Van Gogh consideraba este lienzo una de sus mejores obras. En él representa el interior del local del cual era propietaria Madame Ginoux, la mujer retratada como "La arlesiana". Vincent muestra unos personajes aislados y poco cordiales; la actitud de la pareja del fondo del local no es, desde luego, la de dos enamorados, produciendo, por el contrario, una impresión de brutalidad. El centro de la escena, exceptuando la mesa de billar, que proyecta una sombra inquietante, está vacío y en el cuadro domina una sensación general de abandono, mientras que el colorido vivo y estridente comunica una idea de violencia. Tras la organización del cuadro se oculta, sin embargo, una notable cultura: la multiplicación de los espacios, con las dos puertas del fondo y el espejo de la derecha, semeja un recuerdo de la pintura flamenca del siglo XVII e incluso del XV.
El ambiente del café era uno de los temas predilectos de los impresionistas y de los puntillistas y Vincent muestra ser todo menos un artista aislado, ofreciendo una personalísima interpretación de un motivo muy frecuente en la pintura del momento. Dos versiones del mismo tema.