ARQUITECTURA GÓTICA

Interior de la catedral de Ávila

1.- Características generales

2.- La catedral

3.- Arquitectura gótica en Europa

4.- España: arquitectura religiosa

5.- España: arquitectura civil

6.- Salir
 

Catedral de Cuenca

 


1.- Características generales

Materiales y técnicas

La arquitectura es el aspecto que mejor define al g
ótico. Este estilo se constituye en los dominios de Francia, y más en concreto en la Isla de Francia a mediados del XII. El gótico va construyéndose sobre el románico, pero acabará oponiéndose a él. La forma gótica viene cuando las bóvedas se apuntan y los nervios se constituyen en arcos ojivales. La transformación culmina cuando los nervios reciben columnas preparadas para recoger su peso. Los arcos ojivales o apuntados permiten que las columnas se estiren en línea vertical subrayando el verticalismo, creciendo a alturas inconcebibles (la nave central de Beauvais se levanta a 51 metros, pero la flecha exterior alcanza los 153 metros). La verticalidad, el impulso ascensional, el ascetismo y la sensación de esfuerzo son lo que mejor diferencia la arquitectura gótica en el orden estético.

El material más importante que se utiliza en la arquitectura gótica es la piedra de sillería, perfectamente labrada. Este material se emplea en toda la fábrica de la construcción (elementos sustentantes y sustentados). La cubrición de parte del edificio en madera no es frecuente, y siempre en obras pequeñas o, a veces, en algunas construcciones especiales, como las iglesias de plan marinero (Galicia) o de las órdenes mendicantes (franciscanos y dominicos). Otro elemento que contribuye al esplendor de los edificios góticos es la vidriera de cristal en los ventanales.


Planta

La planta sigue la disposición de  una planta basilical con una, tres o cinco naves. En las grandes construcciones hay  un crucero. La cabecera tiene una girola simple o doble, a la que se pueden abrir capillas poligonales.

Soportes

 El arco apuntado, con mayor verticalidad, es el que usa. Ofrece presiones laterales menores que el semicircular. Según la colocación de los centros del arco, el arco apuntado ofrece varias versiones. En el siglo XV se generaliza el arco conopial; un poco más tarde, el carpanel (de tres centros), y ya al final del gótico se emplea el arco mixtilíneo, producido por la introducción de pequeños trozos rectilíneos dentro del arco. La sección del arco gótico es apuntada, y sus molduras son cada vez más numerosas, con perfiles cóncavos y convexos.

Los pilares y arbotantes son los apoyos usados. Derivan de los del último momento del románico: un núcleo central, que puede ser una columna, un pilar cuadrangular o cruciforme, al que se adosan finas columnas, baquetones, que recogen el peso de las ramas de las diferentes ojivas. Al principio cada baquetón lleva su correspondiente basa y capitel. Pero se llegará a la desaparición del capitel individual y su fusión en una estrecha faja o capitel corrido. En las basas no se llega a esta fusión, pero se labran alternativamente a diferente altura. Los capiteles del período de formación se muestran ornamentados con animales y follaje, de forma y proporciones tomados de la naturaleza. Pero el tipo gótico más usual es el capitel que está cubierto de hojas naturalistas: una maraña de hojas de roble, higuera, vid o hiedra, ya sueltas o formando tallos continuos.

El arquitecto gótico reduce la vieja bóveda románica de cuarto de cañón a un simple arco, al arbotante o botarel, que apoyado en su parte superior en el arranque de la bóveda de crucería, conduce su empuje lateral a un estribo situado en el muro de la nave inmediata. Para evitar el desplazamiento del estribo o contrafuerte por el empuje del arbotante, lo corona con un pináculo, que a la vez subraya el carácter ascensional del gótico. A través del arbotante, las aguas de las bóvedas más altas desaguan, a través de los pináculos, por las gárgolas, generalmente decoradas con figuras animadas.

Cubrición

La bóveda de crucería o de ojivas tiene dos elementos: los arcos y los plementos. Los arcos que se cruzan diagonalmente son los cruceros u ojivas; los paralelos al eje de la nave, los formeros; y los transversales, los fajones. Todos ellos constituyen el esqueleto de la bóveda, y constituyen los arcos torales de la bóveda. Los paños que se apoyan en ese esqueleto y cierran la bóveda son los plementos. Este es el patrón primario, pero pronto se introducen novedades. Sexpartita es la bóveda constituida por dos arcos diagonales reforzada por otro, lo que determina la formación de seis plementos. La bóveda de terceletes se forma al trazar, por las bisectrices de los ángulos inferiores formados por las ojivas, una pareja de nervios de refuerzo, que en su punto de convergencia reciben por medio de otro nervio secundario la presión que desciende de la clave. La transformación de terceletes y nervios intermedios termina dando lugar a las bóvedas estrelladas, cuyo uso se generaliza en el siglo XV. En ocasiones se llega a calar las bóvedas.

El ábside se cubre a partir de unos nervios que salen de una piedra clave en forma radial. Suelen ser ábsides poligonales de 5, 6 o 7 lados.

Alzado

En cuanto al alzado del templo, lo más frecuente es que la nave central se levante considerablemente sobre las laterales. Pero también aparecen construcciones en las que la altura de la nave central apenas supera la de las laterales; surgen así las llamadas plantas de salón. La complicación de la cabecera hace que en ocasiones se hable de cabeceras macrocéfalas.
En el grueso de los muros de la nave central, por encima de las arcadas laterales, se levanta el triforio, serie de ventanas ornamentales, partidas por maineles. Generalmente comporta un angosto pasadizo de circulación. No hay que confundirlo con la tribuna, que es muy poco usual en el gótico, pero si existe, forma el segundo piso de las iglesias y encima estaría el triforio. El último elemento se llama clerestorio, y se corresponde con los grandes ventanales
. La galería desaparece rápidamente; el triforio tiende a atrofiarse y acabará también desapareciendo.

Fachada

Las fachadas adquieren un gran desarrollo, no sólo en la portada principal, sino también en las dos del crucero. La fachada principal ordinariamente está apoyada en torres laterales, formadas de diversos pisos de ahuecada masa, cubriéndose con terraza (poco frecuente) o con un cuerpo apiramidado (chapitel). Las portadas son abocinadas, como las románicas, pero se multiplican las arquivoltas y estatuas en las jambas. En la fachada se aprecia la afición del gótico por la estructuración geométrica, evitando la confusión de las partes.

Complementos decorativos

Con esta forma de contrarresto, separado de la pared, el muro se constituye en un peso muerto. El arquitecto debe procurar eliminarlo y lo hace. Predomina el hueco. Para cerrarlo surge la vidriera, que tamiza la luz, espesa la atmósfera, la espiritualiza. Así los interiores góticos son más iluminados que los románicos. Los diversos temas geométricos (tracerías) para cerrar estas vidrieras son los que nacen del arco mismo, por la combinación de curvas de uno o varios centros. El dibujo geométrico o tracería gótica comienza yuxtaponiendo círculos o triángulos curvos, decorados en su interior con arquillos de medio punto o apuntados, que irán haciéndose más fantasiosos a medida que llegamos al siglo XV (trifolios y cuadrifolios). Estos elementos adquieren todo su esplendor en los rosetones de las fachadas.

Los diferentes tipos de arcos ojivales pueden encuadrarse con un gablete, cuya forma y dimensiones son consecuencia del mismo arco. Los gabletes se coronan con el florón, un motivo vegetal.

 

 

Bóvedas de crucería

 

Ábside del gótico mendicante en Galicia

 

Crucero de la catedral de Amiens

 

 

Decoración gótica en las ventanas 

 

  Rosetón de la catedral de Strasburgo

 


 


2.- La catedral

La construcción de catedrales era un dispendio económico superado únicamente por la guerra. Hoy la imaginación siente una sacudida al pensar que una ciudad como Chartres, que probablemente tendría una población de unos 10.000 habitantes en el siglo XII, emprendió la construcción, dentro de un período de menos de treinta años, de un edificio que hoy tendrí
a un costo prohibitivo.

Aunque hasta cierto punto satisface el orgullo cívico de la burguesía, la catedral gótica es ante todo una dádiva a Dios. La rivalidad existente entre las ciudades para empequeñecerse entre sí por el tamaño y la magnificencia de sus catedrales estaba indudablemente motivada en parte por intereses seculares tales como beneficios económicos; pero la honda y desmedida fe religiosa y el optimismo de los constructores eran, en verdad, los móviles primeros.

La palabra catedral, derivada del latín "cathedra", significa que en su interior se encuentra la sede del obispo, desde donde imparte su enseñanza a los fieles y preside el culto. Este edificio testimonia, en la Baja Edad Media, la alianza entre el clero y la monarquía. Prueba de ello es que la catedral no sólo es casa de oración, también se convierte en el marco adecuado para celebrar los fastos reales -coronaciones, bautizos, bodas y funerales- y las reuniones civiles de las corporaciones gremiales.

En su estado original las catedrales no estaban aisladas dentro de los espacios abiertos o plazas que hoy circundan a muchas de ellas. Una catedral podía tener alguna extensión de espacio cuadrado al este, al norte o al sur, pero generalmente los edificios seculares de la ciudad se pegaban directamente a los muros de la iglesia, en sus complejos de: cabildo, cementerio, escuela, prisión y residencia episcopal.

El hecho de que no conozcamos los nombres de muchos arquitectos que trabajaron en las catedrales góticas no apoya la teoría de que eran anónimos en vida o que simplemente pertenecían a la plebe o al sacerdocio. En realidad han sobrevivido los nombres de muchos arquitectos medievales a causa del desagrado sentido en esta época por el anónimo, la gran estima que se tenía de los maestros constructores y los medios con los que se les honraba.

La función del maestro constructor era concebir el plan tras consultar a un sacerdote o a los canónigos de la ciudad o incluso al obispo. Desde ese momento solía confiar a un capataz la inspección de la edificación propiamente dicha. El dirigir por sí mismo las obras no era asunto del arquitecto. Sus tareas más específicas eran con frecuencia: ser responsable de la selección del material, procurar la mano de obra, calcular los costes, resolver las disputas laborales, etc. Ya en el siglo XIII el maestro constructor sólo tenía que dar órdenes y había alcanzado un nivel social superior al de los arquitectos medievales anteriores.

A causa de su coste no se dibujaron los planos en pergamino hasta el siglo XIV. Los planos de detalles o secciones se hacían de ordinario en planchas de yeso o tabla y no se conservan. Cuando fallecía un arquitecto durante uno de estos importantes proyectos, su sucesor respetaba lo que ya estaba construido; no obstante, aunque pudiese continuar la obra en secciones no terminadas de acuerdo con los planes originales, también podía introducir nuevas ideas. Esto ocasiona el que haya iglesias con elementos distintos. Los patrocinadores de la obra no exigían otra norma arquitectónica que la excelencia. Es una peculiaridad, incluso una distinción del estilo gótico, el hecho de que pueda absorber tal heterogeneidad de modos.
 

 

 

Catedral de Chartres

 

 

 Saint Denis (Francia)

 

 

Saint Denis (Francia)

 

 


3.- Arquitectura gótica en Europa

Francia

Francia es al país del gótico por excelencia. Cuenta, a finales de la primera mitad del XII, con arquitectura gótica. La catedral de Sens (1140), perfectamente conservada, puede ser considerada como la catedral gótica más antigua. La abadía de saint Denis, levantada por el abad Suger, tendrá gran influencia posteriormente.

La segunda mitad del XII es ya claramente gótica en Francia. A este momento pertenecen las catedrales de Laon, Senlis, Noyon, Soissons y París. La catedral de París (Notre Dame), presenta planta basilical de cinco naves con cabecera semicircular con doble girola. El crucero es de una sola nave, que sobresale en alzado, pero no en planta. La cubrición se hace con bóvedas de ojiva sencilla en las naves laterales y sexpartita en la nave mayor y el crucero. Se han aprovechado espacios entre los contrafuertes para abrir capillas. La fachada oeste presenta un esquema tipo (llamado en H) con triple división horizontal y vertical: portadas, rosetón y arquerías, flanqueadas por las torres campanarios.

El siglo XIII es la época clásica de la arquitectura gótica. En la primera mitad del XIII las obras presentan planta similar a las precedentes, aunque las terminaciones del transepto son rectas, y sobre todo, se acentúa el desarrollo de la capilla mayor, que tiene por lo general dobles naves laterales. En general las bóvedas son de crucería cuatripartitas. Las fachadas siguen el esquema de las del XII. De este momento son las catedrales de Chartres, Reims y Amiens.

A mediados del XIII las estructuras de los nuevos monumentos no difieren esencialmente de lo fijado en la primera mitad de siglo, pero la novedad radica en el engrandecimiento progresivo de los huecos, con la consiguiente eliminación de los muros. Esto provoca mayor luminosidad, la absorción del triforio por las ventanas y un mayor preciosismo. En la Santa Capilla de París (Sainte-Chapelle), la arquitectura pierde su valor visual para cedérselo al vidrio y a la luz.

Alemania

Aunque el románico persiste con ahínco, Alemania es el primer país en recibir las influencias de la arquitectura gótica de Francia. El gótico alemán será siempre muy compacto, con un gran sentido de la masa externa, en la que la verticalidad se acentúa únicamente por sus agujas. En el siglo XIV estas agujas se calan. La catedral de Colonia se comienza en el siglo XIII según modelos franceses, pero quedó incompleta en gran parte. Se termina en el XIX respetando los planes antiguos. De este siglo son sus elevadísimas agujas, hechas según modelo del siglo XV.

Italia

El arte italiano mostró durante la época gótica características muy peculiares que le separan de modo esencial del que aparece en el resto del occidente europeo. La intensidad de la tradición clásica contribuye a recibir con recelo un estilo bárbaro cuyas raíces estilísticas rompen en la arquitectura con los legados de las civilizaciones clásicas. Esto hace que el gótico llegue a Italia de forma tardía y que arraigara poco.

A finales del XII, fueron los cistercienses, llegados desde Francia, los introductores de la arquitectura gótica en Italia. Fundaron en la región del Lazio la abadía de Fossanova, primer monumento gótico italiano que, a pesar de usar el arco apuntado, muestra un gran apego a las primeras formas cistercienses vinculadas con el románico. En el siglo XIII las órdenes mendicantes de dominicos y franciscanos se adhieren al estilo cisterciense. El mejor edificio gótico italiano de este siglo es la catedral de Siena, maravilla del mármol.

A finales del siglo XIII y en XIV hay una actividad notable en la construcción de obras góticas. A finales del XIII comienza la construcción de la catedral de Orvieto, obra que llevará un siglo el terminarla, y que sigue la disposición y policromía de la de Siena. Es posible que el diseño lo diera Arnolfo di Cambio. Lo que sí hace Arnolfo es el proyecto de la catedral de Santa María de las flores, en Florencia (1294), cuya cúpula rematará Brunelleschi en el XV, y la basílica de santa Cruz, en la misma ciudad.

En estas fechas, Italia es un conglomerado de estados independientes sin unidad política. Muchos de estos estados son repúblicas mercantiles con florecientes actividades comerciales. La burguesía se organizó en corporaciones municipales para participar en la política comunal. Las reuniones se celebraban en el ayuntamiento, palacio público o casa de la ciudad, que refleja el orgullo cívico local, convirtiéndose sus edificios en una réplica lacia de la catedral.
Este tipo de arquitectura civil gozó en Italia de mucha popularidad. Se invierte parte de la riqueza de la burguesía en edificios civiles como los palacios municipales o señorías de Siena y el Palazzo Vecchio de Florencia de Arnolfo di Cambio. Les caracteriza su disposición cúbica con empinada torre, predominio del muro sobre el vano, y coronamiento de almenas. Las ventanas son relativamente angostas en la parte baja, mientras que las de los pisos superiores son anchas y majestuosas. Están destinados a albergar a los gobernantes de la ciudad. Son el anticipo de los palacios renacentistas.

Son también famosas las loggias, amplios pórticos cubiertos en lo que, protegidos por la lluvia, se vendía y se hacía funcionar la bolsa. Florencia cuenta con la Loggia dei Lanzi.

Durante el XV, los influjos del naciente renacimiento acaban pronto con la arquitectura gótica en Italia. Venecia se sigue enriqueciendo con numerosos palacios de claro estilo flamígero. La riqueza, el lujo y el boato de las clases acaudaladas del siglo XV se desborda en suntuosas mansiones urbanas de ricos mármoles con amplias galerías exteriores en varios pisos, que harán fortuna, y uso de arcos conopiales y cuadrifolios en las tracerías. En este siglo se termina el palacio Ducal. Es muy famosa la Ca d'Or.

La obra más insigne del gótico italiano es la catedral de Milán, comenzada a finales del XIV y que cobra un gran impulso en el XV. Destaca por el recargamiento de su decoración y su magnitud.

 

 

 

 

Saint Denis (París)

 

 

 

 

 

 

Catedral de Orvieto (Italia)

 

 


4.- España: arquitectura religiosa

Siglo XIII

Es el momento en que se construyen las más puras manifestaciones del gótico. La monarquía española es fuerte, sobre todo con Fernando III el Santo. Se favorecen fundaciones. El influjo francés es dominante, por lo que los edificios españoles responden a prototipos franceses. Numerosas iglesias se van a fundar en las ciudades. El mismo hecho de que se construyan grandes catedrales nos indica el crecimiento y fortaleza de las ciudades españolas. El gótico español ofrece monumentos severos, en los que no se ha sentido, como en Francia, la preocupación por las grandes alturas y la iluminación.

Después de los primeros tanteos por establecer el gótico en Castilla surge la catedral de León, la más sorprendente y deliciosa realización gala en nuestro suelo. Comenzada a mediados del siglo XIII es coetánea de las grandes catedrales francesas. La novedad mayor está en el ventanaje: la búsqueda de la luz tiene cumplidas soluciones con el impresionante conjunto, uno de los más importantes de Europa, de vidrieras, que ocupan las ventanas y el triforio. Del primer arquitecto del que se tienen noticias es de un tal Enríquez, que pudo ser el autor de casi todo el buque del templo. A su muerte (1227), le sucede en la dirección Juan López. Los dos trabajan también en la catedral de Burgos. Es la catedral un perfectísimo monumento gótico, libre casi de todo aditamento. La fragilidad del material empleado supuso problemas. Con las restauraciones del siglo XIX se la deja libre de todo añadido renacentista o barroco, dando al templo una pureza gótica admirable. Hoy presenta también problemas por su piedra. La planta es parecida a la de Reims. El crucero es muy corto y acusa organización tripartita. Notoriedad relevante es la colocación de la torres del hastial en los costados

En 1221, Fernando III el Santo coloca la primera piedra de la catedral de Burgos. El alma e impulsor de esta obra es el obispo Don Mauricio. Parece que éste viaja extensamente por Europa y quiere elevar en Burgos un templo a imitación de los que había visto en Francia cuando fue estudiante de Teología en París. La obra comenzó por la cabecera, según costumbre medieval. En 1260 es consagrada, lo que indica posiblemente su terminación. Las conexiones con las francesas, especialmente con Reims, son evidentes. Tiene planta de cruz latina con un crucero de una sola nave muy saliente. En la construcción del edificio intervienen los maestros Enríquez y Juan Pérez. De gran pureza estructural, en el siglo XV se añaden unos aditamentos que le dan su aspecto actual. Además de la fachada del hastial (reformada más tarde), posee otras dos: la del Sarmental y la Coronería.
 

La catedral de Toledo, comenzada hacia 1226, es la más genuinamente española. La ampliación de tres a cinco naves, el doble deambulatorio, así como las estupendas rejas, y todo el sucesivo poso del arte de varios siglos allí acumulado, hacen de ella un magnífico exponente de la interpretación castellana del gótico. Coloca la primera piedra el mismo Fernando III, acompañado del obispo a quien se debe la iniciativa de la obra, Don Rodrigo Ximénez de Rada, que había conocido en París, siendo estudiante, el arte gótico. En las obras se sabe que trabaja el maestro Martín, de probable origen francés, y posteriormente Petrus Petri, de casi seguro origen español, a quien se deben las modificaciones que le dan el gusto marcadamente hispano. Sus ya citadas cinco naves se obtienen prolongando desde el crucero los salientes del mismo hasta los pies de la iglesia, de forma que el crucero, de una sola nave, no sobresale de entre el muro envolvente. El conjunto se caracteriza por la poca altura y gran anchura. Las dobles naves originan en la cabecera doble deambulatorio, y en él radica una de las glorias de la catedral. En la girola se alcanza una solución técnica genial al dividir la corona circular, en planta, en rectángulos y triángulos, a diferencia de la clásica división en trapecios. Elementos de origen hispano los encontramos en los arcos lobulados que presenta el triforio en el arranque de la girola, en la disposición escalonada de las naves, en la poca profundidad de la capilla mayor.

Siglo XIV

El siglo XIV es tan glorioso para la arquitectura catalana como pobre para el resto de España. Es un tipo de arquitectura con una gran unidad. Los volúmenes son netos y ortogonales. No predomina la verticalidad, que, además, no resulta remarcada por ningún elemento exterior. Abundan las cubiertas en terraza. Las catedrales son alargadas, con plantas de gran simplicidad. La distribución interna es muy inteligente y trata de resolver problemas prácticos, como el de la comunicación y visibilidad entre los fieles y el oficiante. La diferencia de altura entre las tres naves es mínima, por lo que no son necesarios los arbotantes, aunque ello exige un reforzamiento de los contrafuertes. Lo que pudiera ser un estorbo se torna útil al establecer entre los contrafuertes capillas laterales. De este modo los contrafuertes no suelen aparecer al exterior y los paramentos resultan lisos. Esta simplicidad a veces sobrecogedora proporciona una solemnidad inusitada a los edificios. Las ventanas, aunque muy esbeltas, suelen ser demasiado estrechas.

La catedral de Gerona se construye en el siglo XIV sobre otra anterior románica.  Tan solo fue iniciada la cabecera durante aquel siglo, imitando a la catedral de Barcelona. Se la proyectó para tres naves y capillas entre los contrafuertes, pero hacia 1350 se cambia el plan, construyéndose con nave única. Sin embargo surgen diferencias en el cabildo sobre si debía continuarse así o retroceder al proyecto primitivo. Esto ocasiona una paralización de las obras. En 1416 hay una reunión de arquitectos para discutir la cuestión, logrando Guillén Bofill que se acepte el plan de nave única, porque de este modo -se dijo- la iglesia iba a resultar más solemne, más luminosa y más proporcionada. Este tipo de iglesia con nave única fue introducido en Cataluña por las órdenes mendicantes, siendo desarrollado con originalidad en el contexto de la arquitectura gótica catalana. La colosal nave de 22 metros de anchura es aun hoy un verdadero prodigio de ingeniería constructiva y la convierte en la nave más ancha de todas las que se construyeron en el gótico. Por todo el templo corre un triforio atrofiado.

La catedral de Barcelona tiene una planta de salón de tres naves, con girola, capillas radiales y triforio muy reducido. La fachada fue terminada en el XIX.

Santa María del Mar, de Barcelona, parece una copia de la catedral de la misma ciudad. Es probablemente la más bella iglesia gótica española, y joya única en el gótico europeo. Se inicia la construcción en 1329, por iniciativa del canónigo Bernardo Lull, siendo el arquitecto Berenguer de Montagut. En 1384 se celebra la primera misa. Exteriormente define los rasgos peculiares del gótico catalán: torres octogonales terminadas en terraza, ausencia de arbotantes y multiplicación de contrafuertes macizos, preferencia por grandes superficies de paramento desnudo, dominio de la horizontalidad. La disposición del interior rompe con la estructura del gótico francés y resume las características del gótico de Cataluña: planta de salón, tres naves de altura casi igual, multiplicación de capillas laterales aprovechando el alto número de contrafuertes. El dominio del espacio interior se consigue con la enorme distancia entre los pilares (trece metros), y su esbeltez, lo que no perturba la contemplación de la iglesia desde ningún lado. La rapidez con que se llevaron a cabo las obras y el hecho de encontrarse desnuda de ornamentación permiten apreciar en toda su pureza una de las mejores obras del gótico catalán.

La catedral de Palma de Mallorca, edificio que, según la imagen corriente, semeja una galera surcando el Mediterráneo, es la obra de más empeño de los dominios catalanes. Fue erigida por Jaime I el Conquistador, pero en lo principal es del siglo XIV. Es enorme en su altura (después de Beauvais, la segunda en altura), pero también es muy ancha, con lo que la proporción no beneficia a su altura. Por el exterior abruman los contrafuertes, robustos y con doble solución de arbotantes, ya que la altísima nave central lo exige, lo que no es usual en el reino de Aragón. Sin embargo el interior, con tres naves y capillas entre contrafuertes, presenta un espacio muy dilatado. La austeridad en el ornato y la simplicidad de volúmenes tienen resonancias del gótico catalán.

Siglo XV

La actividad arquitectónica en España durante el siglo XV es abrumadora. Surgen edificios por todas partes, algunos de grandes proporciones. Se caracterizan por la sencillez constructiva y la complicación ornamental. Es la época de las bóvedas estrelladas, del arco conopial, mixtilíneo; el empleo de pilares con delgadísimas nerviaciones, incluso pilares retorcidos.

Dos momentos pueden establecerse en este momento.

Hasta la época de los Reyes Católicos la arquitectura se mantiene bastante clara de formas y con parca decoración. Las catedrales de Murcia, Oviedo, Palencia y Pamplona se levantan en esta primera mitad de siglo, aunque algunas hubiesen comenzado en el XIV.

Andalucía ve surgir en este momento su gran edificio gótico: la catedral de Sevilla. La antigua mezquita almohade, que se encontraba en estado ruinoso, hacía de catedral. El Cabildo decide en 1401 derribarla y "labrar un nuevo templo de grande magestad e rica de labor de cantería, e tan bueno que no haya otro igual". Se salvó el alminar, la torre de la Giralda. Sus dimensiones son efectivamente colosales. Posee cinco naves más dos de capillas hornacinadas, dibujando su planta un gran rectángulo. La novedad de esta planta reside en que ha prescindido del ábside tradicional en forma poligonal, substituyéndolo por una cabecera plana,  tal vez por influencia, bien del cierre de la mezquita, bien de las iglesias de las órdenes mendicantes. Los pilares son esbeltísimos, finamente fasciculados. Es una planta, por tanto, de salón. La nave central es un poco más alta que las laterales, pero estas son de la misma altura.
 

Poco antes de mediar el siglo se empieza a notar una sobrecarga de la decoración, síntoma de una riqueza que se hará abrumadora en la época de los Reyes Católicos. Estos encauzan el movimiento artístico, pero no lo engendran. La llegada de extranjeros, grandes impulsores del gótico florido o flamígero, precede al coronamiento de los Reyes. Sin embargo, gracias al desarrollo económico, político y territorial de aquella monarquía se puede dar el gran desarrollo artístico. Se llama estilo REYES CATÓLICOS, y a veces Isabelino, al de la segunda mitad del siglo XV.

En este tiempo vienen a la península infinidad de maestros franceses, alemanes y flamencos, desconocidos en su tierra, pero grandes artistas entre nosotros.

La profusión de adornos es característico de este momento. Los motivos decorativos se extienden ampliamente, ocultando la estructura arquitectónica. Los temas más usuales son los heráldicos, salvajes cubiertos de vello, cordones franciscanos, cadenas, puntas de diamante, conchas, medias bolas, rosetas, arcos angrelados, troncos secos, etc. El salvaje aparece ya desde el siglo XIV, y era un disfraz de fiestas. Generalmente se le coloca como tenente de un escudo. Otro tema frecuente es el de los yugos, flechas, efes e íes, propios de Fernando e Isabel, repetidos sistemáticamente, con un ritmo mudéjar, en los templos de patronazgo regio. Las cubiertas alcanzan enorme complicación, multiplicándose los nervios y las claves, que se adornan con escudos y figuras. Aparecen las bóvedas estrelladas caladas, derivadas de modelos musulmanes. Abundan los arcos mixtilíneos y otros de complicadísima tracería, de curvas y contracurvas.

Burgos y Toledo constituyen los dos principales focos del gótico castellano.

El foco burgalés se inicia con Juan de Colonia. Hace las dos agujas caladas de la catedral, según un modelo alemán de la cuenca del Rhin.

Su hijo Simón de Colonia proyecta la capilla del Condestable de la misma catedral, que comunica con la girola. Este tipo de capillas funerarias privadas fue cada vez más frecuente a causa del fomento de la devoción privada y del creciente protagonismo de nobles y burgueses. Por encima de todo destaca la bóveda estrellada en la que, en un alarde de virtuosismo, la plementería se reemplaza por vidrieras. También realiza la opulenta fachada de San Pablo (Valladolid), ampliada a comienzos del XVII bajo el patronazgo del duque de Lerma.

Obra maestra de este momento es el Colegio San Gregorio (Valladolid). Nos presenta una egregia fachada, en la que la decoración alcanza extremos extraordinarios de riqueza. Se construye como un amplio tapiz, sin huecos, y sin guardar relación con la estructura del edificio. Se distribuye la decoración en rectángulos, con arreglo al tipo musulmán nazarí, y con una decoración plana y repetida, que da unidad a la fachada. Llama poderosamente la atención el enorme escudo real sobre un granado. Se desconoce el autor. El patio de San Gregorio es otra obra suntuosa. Contrasta el cuerpo bajo, muy abierto, con altos fustes retorcidos, con el superior, cerrado y bajo. Los huecos altos se protegen con antepechos calados, que tamizan el paso de la luz cual celosías. El macizo con que se cierran los arcos evoca cortinajes de tela.

El foco flamígero toledano de renovación y difusión del estilo hispano-flamenco se inicia con Hanequín de Bruselas, que remata la torre de la catedral de Toledo con gracioso artificio de pináculos y gabletes.

El francés Juan Guas, discípulo del anterior, es el gran arquitecto de la época de los Reyes Católicos. Construye San Juan de los Reyes (Toledo). En planta nos muestra la peculiar arquitectura de esta época: una planta muy sencilla, con una nave única, donde se hacen fácilmente visibles los cultos y audibles los predicadores, relegadas las misas privadas y las confesiones a discretas capillas empotradas entre los contrafuertes. Presenta un gran cimborrio y rica variedad de bóvedas estrelladas. Guas testimonia su agrado por lo mudéjar: se advierte la presencia de mocárabes; largos letreros, cual cintas sin fin, recorren los muros interiores y exteriores; la decoración de la cubierta del piso alto del claustro es de lacería. Es la mayor manifestación de lo que pudiera llamarse estilo heráldico, por la densidad y amplitud de este motivo. Estos escudos están sostenidos por el águila de San Juan y acompañados por leones y por las divisas de los monarcas.
 

 

 

 

Catedral de Burgos. Detalle de la fachada oeste

 

 

 

 

 

Claustro de la catedral de Toledo

Nave central de la catedral de Toledo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nta Señora de la Natividad. Noyon (Francia)

 

 

 

 

 

 

Santa María del Mar (Barcelona)

 


5.- España: arquitectura civil

Dentro de la cerca que defiende la ciudad medieval, se alzan varios edificios de rango civil: la universidad, la lonja, el ayuntamiento y el palacio.

Las grandes ciudades europeas establecen en el siglo XIII estudios generales para enseñar Teología, Medicina y Derecho. París, Oxford, Bolonia, Palencia (primera universidad española, 1212) y Salamanca llevan a la ciudad el liderazgo de los conocimientos que hasta el momento estaba en las abadías rurales. La estructura de los edificios académicos recuerda el claustro monástico: patios para pasear y leer, que recuerdan los claustros, y, a su alrededor, las aulas, la biblioteca y la capilla.

El incremento del comercio se manifiesta en las lonjas, destinadas a contrataciones mercantiles En 1202 se levanta ya la de Ypres (Bélgica), que marca la pauta de estos establecimientos para Flandes.
En España, los edificios públicos son, ahora como antes, de gran interés. La Corona de Aragón tiene el más importante grupo de edificios civiles, lo que demuestra el desarrollo de sus organismos gremiales e institucionales. Tal ocurre con la Lonja de Palma de Mallorca, obra de Guillermo Sagrera, y que constituye una imitación de la de Barcelona. Es la más bella de todas y la única pura de adiciones posteriores. El exterior es sumamente sobrio y de aspecto clásico, dado el equilibrio de verticales y horizontales. El interior, un rectángulo tipo salón, está cubierto con bóvedas de nervios de la misma altura sobre esbeltos pilares helicoidales, sin capitel, sin más decoración que sus aristas vivas. La Lonja de Valencia, obra principalmente de Pere Compte, es posterior.

En España, Juan Guas (s. XV) realiza el Palacio del Duque del Infantado (Guadalajara). Su patio de columnas helicoidales, arcos mixtilíneos y riquísima decoración es una de las creaciones más características del barroquismo gótico que precede a la desaparición del estilo. El palacio tiene por fuera aspecto urbano, ya que se han suprimido las torres angulares. Está decorada la fachada con puntas de diamante, espaciadas, dispuestas a tresbolillo, como formando rombos.

 

 

 

 

Palacio de la Señoría de Siena (Italia)

 

 

Arco del patio del Palacio del Infantado