Sociedad estamental
 
Portada del Album de Anna Magdalena Bach.

El siguiente texto es un relato autobiográfico de Ana Magdalena Bach, que vivió entre 1701 y 1760. Fue la segunda mujer de Juan Sebastián Bach (1685-1750), que tuvo veinte hijos en sus dos matrimonios; de ellos sólo diez alcanzaron la edad adulta.

"Nuestra familia no cesaba de aumentar y la cuna estaba constantemente ocupada, aunque, ¡ay!, la mano estranguladora de la muerte nos había arrancado de ella a alguno de sus pequeños ocupantes. Hubo tiempos, tengo que confesarlo, en que me parecía cruel llevar hijos en el vientre para perderlos luego y tener que enterrar amor y esperanzas en sus pequeñas tumbas [...]. La mayor de mis hijas, Cristina Sofía, no vivió más que hasta la edad de tres años, y también mi segundo hijo, Christian Gottlieb, murió a la misma tierna edad. Ernesto Andrés no vivió más que unos pocos días, y la niña que le siguió, Regina Juana, tampoco había llegado a su quinto cumpleaños cuando dejó este mundo. Cristina Benedicta, que vio la luz un día después que el Niño de Belén, no pudo resistir el crudo invierno y nos dejó antes de que el nuevo año llegase a su cuarto día. [...] Cristina Dorotea no vivió más que un año y un verano, y Juan Augusto no vio la luz más que durante tres días. Así perdimos siete de nuestros trece hijos, [...] bondadosas mujeres de la vecindad trataban de consolarme diciéndome que el destino de todas las madres es traer hijos a este mundo para perderlos luego, y que podía considerarme feliz y llegaba a criar la mitad de los que hubiese dado a luz."

La pequeña crónica de Ana Magdalena Bach

Calcula la esperanza media de vida de los hijos de Ana Magdalena. Te servirá para hacerte una idea de la que tenían las personas en el siglo XVIII (en la actualidad ronda los ochenta años). Para hallarla tienes que sumar los años que vivieron todos y dividir el resultado entre el número de hijos nacidos. Ten en cuanta que los seis hijos supervivientes de Ana Magdalena murieron a los 38,43, 46, 55, 57 y 62 años, respectivamente. A los que murieron antes de cumplir el año se les asigna el valor 1.
¿Solamente pago yo? ¡A ver...!

"Noventa y dos fuegos [hogares] componen toda nuestra parroquia, que no tiene más de dos leguas de circunferencia; setecientas personas de todo sexo y edad; he aquí, más o menos, el número de sus habitantes, que están todos adscritos a la gleba [terreno]. Situados a siete leguas de distancia del río, alejados de las grandes rutas y de la ciudad en más de tres leguas, no pudiendo tener comunicaciones más que a través de caminos impracticables, nada puede excitar su industria, ni pueden iniciar ninguna empresa lucrativa; no hay entre ellos ningún tipo de comercio, ninguna exportación, ninguna importación. Privados por la escasez de forrajes de las ventajas que reporta el mantenimiento de animales, su único cuidado es el sacar el mejor partido del suelo que les ha visto nacer. ¡Y qué suelo!; un terreno pedregoso, estéril, incapaz incluso de producir sin cultivo la hierba más simple. Dieciséis labradores, si así se puede llamar a ocho o nueve de ellos, que tienen por todo atelaje [equipo] dos débiles caballos, aran todo el año con esfuerzo y riegan con su sudor una tierra ingrata, a la cual no pueden dar el abono necesario y cuyo producto anual ordinario es todo lo más de tres por uno.
Y es, sin embargo, de este débil y único producto, una parte del cual debe necesariamente volver a la tierra, de donde el cultivador está obligado a redimir todos sus censos [pagar sus cargas y tributos], a mantenerse, a alimentar a su familia. [...]
Pero si la condición del labrador es tan dolorosa que es capaz de excitar la compasión del soberano, cuánto más penosa [...] es la del jornalero, para el que cada día de lluvia es un día de hambre, que doblado sobre la tierra desde el amanecer hasta la puesta del sol no puede arrancar de su seno más que el trozo de pan negro que le sostiene hasta el día siguiente, en que está obligado a volver a empezar su trabajo si quiere obtener el mismo salario."

Cuaderno de quejas de la comarca de Bourges (Siglo XVIII)

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