A lo largo de su vida artística Vincent pintó un gran número de autorretratos, su continuo recurso a sí mismo como modelo obedecía muchas veces a una razón práctica: la falta de personas dispuestas a posar para él, circunstancia que lo afligía y que a menudo lamentaba, dado que tenía el retrato por el género principal de la pintura. En este lienzo (arriba), el artista se representa de tres cuartos, vestido de una manera cuidada y elegante, con el cabello peinado hacia atrás, dejando al descubierto la frente. La expresión del rostro es tensa, casi agresiva, y la mirada infunde un cierto temor. Las cejas están contraídas y la boca se pliega ligeramente hacia abajo. Toda la obra está dominada por el color azul, que se refleja en la piel del rostro, los labios y el cabello. Tanto la chaqueta como el fondo están pintados con trazos ondulantes transmitiendo la idea de permanente cólera y angustia, haciendo de este lienzo una de las imágenes que el artista ha producido de manera más dramática.