La guerra de
independencia griega del dominio otomano cobra fuerza a comienzos de
1820. Y aunque los principales acontecimientos se desarrollaron en la
Grecia continental, otras regiones, como las islas del mar Egeo se
vieron implicadas en la lucha. Las tropas griegas se apoderaron en 1821,
después de cinco meses de asedio, de Trípoli, la capital otomana del
Peloponeso. Cuando la ciudad todavía se mantenía, los griegos, a pesar
de los acuerdos, masacraron a 2.000 mujeres y niños que salían de
Trípoli. Cuando la ciudad fue tomada, las tropas griegas no respetaron
las convenciones militares en vigor para entonces: la guarnición podía
ser pasada por las armas y la ciudad, saqueada; pero los civiles debían
ser perdonados. Este no fue el caso. Cerca de 8.000 personas fueron
exterminadas. Uno de los momentos más crueles de esta guerra ocurrió en
abril de 1822 en la isla de Quíos, situada en el mar Egeo. Para
reconquistarla, se envió unos 45.000 soldados, que desembarcaron a
sangre y fuego en la isla, arrasándola por completo. Hubo 25.000
muertos, 45.000 griegos fueron vendidos como esclavos, incluidos mujeres
y niños, y solamente entre 10.000 a 15.000 escaparon y se pudieron
refugiarse en otras islas del Egeo. Esta masacre de civiles por parte de
las tropas otomanas hizo que la opinión pública internacional se
adhiriese a la lucha del pueblo griego por su libertad e independencia.
Un grupo de intelectuales, artistas y políticos europeos apoyaron con
verdadero entusiasmo la causa griega, entre ellos escritores como Victor
Hugo, Chateaubriand, Alphonse de Lamartine o Lord Byron (que murió en
Grecia). Eugène Delacroix plasmó el horror de los hechos vividos aquel
abril de 1822 en este cuadro presentado en el Salón de Pintura de París
de 1824. |