ESCULTURA MESOPOTÁMICA

 


1.- Período sumerio

2.- Período acadio

3.- Período neosumerio

4.- Imperio babilónico

5.- Imperio asirio

6.- Imperio persa

7.- Salir
 


 


1.- Período sumerio (3500-2340 a.C.)

Los sumerios usan la escultura de bulto redondo muy pronto. Son auténticas imágenes del poder: dioses, soberanos, altos funcionarios, como protagonistas del mundo de poder y de fe. Estas estatuas se esculpen para que sean venerados o para que veneren a través de una presencia que la estatua asegura. La estatua sustituye a la persona, la individualiza mediante la inscripción grabada del nombre del modelo. Cuando esto se asegura, no existe la exigencia de fidelidad al modelo, ni en sus rasgos físicos ni en sus dimensiones. En general son de dimensiones menores de lo normal. La espiritualidad y la dignidad invisten a toda figura constituyendo su signo fundamental. A este proceso de idealización contribuyen las leyes de frontalidad y de geometrismo, básicas para comprender la cultura mesopotámica. Las obras son de autor anónimo.
El administrador Ebih-iI, encontrado en la ciudad sumeria de Mari es una obra clave para entender la escultura sumeria.

El relieve sobre la piedra alcanza un ampio desarrollo. Hace la función narrativa que falta a las estatuas de bulto redondo, permitiendo la combinación de las figuras en escenas. Evocan los grandes acontecimientos de la sociedad, desde los políticos a los religiosos. El relieve tiene una extensa variedad de tipos, a la que corresponden diferentes fórmulas iconográficas. Es general en el arte mesopotámico la falta de perspectiva tal como nosotros la entendemos; no existen, ni el escorzo llamado "focal", que reduce las figuras en relación a la distancia, ni el "axiométrico", que dispone las mismas figuras oblicuamente en relación al espacio.
Esencialmente, son cuatro tipos de relieve mesopotámico sobre piedra: la estela, la placa, el relieve rupestre y parietal y el sello.

La estela aparece ya en época sumeria con las funciones conmemorativas y celebrativas propias de ella. Desde un principio revela la presencia constante de símbolos, como se ve en la conocida como Estela de los buitres del rey Eannatum de mediados del III milenio a. C.
Totalmente autónomo es el relieve sobre placas, difundido en época sumeria y caído después en desuso. Las placas de piedra, agujereadas en el centro probablemente para exponerlas colgando, representan una escena generalmente única, a veces repartida en varios episodios.
A menudo, la escena muestra un banquete, junto con la evocación de un rito solemne, el del año nuevo, la mayor festividad de la antigua Mesopotamia o la construcción de un edificio. Siempre tienen estas placas perforadas una función religiosa, reflejando actos rituales tipificados y emblemáticos. Es el caso de la estela de Ur-Nina.

Una característica de las artes mesopotámicas desde la prehistoria es la representación animalística. El significado del animal es muy variado; pueden simbolizar divinidades, genios protectores, seres infernales. En este bestiario abundan los carneros, toros, bisontes, leones, y, en especial,  una figura híbrida: el hombre-toro. Las formas antropomórficas muestran una gran diversidad a lo largo de la historia mesopotámica.

Los sellos consistían en un cilindro perforado para poder ser llevados al cuello. Los veremos al hablar de la glíptica.

 

 

 

 

 

 

 

 


2.- Período acadio (2340-2200 a.C.)


Frente a los piadosos sumerios se alzan los belicosos acadios, cuyas imágenes nos los representan como fieros guerreros defensores de sus pueblos. Este es el caso de la cabeza de Naran-Sin. No se sabe cómo se produjeron los acontecimientos que pusieron fin a la dinastía sumeria de Kish. Tampoco se conocen las fuerzas que contribuyeron al ascenso de un hombre nuevo, Sargón, de estirpe semita, que habría de fundar una dinastía con control sobre toda Mesopotamia. Sargón decide consolidar las rutas de abastecimiento de su reino, lo que en definitiva le conducirá a una nueva etapa esencialmente militar. El más importante de los sucesores de Sargón es su nieto Naram-Sim, que será también modelo para monarcas posteriores.

 


3.- Imperio neosumerio (2150-2015 a.C.)

La exaltación del príncipe-sacerdote se refleja en las numerosas representaciones del Patesi Gudea de Lagash. Hay hasta una treintena de esculturas de él, todas muy parecidas. Las esculturas de bulto son muy semejantes y están hechas con material duro, normalmente diorita (de color verde o negro) y que genera superficies muy lisas. Los personajes suelen estar sentados o de pie pero siempre con los brazos cruzados sobre el pecho y dos manos abiertas entrelazadas. Van vestidos con manto o toga que cubría todo el cuerpo menos un hombro y un brazo que quedan al descubierto. levan el pelo rapado y sin barba. Suelen tocarse con un bonete o gorro de lana y decorado con ricitos. los ojos se esculpen muy grandes, con rasgos suaves, pómulos marcados y prácticamente sin cuello. Se trata de figuras proporcionadas. En el manto suelen llevar inscripciones.

En relieve se encuentra la estela conmemorativa de Ur-Nammu, el rey que triunfó definitivamente sobre los guti. Está hecha para colocarse en espacios libres por lo que está decorada por ambos lados. Su antecedente es la Estela de los Buitres. Aparecen escenas de paz. Es grande y rectangular pero con la parte superior semicircular. La decoración está repartida en frisos paralelos, que se ven de arriba abajo.

De esta época es el toro encontrado en Telloh, antigua Girsu, capital religiosa de Lagash.
 

  Gudea
 


4.- Imperio babilónico (XVIII-XVI a.C.)

Hammurabi tomó como centro del imperio las antiguas regiones de la Baja Mesopotamia (Sumer y Acad), conocidas desde entonces con el nombre de Babilonia, y logró establecer una verdadera centralización administrativa con un cuerpo de instituciones permanentes (capital, legislación y calendario). Por primera vez en la Historia, puede hablarse de la aparición de un embrión de estado en toda Mesopotamia. La muerte de Hammurabi significó una lenta y agónica decadencia del Primer Imperio Babilónico. La hegemonía babilónica no tuvo un claro reflejo en el mundo de la escultura exenta, ni siquiera en le época de Hammurabi.

La estela de Hammurabi contiene en primer código escrito conservado de la Historia. En lo alto, el rey recibe el dictado de las leyes de labios del dios Samas. Debajo se encuentran los 282 artículos con los que debe regirse la humanidad.
 

 

 

 


5.- Imperio asirio (1340-612 a.C.)

De entre los más de cien reyes asirios, sólo se tiene constancia de dos que hicieran esculpir su efigie en piedra: Assurnasirpal II (883-859) y Salmanasar III (858-824).

Los animales guardianes que protegían templos y palacios contra el mal son una de las muestras más monumentales del arte mesopotámico. Esculpidos en alabastro generalmente, esos lamassu flanquean por parejas las puertas de los grandes recintos. Difícilmente se puede hablar de escultura exenta en relación con estas representaciones. Es un tipo escultórico que requiere el concepto de relieve de bulto redondo, si bien la definición más adecuada sería la de escultura arquitectónica, pues carece de la visión frontal propia del relieve.  Parecen realizados para ser contemplados de frente o de perfil, según se va caminando entre ellos, por eso tienen cinco patas.

En el campo del relieve, los dioses pasaron a ser símbolos o estatuas alzados sobre un pedestal, pero se perdió la comunicación directa entre dioses y hombres. Lo divino se aleja, y el hombre, el rey, afianza su persona dejando constancia de todas sus proezas. El escultor se convierte en un escriba, en un relator de las proezas del soberano; proezas que deben durar por toda la eternidad en todos los pueblos. El relieve asirio es la manifestación artística más importante del Imperio y una de las más notables de la Antigüedad.

Los relieves asirios destacan por las escenas guerras, pero el tema dominante es la caza. Ésta era patrimonio del rey, que la ejercía como símbolo de su poder sobre la naturaleza indómita. Así aparece Assurbanipal II (668-626 a.C.) en el palacio de Nínive, cazando leones desde un carro ayudado por su tropa. También se dan representaciones de un gran boato con desfiles reales, como la del mismo rey en carro. Entre los relieves de Nínive destacan el león y la leona heridos.

La apreciación de los relieves asirios en, con toda, parcial, puesto que no hay posibilidad de admirar uno de sus componentes fundamentales: el color. Los criterios de valoración cambiarían no sólo en los relieves sino también en los lamassu al verlos coloreados.

 

 


 


6.- Imperio persa aqueménida (560-331 a.C.)

Ciro II el Grande, (hijo del persa Cambises y de la meda Mandanes) se proclamará rey de los persas y de los medos, gobernando desde el 559 hasta el 529 a.C.; así creó un imperio que durará hasta que en 331a.C. fue destruido por Alejandro Magno.

Lo más original de la construcción aqueménida es el capitel con que rematan sus columnas, que ya hemos visto en arquitectura. Suele tener forma de corola sobre el que se alza un bloque de cuatro u ocho volutas dobles verticales que, a su vez, soportan dos medios cuerpo delanteros de animales (toros, toros androcéfalos, grifos). Entre los cuernos y los cuerpos de tales animales se asientan las vigas de cedro entrecruzadas que permiten, por su liviandad frente a la piedra, construir grandes vanos, mayores que los egipcios, y al mismo tiempo restringir el número de columnas.

 

El relieve es la mejor expresión de la escultura persa, pues la estatuaria, excepto la animalística en los capiteles que hemos visto, no es utilizada. Los bajorrelieves, igual que pasaba con los asirios, están concebidos en función de las estructuras arquitectónicas. Entre los persas se disponen en los pretiles de las escaleras, en las caras frontales de los basamentos de terrazas, en las jambas de la puertas, lo que constituye un realce de la arquitectura. El tema fundamental en inmortalizar las procesiones de los tributarios, oferentes y guerreros que aluden a los triunfos del monarca sin representarlos, exaltando su poder sobre las naciones del mundo. Estos relieves hoy grises, estuvieron pintados.

Los lamasu de Persépolis tienen cuatro patas.