La familia imperial rusa

Familia del zar Nicolás II (1913). De izquierda a derecha: Olga, María; Nicolás II, Alejandra Romanova, Anastasia, Alexey y Tatiana.

Procesión religiosa con la participación de la familia real. La monarquía y la Iglesia Ortodoxa Rusa estaban íntimamente ligadas.

La guerra ruso-japonesa (1904-1905)
La guerra ruso-japonesa (1904 -1905) fue motivada por el choque de intereses que ambos países tenían en China (Manchuria) y Corea. Miles de soldados rusos marcharon a morir en una sangrienta contienda que estaba casi perdida de antemano. Al poco tiempo se agotaron las arcas del Estado y una feroz crisis económica vino a rematar la depauperada vida de los rusos. La victoria de Japón sobre un país europeo -la primera vez que ocurría- impactó sobre la conciencia europea (no hay que olvidar que en esta época empieza a desarrollarse el colonialismo) y elevó al país nipón a categoría de potencia mundial, después de haber finalizado su occidentalización unos años atrás. La derrota de Rusia en 1905 contribuyó a una pérdida del prestigio del zar, que empezó a ser cuestionado. Arriba, portada de la revista satírica española Cucut del 18 de febrero de 1904. Rusia y Japón se disputando el reloj y el monedero que habían robado en China.
¿Conseguirá Japón librarse de los tentáculos rusos del monstruo que amenazan a Corea y Manchuria? Japón está  preparado para tratar la situación como esto merece. Material gráfico no datado. Fecha tomada de periódico.W.K. Haselden, Daily Mirror, 9-2-1904

El oso ruso, Fondos del Estado ruso; el samurai japonés, Deuda del Estado japonés.
Descontento interno traducido en sátiras

Mientras el Zar y su ejército luchaban contra Japón, en el interior de Rusia los nihilistas rusos se encargaban de sembrar un poco de inestabilidad.
El Zar Nicolás II, caracterizado de búfalo (?), llorando ante las revueltas que se sucedieron en Rusia durante 1905. Tres razones convergieron: la inapelable derrota en la guerra contra Japón, los deseos (frustrados el Domingo Sangriento) de una mayor liberalización democrática y los inicios de la actividad del Partido Comunista ruso. 1905 fue un mal año para la dinastía que reinaba en Rusia. El dibujo es de W.K. Haselden, y fue publicado en el Daily Mirror el 3 de noviembre de 1905.

Burgueses, sacerdotes y campesinos ricos tiran del carro del zar, cuyo autoritarismo está simbolizado en la horca y su poder absoluto en una enorme corona.

El zar, el sacerdote y el hombre rico marchan sobre los hombros de los trabajadores. Litografía pintada por A. Apsit en 1918.
 El final de la dinastía Romanoff

El rey y su séquito trabajando en el campo en Tobolsk, donde estaba recluido.

El zarevich (primogénito del zar y heredero al trono) con tres de sus hermanas tomando el sol en Tobolsk.
 

En julio el desenlace se acerca, miembros del Soviet de los Urales viajan a Moscú asustados por la proximidad de la legión checoslovaca, entonces del lado de los ejércitos blancos zaristas. Estos avanzaban desde Siberia con rapidez y se acercaban peligrosamente a Ekaterimburgo, por lo que Lenin y Sverdlov, responsable de interior, tras consultar al Soviet Central, deciden ejecutar a los Romanov. Convergen varias razones, era evidente que los blancos podían rescatar al zar y eso sería terrible para la revolución, en segundo lugar, mantener con vida a los miembros de la familia imperial era dejarles un estandarte viviente a los blancos, como afirmaría más tarde Trotsky en sus Diarios.
El segundo jefe de la Cheka de los Urales, Yakov Yurosky, era el responsable de la custodia de la casa Ypatiev y él mismo se encargará posteriormente de la ejecución.

Casa Ipatiev en Ekaterinburg. Allí condujeron los bolcheviques a la familia real, allí vivirán sus últimos días y allí serán ejecutados. El 17 de julio de 1918, con un pelotón de soldados, la mayoría no rusos, letones y húngaros. Yurosky actuará durante la media noche. Despiertan a la familia, les ordenan vestirse y hacer el equipaje como si fueran a ser trasladados. Todo el día se habían oído los disparos cercanos de las tropas blancas. Son todos conducidos al sótano: los zares, los criados, el doctor, las hijas y el zarevich. Algunos hombres se niegan a participar, pero poco después unos doce guardias armados con pistolas y fusiles con bayoneta penetran en la habitación y acribillan a balazos a las once personas. Cada uno tenía un objetivo sobre el que disparar, evitando así mucha sangre y aumentando la rapidez, pero a pesar de todo el zarevich debe ser rematado con un disparo en la cabeza por el propio Yurosky. Una criada sobrevive, siendo perseguida por la habitación y pasada por la bayoneta.

 El comunicado que sentencia la vida de los zares quedó para la posteridad:
"Decisión del Presidium del Consejo de Diputados, Obreros, Campesinos y Guardias Rojos de los Urales:
En vista del hecho de que bandas checoslovacas amenazan la capital roja de los Urales, Ekaterimburgo, que el verdugo coronado podía escapar al tribunal del pueblo (un complot de la Guardia Blanca para llevarse a toda la familia imperial acaba de ser descubierto) el Presidium del Comité Divisional, cumpliendo con la voluntad del pueblo, ha decidido que el ex zar Nicolás Romanov, culpable ante el pueblo de innumerables crímenes sangrientos, sea fusilado.
La decisión del Presidium del Comité Divisional se llevó a cabo en la noche entre el 16 y 17 de julio".

Tras la caída de la Unión Soviética, se declara que se han localizado los restos de la familia. Rusia recuperaba entonces su historia, su bandera, y reaparecía con fuerza la Iglesia Ortodoxa. En 1991, con Boris Yeltsin en el poder como Presidente de la nueva Federación Rusa, se creaba una comisión y se exhumaban los cadáveres. Se efectúan todo tipo de pruebas, incluidas la de ADN, e  intervienen laboratorios de Estados Unidos y el Reino Unido que certifican que los restos son los del zar, la zarina, tres de las hijas y sus sirvientes. Faltan los cuerpos de la gran duquesa Maria y del zarevich Alexis. Se realizaron con todo el boato unos funerales de Estado, aunque la Iglesia Ortodoxa no aceptó en ese momento los hechos y los cuestiona., por eso en la ceremonia celebrada en la catedral de San Petersburgo no se pronuncian sus nombres. Dos años después, en agosto del 2000, la Iglesia los da definitivamente por fallecidos y los canoniza como mártires de la fe a manos del comunismo: "por su resignación y docilidad frente al martirio". Refrendaba así lo que con anterioridad, en 1981, la Iglesia Ortodoxa Rusa en el exilio ya había hecho. Desde 1998 sus restos reposan en la cripta imperial de la Catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo, en el lugar donde yacen tradicionalmente los zares de Rusia.
En agosto de 2007 se localizan los cadáveres que faltaban y en el mes de abril del 2008 se obtienen pruebas genéticas realizadas por laboratorios americanos que así lo corroboran.