HISPANIA PROTOHISTÓRICA

 

1.- Características

2.- Los fenicios

3.- Los griegos

4.- Tartessos

5.- Los celtas

6.- Arte ibérico

7.- Salir

 


 


1.- Características

La protohistoria es el estadio en el que un pueblo no tiene historiografía propia pero está documentado por historiografía ajena; en el caso de España por las fuentes, primero fenicias, y después griegas. El mapa de la protohistoria de España es similar al de la Italia o la Galia protohistóricas: una sociedad agrupada en torno a unidades tribales que habitaban espacios geográficos concretos con economías basadas en la agricultura, la ganadería y el comercio, tanto entre las distintas tribus como con los mercaderes extranjeros.

La Península Ibérica fue vista por fenicios, griegos y romanos como una unidad, y los habitantes de la España protohistórica, llamada por los griegos y púnicos Iberia y por los romanos Hispania, si bien no tenían conciencia de una unidad política más allá de la meramente geográfica, sí se sentían parte integrante de un destino común, exactamente igual que les ocurría a los galos, o igual que les ocurrió a los griegos. Este sentimiento no lo tuvieron los italianos, hasta que  el pueblo romano llegó al poder. Por esta razón, ningún pueblo galo, hispano o griego tuvo jamás el dominio absoluto sobre el conjunto del territorio "nacional", algo que no ocurrió en Italia.

El primer milenio en la península ibérica es bastante complejo debido a las diversas culturas que en ella se dan durante esta época y con posterioridad, hasta la llegada del mundo romano. Hay que añadir que, junto a lo autóctono, recibimos la influencia de otras culturas. Estas culturas, como la fenicia o la griega, se asientan en las costas del Mediterráneo, mientras que la celta, de origen centroeuropeo, se sitúa en el occidente y la meseta hispánica. Todo este conglomerado, acaba influyendo en lo hoy se conoce como cultura ibérica.
 

 

 

 

Torques de Burela (Lugo)

 


 


2.- Los fenicios

Alrededor del año 5000 o 4000 a.C., un grupo de hombres de origen cananeo, de raza y lengua semítica, procedente del golfo Pérsico o Arabia, se estableció en las costas septentrionales sirio-libanesas, de espesos bosques de cedro. Con ellos podrán construir sus naves y suministrar madera de alta calidad al Egipto faraónico. Según Herodoto los fenicios eran un pueblo "botado al mar por su geografía".
Los fenicios nunca se reconocieron bajo ese nombre, ni tuvieron conciencia de nacionalidad. Nunca existió un país llamado "Fenicia", solo hubo un grupo de ciudades independientes, más interesadas en el comercio que en erigir un imperio. Las cinco ciudades más importantes eran: Arados, Biblos, Birutos (Beirut), Tiro y Sidón.
Alcanzaron su cenit cuando comenzaron a expandir su influencia por medio del comercio y de sus gentes por medio de la colonización, a lo largo del Mediterráneo.

En el arte fenicio concurren elementos de muy diversas procedencias: egipcios, griegos, mesopotámicos, egeos, sirios y micénicos, es decir, fue un arte eminentemente ecléctico. La característica fundamental de este arte fue fundir, asimilar y armonizar en todo original, corrientes artísticas diferentes. Y en esto radica su impotancia, en ser transmisores de otras culturas.

Desde el año 1000 a.C. aproximadamente se tiene noticia de que estuvieron en Gadir (Cádiz) los fenicios, llegados en barco. Es digna de mención la necrópolis de Cádiz. Entre las obras fenicias mejor conservadas se encuentra el sarcófago antropoide de la necrópolis gaditana de Punta de Vaca.

Las colonias púnicas, de origen fenicio y cuyo centro político estaba en Cartago, continúan la obra inicial de los fenicios. Hay que destacar la necrópolis de Puig d’es Molins (Ibiza), centro comercial importante de influencia fenicia, interesante por el gran conjunto de figuras de barro cocido encontradas.
Se ha encontrado, además, un amplio repertorio de collares, arracadas, marfiles, y otros objetos que nos dan cuenta del carácter polivalente de la cultura fenicia.


En la necrópolis ibérica de La Galera, antigua Tútugi, (Granada), aparece una diosa sedente entre dos esfinges con recipientes ante el busto, que es cartaginesa.

Los fenicios siguieron con sus éxitos en oriente hasta el 332 a.C., en que Alejandro Magno tomó Tiro; en occidente, la cultura cartaginesa terminará en 146 a.C., cuando Roma saqueó Cartago.

 

 

 

 


 


3.- Los griegos

La expansión griega tiene lugar durante los siglos VIII-VI a. C. Las excavaciones arqueológicas del sur peninsular confirman la presencia de navegantes de Samos en las costas de Málaga, Cádiz y Huelva en la segunda mitad del siglo VII a. C. Los restos hallados son cerámicas de mesa y de transporte. Serían comerciantes griegos que recalaban en factorías fenicias, en un tipo de intercambio comercial pacífico, favorecido por el propio reino de Tartessos, gobernado por Argantonio. Una vez fundadas las colonias, en casi todos los casos se consideraban autónomas e independientes de la metrópoli. Focea funda Massalia (Marsella, -600), Teliné (Arlés, -500), Emporion (Ampurias, -575), Rhode (Rosas, -500).

La relación de los colonos griegos con los indígenas fue muy distinta según se tratara de una ocupación de tierras para su explotación o de una llegada con finalidad comercial. En las primeras los griegos no solían contar con el consentimiento de los indígenas y en la mayoría de las ocasiones los griegos debían expulsarlos por la fuerza. En las segundas, cuando se trataba de una instalación portuaria con finalidad comercial y sin pretensiones de extensión en el territorio, las relaciones con los indígenas solían ser pacíficas. Las ciudades de Massalia y Ampurias debieron continuar su actividad comercial y el reforzamiento tras la conquista de Focea por los persas en el 545. Esta expansión griega fue mal vista por las potencias rivales de entonces, Etruria y Cartago, que se aliaron para impedir esa expansión. En 540 a. C. se produjo la batalla naval de Alalia, en las proximidades de esta colonia focea en Córcega, cuya principal consecuencia fue la ruina naval de los colonos foceos de Alalia.

A partir del año 540 a.C. Massalia será la ciudad beneficiada por la afluencia de foceos y de griegos de otras ciudades y ampliará su actividad comercial por mar y por el interior continental.

Precisamente, entre el 600 y el 450 a.C. se da la máxima intensidad de contacto con lo ibérico. De este momento son los bronces del arquero, el centauro o el sátiro.

Los hallazgos de obras son frecuentes y obedecen a temas y formas totalmente griegas, como el magnífico Esculapio de Ampurias (Gerona) o la cabeza de Afrodita del Museo Arqueológico de Barcelona. Son importantes también las cerámicas, que señalan una evidente importación de piezas originales y la penetración de la cultura griega en la Península. Todo ello influirá también en la formación del arte ibérico.
 

 

 

Barco griego del siglo VI a.C.


 


4.- Tartessos

Tartessos fue el nombre por el que los griegos conocían a la primera civilización de Occidente. Fue heredera de la cultura megalítica andaluza. Se desarrolló en el triángulo formado por las actuales ciudades de Huelva, Sevilla y San Fernando. Tuvo por eje el río Tartessos, que los romanos llamaron luego Baetis y los árabes Guadalquivir. Sin embargo, nada es seguro, y varios autores tratan de situar el río Tartessos en las bocas del Odiel y el Tinto (ría de Huelva), en el Mar Menor, en las bocas del Guadiana o en el mismo Tajo. Los tartesios desarrollaron una lengua y escritura distinta a la de los pueblos vecinos, y tuvo influencias culturales de egipcios y fenicios.

Este reino de fabulosas riquezas existió según fuentes griegas y romanas en el sur de la Península Ibérica, hasta la mitad del primer milenio a.C. La existencia de la cultura tartesia se ha confirmado arqueológicamente por medio de hallazgos de numerosos objetos y de los famosos "tesoros" como el de Carambolo o el de La Aliseda. Una cuestión aún por resolver es si tenía también una ciudad principal como centro económico y cultural, teoría. La extensión geográfica de la cultura tartesia (Bronce Final evolucionado) abarcó principalmente las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz.

El rey Argantonio es un personaje ya casi histórico y se conoce sobre todo por su longevidad (segunda mitad del siglo VII a.C. hasta primera mitad del siglo VI a.C.). Algunos investigadores piensan que las fuentes antiguas puedan referirse a varios personajes distintos. Bajo su reinado empezó una próspera relación comercial con los focenses. Pero esta época fue de corta duración, y, al parecer, el apoyo de los tartesios a los griegos condujo a su caída. Alrededor del 500 a.C. acaban las noticias de Tartessos. Probablemente sucumbió a causa del expansionismo de Cartago. Herederos de la tradición tartesia fueron los turdetanos. Los romanos, que más tarde vencieron a los cartagineses e invadieron la Península Ibérica, llamaron Turdetania a la región ocupada por aquellos pueblos.

El periodo de mayor esplendor de esta cultura estaría en torno al siglo VII a.C. Su desarrollo hay que ponerlo en relación, como también ocurría con la cultura baleárica, con la cultura del bronce de Los Millares (Almería); a lo que habría que añadir, la influencia fenicia a partir del siglo X a.C. en contactos esporádicos que más tarde se convertirán en relaciones comerciales regulares.
Destaca, de lo conservado, su trabajo en orfebrería. El oro es el material empleado preferentemente. Son importantes los candelabros de Lebrija. Pero sobre todo, destacan el tesoro del Carambolo (Sevilla), con piezas de oro (collar, brazaletes y pectorales de oro), y el tesoro de Aliseda (Cáceres), con trescientas obras del siglo VII y VI a.C.
 

 

 

 


 


5.- Los celtas

A partir del primer milenio, penetran en la Península, procedentes del centro de Europa sucesivas oleadas celtas, de origen indoeuropeo, que introducen la cultura del hierro de Hallstat. A partir del siglo VI y V a.C., una nueva entrada hace su presencia más notable. No fueron numerosos los que llegaron, pero su cultura era muy superior a la que en la Península se daba en pueblos que se podrían llamar autóctonos. Esta presencia celta, que abarca hasta el mediodía y se funde con formas mediterráneas, formará el arte celtibérico, cuyo final se puede situar con la destrucción de Numancia en el 133 a.C.

Se pueden hacer tres grupos geográfico-culturales de características bien definidas:

A) Meseta Central y aledaños

Se conoce un buen número de ciudades en las provincias de Ávila, Salamanca, Zamora y Burgos. Se levantan sobre cerros naturales defendibles, reforzados por recintos amurallados de hasta tres recintos a veces. La más importante de estas ciudades o castros es la excavada en Las Cogotas (Ávila).

Este área cultural tiene pocas manifestaciones artísticas conocidas. La escultura está representada por los verracos, cuadrúpedos con forma de toro o de cerdo-jabalí, y que se suponen tienen un carácter protector (Toros de Guisando, en la provincia de Ávila). Se conserva un buen número de ejemplares. Están trabajados por lo general en piedra dura como el granito.

El embellecimiento de las armas y objetos de adorno (fíbulas, placas de cintos, vainas de puñales, empuñaduras, etc.) muestra un sentido decorativo y técnico interesante. Son temas lineales, geométricos, tales como entorchados, círculos, sogueados, espirales, rombos, etc. Hay un cierto rechazo a la figura humana. Dentro de este tipo de decoración se distingue la de Hallstat y la de La Tène. En el siglo IV a. C. aparece el esmalte aplicado a brazaletes, fíbulas y torques .

La romanización llegó tarde a estas regiones, no obstante haber sido ocupadas, por los menos parcialmente, desde mediados del siglo II a.C.
 

B) Celtiberia

Tal vez una infiltración de elementos ibéricos del valle medio del Ebro hacia el siglo IV o III a.C. se juntó con el celtismo de la provincia de Soria y tierras cercanas, con lo que se dio una cultura mixta. Son los mismos autores antiguos los que dan nombre a este pueblo como celtíberos.

La cultura celtibérica se conoce principalmente por los hallazgos de las excavaciones de Numancia, destruida el 133 a.C. tras un prolongado sitio por parte de los romanos. De la ciudad indígena quedan solo restos escasos y profundos, que yacen bajo el actual nivel de época romana. Pero puede asegurarse que la ciudad romana, en líneas generales, y que es la visible para el visitante hoy, siguió en planta y trazado a la anterior sobre la que se extiende.

Lo que mejor nos da idea del ambiente cultural de los héroes numantinos es la cerámica conocida como numantina, de color más rico que la ibérica.

C) Cultura castreña

Viven en recintos amurallados en la cima de montículos que se llaman castros, como los de Baroña en Porto do Son (La Coruña), Coaña (Asturias), Briteiros (Portugal). En la zona galaico-portuguesa, si son de grandes dimensiones se llaman citanias, como el de Santa Tecla (Pontevedra). Tienen en el interior de las murallas casas ovaladas, rectangulares o circulares. Estas casas presentan una parte baja de piedra, para ser continuadas con barro; se las cubre con ramas de brezo.


En Galicia y Portugal aparecen unos guerreros (Guerreros de Armea) de piedra con escudo y en forma de estela. También se encuentran unas cabezas cortadas, que podrían tener un carácter apotropaico, protector del lugar.
Son interesantes las estelas, tanto discoideas como rectangulares rematadas en curva; tenían representaciones fúnebres, de jinetes, espirales, estrellas, rosetas, etc. (estela de Barros en Cantabria).

Los elementos decorativos celtas hechos en piedra toman motivos del trabajo realizado en alambre de oro retorcido, o de los temas decorativos a base de elementos geométricos circulares realizados con el compás (trisqueles). Una de las obras más interesantes de este trasunto de temas decorativos del metal a la piedra se encuentra en la cisterna de Briteiros (Portugal), en la llamada "pedra fermosa". 

En orfebrería destacan los torques, especie de collares abiertos y rematados en sus puntas con dos apéndices, de oro o de plata. La diadema de Ribadeo, con jinetes, peces y pájaros, es de oro. Se nota en ella la influencia ibérica. Pero también hay otros objetos, como arracadas, cascos, etc. de oro, con una decoración muy lograda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Moneda celtíbera

 

 

 

 

 

 

 

Diadema de Ribadeo

 

 


6.- Arte ibérico

La cultura ibérica es la más importante entre las protohistóricas de la Península. Está situada en la vertiente mediterránea y la alta Andalucía; pero tiene ramificaciones hacia la meseta central y el sureste de Francia.

Abarca desde los siglos VI al I a.C., con un periodo clásico en el sigo IV a.C.
En su origen y desarrollo confluyen tres factores determinantes:

  • la cultura autóctona,
  • las aportaciones de las culturas mediterráneas (púnica y griega, sobre todo),
  • los influjos centroeuropeos que, a través de los Pirineos, llegan con los celtas.

Si en la zona costera de Levante y Andalucía la mayor influencia se debe a las culturas mediterráneas; en la zona interior, el influjo mayor es de la cultura celta. Así se forma una cultura Celtibérica.


Arquitectura

Por las excavaciones sabemos que los poblados ibéricos tenían casas de planta rectangular, con paredes de mampostería y adobe y cubriciones de paja, alineadas en calles estrechas e irregulares. Este material frágil y las sucesivas reconstrucciones de las ciudades hace que nuestro conocimiento de la arquitectura sea débil. Había grandes y ricas ciudades si nos atenemos a las referencias literarias: Mastia (Cartagena ibérica), Onuba (Huelva), Nábrissa (Nebrija), Arunda (Ronda), etc.; pero de ellas no tenemos datos.

Las necrópolis más ricas y suntuosas se han descubierto en el sur de la Península. La más importante es la de la antigua ciudad de Tútugi, cerca del pueblo de la Galera (Granada). Las tumbas más grandes son auténticos túmulos en cuyo centro se encuentra una cámara rectangular a la que se llegaba mediante un dromos o pasillo que, una vez celebrado el sepelio, era cerrado.

También debió ser importante la necrópolis de Tugia, actual Toya (cerca de Peal del Becerro, Jaén), que ha conservado un ejemplo de cámara funeraria hipogea de tipo monumental.

La arquitectura ibérica debía estar en un momento muy primitivo durante las guerras con Anibal, a finales del siglo III a.C. El arte griego, que se rastrea en obras de escultura o cerámica, no trasciende a la arquitectura. No se puede hablar de formas canónicas o de estilos, aunque a veces la decoración nos pueda parecer que se remonta a Grecia o Roma.

Escultura

Los iberos son los pueblos que estaban en esa zona y que crean una cultura: es una forma de reacción de estos pueblos del litoral mediterráneo ante los estímulos exteriores, sobre todo de Oriente, púnicos y griegos. Esta asimilación se produce sobre todo en escultura. Y se da sobre todo en la parte sur y sureste de la Península.

Se pueden distinguir tres momentos en la escultura ibérica:

Es difícil dar fecha para toda la serie de animales, pero podrían ser de época plenamente romana; la mayoría de ellas tendrían un carácter apotropaico, guardianes del reposo de los muertos o de la violencia de los animales.

  • Periodo clásico (450-235 a.C.). En este momento se afirman las peculiaridades indígenas. Si el arte griego arcaico era aceptado por los iberos, tal vez el cambio al arte clásico en Grecia no lo fuera de la misma forma. el vacío dejado por el arte griego se compensa con el púnico. El barroquismo púnico influye en la ornamentación de collares, colgantes, arracadas, diademas, etc. de obras de este momento.

 La Dama de Elche, de finales del siglo V a.C., tal vez sea una divinidad protectora del difunto; el agujero que tiene detrás serviría para contener las cenizas. En la Dama de Baza, de cuerpo entero, se aprecia mejor cómo el ibero se aparta de lo griego. La cabeza es como la de Elche, pero en el resto del cuerpo, se sigue con la frontalidad y el hieratismo. Se ha encontrado gran cantidad de exvotos en el Cerro de los Santos en forma de Damas oferentes, tal vez como la persona real o la sacerdotisa. Suelen llevar ofrendas en un vaso. Aunque la Gran dama oferente presenta calidad, no todas estas obras alcanzan su perfección.

Hay un grupo de cabezas masculinas. Es problemático que solo sean cabezas, pero no han aparecido los cuerpos. Probablemente sean también exvotos. Los exvotos podían ser hechos en piedra o en bronce.

La escultura animalística también tiene lugar (Toro de Rojales, León de Baena).

  • Influencia romana y de La Tene I, a partir del II a.C. El foco de Osuna (Sevilla) es el más interesante. Se distinguen varias escuelas. Alguna es indígena, pero con influencia romana como estímulo. En otros casos, los efectos helenísticos son muy claros; podría ser obra de un romano provincial o de un indígena haciendo arte romano.

En Osuna se encuentran tres ángulos de un friso de un mismo edificio levantado tal vez hacia mitad del siglo I a.C., durante las guerras de Pompeyo contra César. Dos parecen ser incluso del mismo autor.

Más interés tienen otras representaciones de guerra procedentes de Osuna en las que aparece el movimiento; parecen relieves de un edificio (¿arco de triunfo, templo, basamento, trofeo?. Se nota la mano de un escultor provincial romano o de un indígena muy romanizado. ¿Tal vez conmemoraban algo relacionado con las guerras entre Pompeyo y Cesar?. Precisamente Osuna fue tomada por César en el 45 a.C., tras la batalla de Munda.

Cerámica

Con la introducción del torno rápido de alfarero por los fenicios en el siglo VIII a.C. se produce un cambio en la fabricación de la cerámica en el mundo indígena, lo que permite el desarrollo de una de las manifestaciones más características de la cultura ibérica. La peculiares formas y decoraciones de la cerámica ibérica fueron el origen de problemas de datación y clasificación desde el momento de su descubrimiento.

La cerámica ibérica aparece con materiales griegos del siglo V y IV a.C. y romanos del II y I a.C. e incluso posteriores , lo que permitió su datación entre el s VI-V a.C. hasta la romanización. En el siglo VI se da un ibérico primitivo de sabor orientalizante y griego y ático que dura hasta el 450 a.C. aproximadamente. A partir de esta fecha comienza la cerámica ibérica más genuina y dura hasta el 150 a.C. aproximadamente, en que la influencia romana se deja sentir. Sigue una producción marginal vinculada ya a las producciones romanas de la cerámica campaniense, que se caracterizaba por su color negro y por tener las paredes finas y de la sigillata.

La pintura es firme y de bellos colores planos, rojos, negruzos, achocolatados, superpuestos a veces a una imprimación blanca para ganar contraste y efecto ornamental. Se utilizan pigmentos basados en óxidos de hierro, manganeso y aluminio. Las formas son muy variadas: ánforas para el almacén y transporte de cereales, aceite y vino, tinajas para agua o líquidos, grandes recipientes, kalatos, jarros de boca trilobulada o vertedero, platos y tazas. Además, copas derivadas de formas griegas.

Hay como tres grandes núcleos de producción: la zona andaluza, con los alfares de Galera (Granada) y Toya (Jaén); la del sudeste, con Verdolay (Murcia), Archena (Murcia), Elche (Alicante) y Liria (Valencia) como lugares más importantes; la zona del Ebro con sus afluentes, en lugares como Azaila (Teruel) y Tarragona.

Los motivos decorativos son numerosos:

* geométricos, en forma de bandas, círculos, semicírculos concéntricos, líneas onduladas, líneas en zig-zag, entrecruzadas, rosetas espirales, estrellas, rombos, dameros, bandas de eses, geométricos complejos
* vegetales: hojas de hiedra, tallos serpenteantes, frutos de granada, flores esquematizadas.
* zoomorfos: aves con alas, caballos, conejos, jabalíes, lobos, peces, ciervos, toros, perros, cabras.
* humanos: guerreros, mujeres, personajes mitológicos, danzantes, músicos, con todo tipo de armas, herramientas, adornos y vestidos.
Inscripciones: principalmente en cerámica de Liria, o grafitos impresos.
 

 

 

 

Exvotos de bronce

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Guerrero de Porcuna (Jaén)