En 1855, ante el rechazo sistemático de sus obras por los jurados de los salones oficiales, decidió abrir un barracón frente a la entrada de le Exposición Universal de París. Lo rotula con el nombre de "Realista" y en su interior expone 43 lienzos, presididos por El estudio del pintor, que define como una "alegoría real de su taller" y donde, con una prodigiosa técnica de empastes, demuestra su talento como paisajista y retratista. En el centro, Courbet se autorretrata pintando un paisaje que le inspira su única musa, la Verdad, bajo la apariencia de una joven desnuda. A la derecha aparecen los admiradores de su pintura: el socialista Proudhon, el poeta Baudelaire y el coleccionista Bruyas; y a la izquierda, el conjunto de la sociedad, explotadores y explotados, de cuyas costumbres debía ocuparse el arte por igual.