EXPEDIENTE PICASSO
Hace 90 años la Comisión Picasso publicaba las conclusiones del expediente que el general de brigada Juan Picasso, tío del conocido pintor, había entregado en abril al Parlamento; un abultado informe de 2.433 folios. En él se consignaban los desastrosos acontecimientos acaecidos durante el trágico verano del año anterior en el Rif, norte de Marruecos, conocidos ya como el “desastre de Annual”. El expediente estalló como una bomba en el seno del ejército, a pesaGeneral Juan Picassor de que al general se le habían impuesto numerosas trabas, para limitar su marco de acción a la hora de investigar las actuaciones de oficiales y Alto Mando.

Para comenzar, sus pesquisas cifraban las bajas en una escandalosa cifra, más de 10.000 soldados caídos en apenas 15 días, del 17 de julio al 9 de agosto, tras una serie de asedios y penosas retiradas. La opinión pública se encendió definitivamente tras el informe que se acabó filtrando a la prensa; las campañas de Marruecos eran una sangría que estaba diezmando una generación. Los muertos eran la gota que colmaba el vaso de un conflicto que enfrentaba además a las clases sociales ya que los más pudientes podían evitar la llamada a filas mediante el abono de una cantidad.

Todo había comenzado el 17 de julio del año anterior, cuando las tropas rifeñas de varias harkas al mando de Abd el Krim atacaron y asediaron la posición de Igueriben, un “blocao” con una guarnición de 350 hombres a escasos kilómetros del campamento de Annual, donde se encontraba el grueso del ejército. Durante cuatro días los soldados al mando del comandante Julio Benítez aguantaron un cruel hostigamiento, agravado por la falta de víveres y agua. El agobiante calor del verano marroquí asfixió a unos soldados que aislados, sin agua, acabaron por beberse la colonia, la tinta y hasta sus propios orines, mientras esperaban desesperados una columna de socorro desde Annual, que nunca llegó.
General Silvestre
Igueriben era la muestra más palpable de la incompetente planificación del general Manuel Fernández Silvestre, jefe de la Comandancia de Melilla y de la operación que había llevado al ejército español a avanzar hasta la posición de Annual, con el objetivo de ocupar la bahía de Alhucemas antes del día de Santiago, el 25 de julio.

Silvestre había ido avanzando sin tomar precauciones, con una deficiente intendencia y estableciendo posiciones defensivas conocidas como “blocaos” que en su mayor parte eran una trampa mortal, ya que estaban aislados y carecían de suministros básicos, como el agua, que dependía de una serie de convoyes difíciles de llevar a cabo debido en ocasiones a lo accidentado del terreno.

Desde Annual el general Sivestre fue incapaz de socorrer al comandante Benítez sitiado en Igueriben. Esa misma tarde era su propio campamento el que estaba rodeado por los rifeños en proporción de cuatro a uno. Silvestre ordenó la mañana del 22 de julio que los 5.000 soldados de Annual -al que se le habían unido diferentes guarniciones de posiciones cercanas- emprendieran la marcha hacia Melilla.

El repliegue ordenado se convirtió rápidamente en una penosa retirada primero y en una trágica desbandada después. Oficiales y tropa huyeron despavoridos en confuso tropel a través de los desfiladeros de Izummar camino hacia la fortaleza de Dar Drius, mientras eran acribillados desde las alturas por los rifeños. Alrededor de 2.500 hombres murieron en unas pocas horas. Silvestre, según algunas versiones, se suicidó en su tienda en las primeras horas. No se pudo comprobar porque su cuerpo no apareció nunca

Los cerca de 3.000 supervivientes, a los que se les había unido efectivos de todas las posiciones cercanas en el camino hacia Melilla, llegaron días después, el 29 de julio, al fuerte de Monte Arruit, a unos 30 km de Melilla. Sería lo más cerca que jamás estarían. Tras un nuevo asedio de diez días, el general Navarro, segundo de Silvestre, rindió la posición con la autorización del general Dámaso Berenguer, Alto Comisario de Marruecos. Fueron masacrados. Apenas salvaron la vida 60 hombres que fueron hechos prisioneros en su mayoría.

El general Picasso se hizo cargo de la investigación el 15 de julio, apenas seis días después de la matanza de Monte Arruit. Pronto se encontró con la oposición del Alto Comisario de Marruecos, el general Dámaso Berenguer, superior del general Silvestre, que no quería que se depuraran responsabilidades en el Ato Mando y para lo cual pidió al ministro de la Guerra que protegiera la información como materia de seguridad del estado.

El ministro accedió, pero Juan Picasso no se dio por vencido y se trasladó a Melilla, donde tomó declaración a cerca de 80 personas, entre supervivientes, soldados de permiso en Melilla, oficiales, telegrafistas etc. Tras nueve meses de trabajo de campo regresó a Madrid en febrero de 1922 donde puso orden a sus papeles y elaboró el informe final que entregaría al Parlamento el 18 de abril.

El escándalo estaba servido. Los diputados en el congreso mantuvieron agrias polémicas. Se designaron varias comisiones parlamentarias para depurar responsabilidades al más alto nivel, entre las que se incluían las del propio rey Alfonso XIII, amigo íntimo de Silvestre a quien habría animado a avanzar de forma irresponsable para llegar hasta la bahía de Alhucemas. Mientras tanto, seguían llegando muchas filtraciones a la prensa y la opinión pública se inquietaba cada vez más, pues ya se comentaba que pudiera tener responsabilidades el propio rey Alfonso XIII. Aunque la Comisión decidió convocar un Pleno de la Cámara para octubre de ese año, a fin de debatir las responsabilidades, ese pleno nunca se celebró, pues el 13 de septiembre, el general Primo de Rivera dio un golpe de Estado y disolvió las Cortes y abortó así cualquier proceso de depuración. La dictadura enterró así este desagradable asunto, salvaguardó la imagen del rey y acabó definitivamente con las campañas de Marruecos en 1925, tras una alianza con Francia.
Se pensó que el expediente se había perdido o había sido destruido por la Dictadura, pero no fue así. Uno de los diputados lo escondió hasta que llegó la Segunda República, en 1931. El rey fue procesado y condenado “en ausencia” por estos hechos y se pudieron tomar algunos documentos en el antiguo domicilio del dictador, aunque se sabe que se llevó al exilio mucho equipaje relleno de documentos. Durante el gobierno de Franco se dio por perdido este documento. Pero en 1988 se encontró una parte de él en el Archivo del Congreso. La otra parte aún no se ha encontrado.  Tan solo se conocen los siguientes documentos:

 
* El informe final o resumen redactado por el propio general Picasso, correspondiente a los folios 2171 al 2417, fechados el 18 de abril de 1922.
* El informe del fiscal militar, José García Moreno, fechado el 26 de junio de 1922.
* El informe del fiscal togado, Ángel Romanos, fechado el 28 de junio de 1922.
* Una cincuentena de declaraciones de jefes, oficiales, tropa y personal civil, correspondientes a los remitidos al Congreso el 3 de noviembre de 1922.
* Una serie de documentos y telegramas del Ministerio de la Guerra (Primera carpeta y Sección de Justicia), que fueron remitidos al Congreso de los Diputados los dias 3 y 13 de noviembre de 1922.

Según la identificación del expediente que realizó el fiscal militar en su informe de 26 de junio de 1922, faltan por conocer los siguientes documentos probablemente desaparecidos durante el gobierno del general Berenguer:

* Diez piezas principales de un total de 2.148 folios.
* Un anexo de 82 folios referente al Regimiento de Ceriñola núm. 42.
* Un anexo de 203 folios con diversas declaraciones.

Las conclusiones del Expediente Picasso son tremendamente consecuentes; califica claramente de negligente la actuación de los generales Berenguer (Alto Comisario) y Navarro (Segundo Jefe de la Comandancia General de Melilla y tomado como prisionero en Monte Arruit) y de temeraria la actitud del general Silvestre.