La técnica de Delvaux es
precisa y seca. Su academicismo, voluntariamente
anacrónico, acentúa por su falsa ingenuidad el erotismo
latente en sus obras. En ellas se representan cuerpos
femeninos estereotipados, mudos y estáticos dentro de un
marco estrictamente definido, al que a veces se añade
una penumbra misteriosa e inquietante, un hombre vestido
(tal vez el doble del artista) que les ignora o les mira
impasible.