados a menudo con tonos oscuros (siguiendo la técnica de los esmaltes cloisonné -cloison son los compartimentos o celdillas en los que se aplican los colores de pasta cerámica) o negros, que combinaban su interés por el arte primitivo y japonés y por las artes plásticas con el closonnisme.
En su obra, la expresión de las ideas, estados anímicos y emociones se alinea con la de los simbolistas literarios, que pretendían "vestir a la idea con su forma sensitiva".
Estos conceptos están expresados en la obra La visión después del sermón. Jacob es una figura simbólica de enajenación y regeneración. Engañó a su padre para robar la primogenitura de su hermano Esaú y la última bendición de su padre Isaac, y se le condenó por ello a vivir lejos de su madre, Rebeca. Pero mediante una serie de sufrimientos aleccionadores y de revelaciones milagrosas, Jacob se reconcilió con Dios y con su familia. Gauguin presenta la escena en la que Jacob lucha con un mensajero de Dios, quien revela a Jacob su nuevo nombre, Israel, antepasado del pueblo judío, y el pintor sitúa el acontecimiento en el paisaje nativo de Bretaña, indicado por la presencia de una vaca y de un manzano. El cuadro une ese mundo con el de la Biblia mediante una aparición que un grupo de campesinos bretones presencian al salir de la iglesia una mañana de domingo.
Gauguin, para transmitir la sensación de aparición, presenta a los grupos en escala desproporcionada: la vaca es demasiado pequeña y los campesinos bretones con sus gorras blancas demasiado grandes. El manzano divide diagonalmente la superficie de la composición, como en un grabado japonés, y la ausencia de sombra y las formas planas, llenas de color y definidas claramente, ilustran sus nuevas ideas de estructura. Gauguin intentó colocar el cuadro en la vecina iglesia medieval de Nizon, creyendo que sería compatible con la atmósfera del antiguo edificio, pero el pastor le explicó que sus parroquianos no comprenderían el cuadro y rechazó amablemente la oferta de Gauguin.
Así trataba él de expresar "lo primitivo" en su obra: "Creo que en estas figuras he logrado reflejar, con sencillez, una maravillosa superstición rústica. Todo es muy intenso. La vaca bajo el árbol es muy pequeña en relación a la realidad (...) creo que en este cuadro, el paisaje y la lucha existen solamente dentro de la imaginación de la gente que está rezando, y como resultado del sermón. Por ello, existe un contraste entre la gente "real" (les gens natures) y la lucha que se produce en un paisaje, desprovisto de naturalismo y fuera de proporción."
De esta forma, Gauguin define su primitivismo en función de la "sencillez", la intensidad y la ausencia de una escala naturalista que caracterizan su estilo pictórico de La Visión. Afirma que sus simplificaciones formales son en sí mismas símbolos de la cultura "primitiva" que representan.
La Visión ha sido descrita a menudo como una obra de ruptura, en la que Gauguin renuncia a su impresionismo diluido, demostrando un primitivismo más radical.