Una característica de las artes mesopotámicas desde la prehistoria es la representación animalística. El significado del animal es muy variado; pueden simbolizar divinidades, genios protectores, seres infernales. En este bestiario abundan los carneros, toros, bisontes, leones, y, en especial, una figura híbrida: el hombre-toro. Las formas antropomórficas muestran una gran diversidad a lo largo de la historia mesopotámica. Los sellos consistían en un cilindro perforado para poder ser llevados al cuello. Los veremos al hablar de la glíptica. |
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En relieve se encuentra la estela conmemorativa de Ur-Nammu, el rey que triunfó definitivamente sobre los guti. Está hecha para colocarse en espacios libres por lo que está decorada por ambos lados. Su antecedente es la Estela de los Buitres. Aparecen escenas de paz. Es grande y rectangular pero con la parte superior semicircular. La decoración está repartida en frisos paralelos, que se ven de arriba abajo. De esta época es el
toro encontrado en Telloh, antigua Girsu, capital
religiosa de Lagash. |
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Hammurabi tomó como centro del imperio las antiguas regiones de la Baja Mesopotamia (Sumer y Acad), conocidas desde entonces con el nombre de Babilonia, y logró establecer una verdadera centralización administrativa con un cuerpo de instituciones permanentes (capital, legislación y calendario). Por primera vez en la Historia, puede hablarse de la aparición de un embrión de estado en toda Mesopotamia. La muerte de Hammurabi significó una lenta y agónica decadencia del Primer Imperio Babilónico. La hegemonía babilónica no tuvo un claro reflejo en el mundo de la escultura exenta, ni siquiera en le época de Hammurabi. La
estela de Hammurabi contiene en primer código escrito conservado de la
Historia. En lo
alto, el rey recibe el dictado de las leyes de labios del dios Samas. Debajo se
encuentran los
282 artículos con los que debe regirse la humanidad. |
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De entre los más de cien reyes asirios, sólo se tiene constancia de dos que hicieran esculpir su efigie en piedra: Assurnasirpal II (883-859) y Salmanasar III (858-824). Los animales guardianes que protegían templos y palacios contra el mal son una de las muestras más monumentales del arte mesopotámico. Esculpidos en alabastro generalmente, esos lamassu flanquean por parejas las puertas de los grandes recintos. Difícilmente se puede hablar de escultura exenta en relación con estas representaciones. Es un tipo escultórico que requiere el concepto de relieve de bulto redondo, si bien la definición más adecuada sería la de escultura arquitectónica, pues carece de la visión frontal propia del relieve. Parecen realizados para ser contemplados de frente o de perfil, según se va caminando entre ellos, por eso tienen cinco patas. En el campo del relieve, los dioses pasaron a ser símbolos o estatuas alzados sobre un pedestal, pero se perdió la comunicación directa entre dioses y hombres. Lo divino se aleja, y el hombre, el rey, afianza su persona dejando constancia de todas sus proezas. El escultor se convierte en un escriba, en un relator de las proezas del soberano; proezas que deben durar por toda la eternidad en todos los pueblos. El relieve asirio es la manifestación artística más importante del Imperio y una de las más notables de la Antigüedad. Los relieves asirios destacan por las escenas guerras, pero el tema dominante es la caza. Ésta era patrimonio del rey, que la ejercía como símbolo de su poder sobre la naturaleza indómita. Así aparece Assurbanipal II (668-626 a.C.) en el palacio de Nínive, cazando leones desde un carro ayudado por su tropa. También se dan representaciones de un gran boato con desfiles reales, como la del mismo rey en carro. Entre los relieves de Nínive destacan el león y la leona heridos. La apreciación de los relieves asirios en, con toda, parcial, puesto que no hay posibilidad de admirar uno de sus componentes fundamentales: el color. Los criterios de valoración cambiarían no sólo en los relieves sino también en los lamassu al verlos coloreados. |
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El relieve es la mejor expresión de la escultura persa, pues la estatuaria, excepto la animalística en los capiteles que hemos visto, no es utilizada. Los bajorrelieves, igual que pasaba con los asirios, están concebidos en función de las estructuras arquitectónicas. Entre los persas se disponen en los pretiles de las escaleras, en las caras frontales de los basamentos de terrazas, en las jambas de la puertas, lo que constituye un realce de la arquitectura. El tema fundamental en inmortalizar las procesiones de los tributarios, oferentes y guerreros que aluden a los triunfos del monarca sin representarlos, exaltando su poder sobre las naciones del mundo. Estos relieves hoy grises, estuvieron pintados. Los lamasu de Persépolis
tienen cuatro patas. |
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