CONTUBERNIO DE MUNICH
El Movimiento Europeo (organismo liberal democrático que propugnaba una Europa unida) se reunió en Munich entre el 5 y el 8 de junio de 1962. Participaron 118 españoles, opositores al régimen franquista bien desde el exilio, bien desde el interior. De la reunión fueron excluidos los comunistas y anarquistas. Estuvieron, además, algunos ex ministros de la Segunda República como Salvador de Madariaga (de ideología liberal-demócrata y uno de los organizadores del encuentro) o Gil Robles, líder del partido de la CEDA y por aquel entonces miembro del Consejo Privado de Juan de Borbón. También participaron significados socialistas como Rodolfo Llopis o reconocidos intelectuales como José Vidal-Beneyto, incluso ex falangistas de la talla de Dionisio Ridruejo que ya había conocido previamente la deportación interior por su desencanto con el régimen franquista. Para el historiador Bernat Muniesa, la reunión de Munich fue la primera ocasión en que se abrió el diálogo entre aquellos que se habían enfrentado durante la Guerra Civil.
Al volver de Múnich, los opositores interiores que habían participado en la reunión fueron obligados a declarar en las dependencias policiales. Se les "invitó" a abandonar el país y los que decidieron quedarse fueron multados y desterrados a Canarias. El Régimen, a través del Ministerio de Información, desarrolló una campaña propagandística que pretendía demonizar a los participantes en la reunión al tiempo que se orquestaba una nueva campaña de adhesión al Régimen mediante manifestaciones. El periódico Arriba tituló a toda plana: ¡Múnich a la horca!; otros periódicos no fueron menos hirientes: La Anti-España resucita en Múnich; Unidos por el odio y la traición; Cómica reunión de democristianos, monárquicos de ningún rey, comunistas, anarquistas y separatistas. Y desde el propio Ministerio de Información se bautizó a aquella reunión como El Contubernio ("alianza vituperable en la que participan traidores") de Múnich.
A la vuelta de Munich, Joaquín Satrústegui, Jesús Barros de Lis, Jaime Miralles y Fernando Álvarez de Miranda, fueron deportados a Fuerteventura en 1962.  No fueron los únicos desterrados a Canarias. Íñigo Cavero y José Luis Ruiz-Navarro fueron confinados a El Hierro; Alfonso Prieto, a La Gomera y Félix Pons y Juan Casals, a Lanzarote. Curiosamente, salvo este último -empresario- todos los demás eran abogados o profesores de derecho.
CASO AÑOVEROS

Uno de los problemas que dañan más seriamente la convivencia ciudadana en el País Vasco y que afecta igualmente a la buena marcha de nuestra Iglesia diocesana, es el, así llamado, problema vasco. ¿En qué consiste dicho problema?
Reduciéndolo a lo esencial, puede expresarse de esta manera: mientras unos grupos de ciudadanos, aunque con matices distintos, afirman la existencia de una opresión del pueblo vasco y exigen el reconocimiento práctico de sus derechos, otros grupos rechazan indignados esta acusación y proclaman que todo intento de modificar la situación establecida constituye un grave atentado contra el orden social. (…)
El pueblo vasco tiene unas características propias de tipo cultural y espiritual, entre los que destaca su lengua milenaria. Esos rasgos peculiares dan al pueblo una personalidad específica, dentro del conjunto de pueblos que constituyen el Estado español actual.
El pueblo vasco, lo mismo que los demás pueblos del Estado español, tiene el derecho de conservar su propia identidad, cultivando y desarrollando su patrimonio espiritual, sin perjuicio de un saludable intercambio con los pueblos circunvecinos, dentro de una organización sociopolítica que reconozca su justa libertad.
Sin embargo, en las actuales circunstancias, el pueblo vasco tropieza con serios obstáculos para poder disfrutar de este derecho. El uso de la lengua vasca, tanto en la enseñanza, en sus distintos niveles, como en los medios de comunicación (prensa, radio, TV), está sometida a notorias restricciones. Las diversas manifestaciones culturales se hallan también sometidas a un indiscriminado control.
La Iglesia, para anunciar y hacer presente la salvación de Cristo, en esta situación concreta de la diócesis, tiene que exhortar y estimular para que se modifiquen convenientemente (…) las situaciones en nuestro pueblo (…).

Antonio Añoveros, El cristianismo, mensaje de salvación para los pueblos, homilía leída en las iglesias de Bizkaia el 24 de febrero de 1974.

Aumento de la tensión

Mayo de 1960. 339 sacerdotes vascos firmaron un documento titulado “Los sacerdotes vascos ante el momento histórico actual”. Fue un punto de ruptura por el alto número de firmantes y por las repercusiones exteriores en Europa y América.
Agosto de 1968. Unos cuarenta sacerdotes ocuparon el Obispado de Bilbao durante diez días. A las cuestiones de fondo ya tratadas, querían prohibir la bandera española (considerada un “símbolo de la opresión soportada”) en las iglesias.
Noviembre de 1968. El seminario de Derio fue ocupado por sesenta curas para continuar con sus protestas y denuncias de la situación del pueblo vasco. Se envía una carta al Papa con los puntos que este sector del clero consideraba vital denunciar y cambiar. Aparecía un incremento de la virulencia verbal y una una fuerte radicalización de las peticiones y acusaciones.
19 de setiembre de 1971. Antonio Añoveros es nombrado Administrador apostólico de Bilbao. Las autoridades franquistas esperaban que controlase la situación. Pero su “mandato” resultó aún más polémico que el de su predecesor. Los episodios más conflictivos relacionados con la religiosos vascos se produjeron entonces. Él mismo fue protagonista del más grave. Sorprendentemente, Añoveros se posicionó desde el primer momento, negándose a participar en las ceremonias públicas al lado de las autoridades, ni siquiera el día de la fiesta nacional (el 12 de octubre).
Noviembre de 1973. Ocurre el incidente de la prisión de Zamora, preludio de la crisis que se desencadenaría poco después. El 6 de dicho mes, seis sacerdotes encarcelados en la prisión de Zamora (habilitada para los religiosos) comenzaron una huelga de hambre e incendiaron sus celdas. Tres días después, medio centenar de clérigos invadían los despachos del obispado de Bilbao, en solidaridad con los prisioneros de la capital zamorana. Un hecho similar ocurrió en San Sebastián y la policía procedió a su desalojo en ambos lugares, con los consiguientes incidentes. Así comenzaba el año 1974 en un ambiente cargado de creciente tensión. De hecho, no tardarían en desencadenarse las hostilidades.
Febrero de 1974. El Obispado de Bilbao envió una homilía a las parroquias vizcaínas cuyo contenido defendía los derechos del pueblo vasco y denunciaba la existencia de grandes obstáculos para que éste pudiese disfrutar de los mismos. Texto inicial.
Respuestas al caso

El presidente del gobierno, Carlos Arias Navarro, se vio obligado a responder con contundencia ante lo que creía inaudita salida de tono del obispo de Bilbao, decretando su inmediata detención y dando orden de que fuera expulsado de España. El Gobierno dispuso un avión en el aeropuerto de Sondica, con el objetivo de expulsar del Estado al obispo, con lo que se produjo la crisis más grave que ha existido entre la Iglesia y el Régimen franquista. El obispo manifestó que no abandonaría la diócesis de forma voluntaria, y que solo lo haría, si el Gobierno utilizaba la fuerza, o si el papa Pablo VI le pedía que dejara el obispado.
El presidente de la Conferencia Episcopal, Cardenal Enrique Tarancón, amenazó al gobierno de Arias Navarro con la excomunión fulminante de todos sus miembros en el caso de que se llevara a cabo dicha orden de expulsión, además de la ruptura del Concordato con la Santa Sede de 1953.
El "caso Añoveros" se solucionó por una intervención personal de Franco, que nunca quiso ningún conflicto con la Iglesia, y mucho menos aun en aquellos momentos tan críticos. Al final, el avión que llevaba días en el aeropuerto de Bilbao, dispuesto para deportar al obispo Añoveros a Roma, fue retirado, y el “obispo rebelde” sólo sufrió unos cuantos días de arresto domiciliario mientras se calmaba el revuelo, durante el cual fue visitado por centenares de sacerdotes y otras personalidades próximas a la Iglesia. Durante ese corto periodo de tiempo, Tarancón guardó en su cajón la orden de excomunión de uno de los últimos gobiernos de Franco.

 EL TERROR DE ETA

Viernes, 7 de junio de 1968, en el término guipuzcoano de Villabona, Txabi (Javier Etxebarrieta) mataba a José Ángel Pardines Arcay en el considerado el primer asesinato de ETA en su trágica historia. José Ángel, coruñes de 25 años, natural de Malpica, trabajaba ese 7 de junio de 1968 como guardia civil de Tráfico del Destacamento de San Sebastián en unas obras de la Nacional I (Madrid-Irún) a su paso por Villabona. Por ahí precisamente circulaban en un SEAT 850 coupé (el de la foto) Txabi y su compañero en la banda, Iñaki Sarasketa. El agente, tercera generación de una familia de guardias civiles, echó el alto al vehículo para solicitar la documentación. Una bala en la cabeza procedente del arma de Txabi inició entonces la crónica del primer asesinato de ETA.

El 2 de agosto, ETA acababa en Irún con la vida del policía Melitón Manzanas en un atentado premeditado. Y así...

Total de asesinatos de ETA según el estatus de las víctimas

Civiles 343

Miembros de fuerzas armadaso cuerpos policiales 486, de los cuales,

Guardia Civil: 203
Cuerpo Nacional de Policía: 146
Fuerzas Armadas de España: 98
Policía Municipal: 24
Ertzaintza: 13
Mozos de Escuadra: 1
Gendarmería Francesa: 1
Total
829 personas asesinadas

Asociaciones de víctimas del terrorismo
http://www.covite.org/

 

http://avt.org/

 

                                               www.fundacionvt.org/

Víctimas etarras
El entorno de ETA afirma que, además de las 857 víctimas de la banda terrorista, en su bando hay 474 “víctimas" del llamado 'conflicto vasco' y exigirá al Gobierno que sean reconocidas como tales para poner fin a dicho conflicto. En concreto, quieren que se les considere “fallecidos por sufrir la violencia de los Estados”. Las 474 “víctimas” incluyen a todos los miembros de la banda terrorista y su entorno más próximo muertos desde 1960 hasta la actualidad, los cuáles aparecen en un cartel en el que aparecen los escudos preconstitucional y el actual ensangrentados. A los fallecidos en enfrentamientos con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, incluyendo los GAL, se les suma aquellos que se suicidaron, como fue el caso de Mikel Arrastia, que prefirió arrojarse desde un balcón a ser arrestado por la Guardia Civil en 1988. En la lista también aparecen los que murieron mientras manipulaban bombas o preparaban atentados.