Hanson no desnuda a las personas -después de todo el desnudo es un modo tradicional de representación en nuestra cultura-, desnuda la sociedad americana y sus Mujeres en el supermercado (gordas, con rulos, zapatillas, el bolsito y el carro de la compra) son una burla cruel de la mujer americana -occidental-, una crítica al sueño americano y un atentado al buen gusto.
Su galería de horrores contemporáneos no perdona a nadie: soldados de Vietnam, homeless de Nueva York o turistas con zapatillas de deporte, sombrero, pantalón corto y guía dispuestos a huir de la vida cotidiana. Todos entramos en alguna categoría de Hanson.
Cuando las obras están en una sala de exposición, entre los visitantes, el factor sorpresa e incomodo puede ser muy manifiesto.