Argentina y las dictaduras
En Argentina se realizaron seis golpes de Estado durante el siglo XX, en 1930, 1943, 1955, 1962, 1966 y 1976. Los cuatro primeros establecieron dictaduras provisionales en tanto que los dos últimos establecieron dictaduras de tipo permanente según el modelo de Estado burocrático-autoritario (EBA). El último impuso un Terrorismo de Estado, en el que se violaron masivamente los derechos humanos y se produjeron decenas de miles de desaparecidos.

EBA. Es un tipo de Estado caracterizado por anular los mecanismos políticos y democráticos con el fin de restablecer un determinado orden social y económico. Una de las características del EBA es la crítica y desplazamiento de "la clase política" tradicional y su reemplazo por una nueva. Las Fuerzas Armadas cumplen un papel fundamental en la conformación de los EBA, reestructurando el Estado con criterios militares.

Golpe del 24 de marzo de 1976
El 24 de marzo de 1976 una sublevación militar derrocó a la Presidenta María Estela Martínez de Perón instalando una dictadura de tipo permanente (EBA) autodenominada «Proceso de Reorganización Nacional», gobernada por una Junta Militar integrada por tres militares, uno por cada fuerza. A su vez la Junta Militar elegía a un funcionario con el título de «presidente», con funciones ejecutivas y legislativas. El Proceso fue gobernado por cuatro juntas militares sucesivas:
El general Jorge Rafael Videla jurando como nuevo presidente de Argentina el 29 de marzo de 1976, flanqueado por el almirante Emilio Massera, a la izquierda, y Orlando Agosti, a la derecha, tras el golpe militar.
Efectos de la dictadura argentina
El «Proceso de Reorganización Nacional» llevó adelante una guerra sucia en la línea del terrorismo de Estado que violó masivamente los derechos humanos y causó la desaparición de decenas de miles de personas (según los organismos de derechos humanos la cifra se eleva a 30.000).
Su justificación fue el combate de aquellas ideologías, organizaciones o movimientos que pudieran favorecer o apoyar a la "subversion" (al comunismo), en el contexto de la Guerra Fría.
Internacionalmente, la dictadura argentina y la violación de derechos humanos contó con el apoyo activo del gobierno de Estados Unidos (salvo durante la administración de James Carter) y la tolerancia de los países europeos, la Unión Soviética y la Iglesia Católica. Asimismo, en ese momento se instalaron con apoyo estadounidense dictaduras militares en todos los países del Cono Sur de Sudamérica (Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay) que coordinaron entre sí y con Estados Unidos la represión, por medio de una organización terrorista internacional denominada Plan Cóndor.
Montoneros / AAA
El grupo Montoneros fue una organización guerrillera argentina de la izquierda peronista que desarrolló la lucha armada entre 1970 y 1979. Se propuso instaurar un "Socialismo Nacional", al que consideraban la evolución natural del justicialismo peronista. Si bien durante sus primeros años recibieron el apoyo de Perón, a partir de 1974 sus acciones provocaron el rechazo de su líder y de los sectores sindicales y políticos ortodoxos, llevándolos a un gradual aislamiento. En 1975, en la clandestinidad, fue declarado "ilegal" por el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón. Fue desarticulado por la dictadura militar.
Fútbol y dictadura
En 1978 el país es sede de Copa Mundial de Fútbol. Diversas organizaciones aprovecharon el evento para denunciar la sistemática violación de los Derechos Humanos. Como contrapartida, la junta militar adujo que las acciones de esos grupos eran parte de una "campaña antiargentina" realizada por el terrorismo. La postura de los medios audiovisuales fue sumarse a la denuncia contra la campaña. La selección argentina gana la copa del mundo. Pero la dictadura comandada por Videla encontró en el Mundial de 1978 el mejor telón para cubrir la obra macabra de la desaparición y la muerte. El fútbol, el entretenimiento, la fiesta, fueron los actores de un circo montado y manipulado por los militares. "Por fin el mundo puede ver la verdadera imagen de la Argentina", dijo con enorme seguridad João Havelange, el presidente de la FIFA, cuando el Mundial de fútbol se ponía en marcha en Argentina en el año 1978. En la imágenes inferiores, equipo argentino que jugó la final; el general Videla entregando la copa al campeón. Más abajo, Maradona sosteniendo la Copa del Mundo juvenil, obtenida en 1979, escuchando a Videla que les explicaba las bondades de vivir en un país como el argentino y su reflejo en el desempeño deportivo.
La recuperación de la democracia
La derrota en la Guerra de Malvinas obligó al régimen militar a convocar a elecciones democráticas. Sin embargo las violaciones masivas a los derechos humanos realizadas entre 1976 y 1983, así como una larga tradición de golpes militares, harán sumamente complejo el proceso de transición a la democracia, con reiteradas insurrecciones militares. En 1989, por primera vez desde 1916, un presidente de un partido entregó el poder a un presidente de otro partido. La situación volvió a repetirse en 1999, mostrando una notable consolidación de la democracia en Argentina.
Desaparecidos por la dictadura argentina
Desaparecidos por la dictadura argentina es el nombre con que se conoce a las personas que fueron víctimas del crimen de desaparición forzada durante el gobierno militar de la Argentina entre 1976 y1983. Se lo considera como un delito de lesa humanidad imprescriptible.
En este periodo se impulsó la persecución, el secuestro, la tortura y el asesinato de manera secreta y sistematizada de personas por motivos políticos y religiosos en el marco de lo que se conoce como el Terrorismo de Estado en Argentina. Esas prácticas también se utilizaron en otras dictaduras de América del sur y Centroamérica.
El Estado totalitario recurría a este método para buscar la impunidad al dificultar la prueba del cuerpo del delito, el desconocimiento del destino de los desaparecidos infunde terror en las víctimas y en la sociedad y la falta de certeza acerca de lo sucedido dificulta la acción de los ciudadanos y favorece su división. La desaparición es lo que vuelve al opositor un homo sacer, es decir una persona que puede ser asesinada impunemente.
El sistema de desaparición de personas fue racionalizado por primera vez por el nazismo, a partir del Decreto Noche y Niebla (Decreto Nacht und Nebel) de Hitler, del 7 de diciembre de 1941.
Las detenciones eran realizadas comúnmente por militares o paramilitares fuertemente armados que se movían en automóviles en grupos de entre cuatro o cinco personas. Previamente, acordaban con las fuerzas de seguridad la liberación de la zona donde iban a actuar. Atrapaban a las víctimas en la calle, en bares, cines, en sus casas o en el lugar donde se encontraran en ese momento. Una vez detenidos eran trasladados a un centro clandestino de detención (se estima que funcionaron hasta 610) donde se los interrogaba mediante un régimen de tortura sistemática. Finalmente, en la mayoría de los casos, fueron asesinados y sus cuerpos hechos desaparecer mediante los denominados vuelos de la muerte, sepultados en fosas comunes, o como N.N. Ahora se sabe que la mayoría de las víctimas eran jóvenes menores de 35 años, de profesión obrero o estudiante,
La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, creada al finalizar la dictadura tuvo por misión principal recibir denuncias en forma directa de víctimas y allegados, y elevarlas a la Justicia civil. La cantidad de desapariciones relevada por ese método fue de 7.380. La Secretaría de Derechos Humanos de la Nación continuó recibiendo denuncias que elevaron la cifra a 8.961 personas. Grupos defensores de los derechos humanos como las Madres de Plaza de Mayo y el Servicio Paz y Justicia, afirman que hubo 30.000 desaparecidos.
El propio general Videla argumentaba la necesidad de hacer desaparecer a las personas. Lo podemos leer en un reportaje realizado por la periodista María Seoane.

No, no se podía fusilar. Pongamos un número, pongamos cinco mil. La sociedad argentina, cambiante, traicionera, no se hubiere bancado los fusilamientos: ayer dos en Buenos Aires, hoy seis en Córdoba, mañana cuatro en Rosario, y así hasta cinco mil, 10 mil, 30 mil. No había otra manera. Había que desaparecerlos. Es lo que enseñaban los manuales de la represión en Argelia, en Vietnam. Estuvimos todos de acuerdo. ¿Dar a conocer dónde están los restos? Pero ¿qué es lo que podíamos señalar? ¿El mar, el Río de la Plata, el Riachuelo? Se pensó, en su momento, dar a conocer las listas. Pero luego se planteó: si se dan por muertos, enseguida vienen las preguntas que no se pueden responder: quién mató, dónde, cómo.

Seoane, María (2001), El dictador, Buenos Aires: Sudamericana, pag. 215

Bebés desaparecidos
El robo de bebés fue una práctica sistemática de la dictadura argentina: cerca de 500 hijos de prisioneros políticos habrían sido secuestrados y adoptados de manera irregular por familias de militares. “La dictadura en Argentina tenía la práctica de desaparecer a los militantes políticos que tenían posturas de enfrentamiento con el régimen dictatorial. Al momento de producirse el secuestro de la pareja de militantes con un bebé pequeño, se lo quedaban y lo entregaban a alguna de estas familias de militares. En otros casos, si la mujer que era secuestrada estaba embarazada, la mantenían con vida hasta que se produjera el parto y ese bebé era dado a una de estas familias, mientras que la madre era asesinada”.

Carla Artés, nieta recuperada por las Abuelas de Plaza de Mayo, besa a su abuela

La Madres de Plaza de Mayo
Las Madres de Plaza de Mayo es una asociación argentina formada durante la dictadura de Videla con el fin de recuperar con vida a los detenidos desaparecidos, inicialmente, y luego establecer quiénes fueron los responsables de los crímenes de lesa humanidad y promover su enjuiciamiento. La iniciativa se debe a madres de detenidos y desaparecidos el 30 de abril de 1977 en Buenos Aires. Su objetivo era poder tener una audiencia con el presidente Videla. Para ello se reunieron en la Plaza de Mayo y efectuaron una manifestación pública pacífica pidiendo saber el paradero de sus hijos. La elección de la Plaza de Mayo se debe a que está situada frente a la Casa Rosada, sede de la Presidencia y lugar donde tradicionalmente se han efectuado manifestaciones políticas.
La idea surgió mientras el grupo inicial de madres estaba esperando que las atendiera el secretario del Vicario Castrense. Una de ellas propuso: «Individualmente no vamos a conseguir nada. ¿Por qué no vamos todas a la Plaza de Mayo? Cuando vea que somos muchas, Videla tendrá que recibirnos». Ese mismo día, 14 madres iniciaron una jornada a la cual, con el paso del tiempo, se acercarían otras madres afectadas. Desde entonces, todos los jueves repetirían una caminata (originada cuando las fuerzas de seguridad les exigieron «circular» por causa del estado de sitio) alrededor de la pirámide central de la plaza. La presencia de las madres en la Plaza era conocida por comentarios de boca en boca, puesto que así como no existían los «desaparecidos» para la prensa, tampoco existían las Madres. Al tercer día se cambió el viernes por el jueves. Acordaron que fueran los jueves de 15:30 a 16:00 h por ser un día y una hora en la que transitaba mucha gente por la Plaza. Ellas permanecían en grupo y de pie sin caminar. Fueron los policías que custodiaban la plaza quienes les indicaron que marcharan de a dos porque como el país estaba bajo estado de sitio estaban prohibidos los grupos de tres o más personas. Por lo tanto y dadas esas condiciones, comenzaron las marchas alrededor de la pirámide de Mayo, símbolo de la libertad. Para reconocerse, comenzaron a usar un pañuelo blanco en la cabeza hecho en un principio con tela de los pañales que se usaban para bebés, representando así a los hijos. Ese pañuelo se convirtió en su símbolo. Las Madres intentaron dar a conocer sus dramas y así participaron de marchas religiosas numerosas y populares en las cuales era conveniente que pudieran reconocerse.
En diciembre de 1977 desparecieron 12 personas ligadas a estas madres. A pesar de ello, las madres continuaron la lucha, hasta hacerse reconocibles durante la realización del Mundial de Fútbol de 1978 en la Argentina, cuando periodistas internacionales empezaron a entrevistarlas y dieron a conocer su movimiento.