La idea de construir una gran ciudad universitaria en Madrid nace como consecuencia de la necesidad de modernizar las vetustas instalaciones de la vieja universidad y de hacer frente a la creciente demanda de alumnos dispuestos a cursar sus estudios en la capital. La Universidad madrileña de principios de siglo estaba mal alojada, en antiguos caserones y conventos que recordaban la tradición barroca heredada de la Edad Media; dispersa, en distintas partes del casco antiguo de la ciudad; y sin apenas espacio suficiente para el alumnado. Esta institución es la heredera de la Universidad Central, nacida en 1836 como resultado del traslado definitivo de la antigua Universidad de Alcalá a la capital. A pesar de que el nombre de Universidad Complutense de Madrid no hace su aparición hasta 1970, la modernización de esta institución universitaria comienza durante el primer tercio del siglo XX, con las reformas científicas llevadas a cabo por la Junta para Ampliación de Estudios y con la creación del vasto campus de la Ciudad Universitaria, en las proximidades de la Moncloa. Con el establecimiento de la Ciudad Universitaria se inaugura en España un nuevo modelo de Universidad, basada en la concentración de edificios en torno a un gran espacio, ocupado por pabellones aislados, abiertos y de grandes ventanales, con el fin de asegurar una óptima iluminación y ventilación; en definitiva, una organización más próxima al campus tipo norteamericano que al viejo modelo de universidad europea, urbana y fragmentada.
La Ciudad Universitaria comenzó a construirse en 1927, bajo la dirección del arquitecto Modesto López Otero, en unos terrenos cedidos por el propio monarca Alfonso XIII, uno de los pilares más firmes con los que contó este proyecto durante sus primeros años. La República reimpulsó este plan urbanístico, de tal manera que, justo antes de estallar la Guerra Civil, ya estaban acabados muchos de los edificios, algunos de ellos funcionando, como la Facultad de Ciencias, la Escuela de Arquitectura y el Hospital Clínico; otros, como la Facultad de Medicina o la Residencia para estudiantes, se encontraban en un estado de construcción muy avanzado.
Con la Guerra Civil se paralizarían las obras y, tanto los edificios ya construidos como los que estaban en fase de construcción, se convirtieron en trincheras y parapetos, utilizados por el ejército republicano para la defensa de Madrid; finalizada la contienda, el aspecto que presentaba el campus era desolador, aproximadamente un 40% de las edificaciones habían quedado total o parcialmente destruidas.