Se trata de un
asunto dramático y moral: la virtud cívica y el heroísmo de los Horacios,
que prestan juramento ante su padre de matar a los Curiacios para obtener
de esta manera la supremacía romana sobre los Albanos (Tito Livio, libro
I, cap. 26). La exaltación de la virtud cívica se lleva a cabo al destacar
el grupo de mujeres de la derecha del cuadro.
Camilla Horacio viste
de blanco, y está desconsolada porque está prometida a un Curiacio.
Sabina Curiacio, vestida de marrón, llora su tragedia como hermana y
esposa. Al fondo, el aya, vestida de negro, tiene a los hijos de un
Horacio y de Sabina.
El cuadro fue pintado para el Ministerio de Bellas
Artes. La Corte de Luís XVI hacía concesiones al nuevo espíritu de la
burguesía y asumía el aspecto de un absolutismo ilustrado: por ello la
administración real encargaba trabajos -preferentemente con una
tendencia moralizante y temas derivados de la historia antigua- a través
del dicho ministerio. No obstante, en este cuadro, la exaltación del
patriotismo y de la virtud cívica en toda su austeridad, la economía
puritana de su composición, iba radicalmente dirigida contra sus
patrocinadores. Su éxito desbordante estaba determinado por el fuerte
sentimiento de oposición contra la desmoralizada Corte y su corrupto
gobierno.
Al mismo tiempo, existe una gran dosis de naturalismo objetivo que
determina su sobrio colorido, su exactitud de detalle, su presentación
clara de objetos simples: el carácter escultural de las figuras era
meramente el resultado de los cuidadosos estudios del modelo -muy distinto
de las figuras esquemáticas y vacías del rococó.
Este naturalismo de David es tan característico del gusto de la burguesía
en ascenso, como su clasicismo; ambos son aspectos inseparables de su
objetivo racionalismo. La combinación de ambos factores fue la causa de su
éxito (cabe recordar que el naturalismo tenía que asumir una forma
clasicista en una composición histórica para poder ser aceptado por el
público de la época).
La luz de este cuadro es una luz teatral, realista, vigorosa, que
define los detalles y personajes que se quieren resaltar. Existe un
cuidado especial en el tratamiento de la luz y el color con el objetivo de
provocar un alto grado de efectismo. Así confiere una gran teatralidad en
la gesticulación de los personajes y de la escena, destaca el protagonismo
dado a los respectivos grupos, remarca los sentimientos (sobre todo en el
grupo de las mujeres) y el brillo de la musculatura masculina, hace
destacar a la figura del padre gracias al color rojo de su capa (por la
intensidad y el impacto cromático).
Este cuadro es la expresión más característica y aguda de la visión de
la burguesía en vísperas de la revolución. Es rígido, simple, sobrio,
objetivo, en una palabra, puritanamente racional. Grupos simples y
líneas rectas organizan toda la composición, haciéndola clara y vistosa.
Este es el método de composición conocido generalmente como clasicista. |