PREHELÉNICO

 

Fresco de Las damas de azul. Minoico

1.- Arte Cretense o Minoico

2.- Micénico

3.- Salir

Vaso de los segadores.

 

 

1.- Arte cretense o Minoico

El arte prehelénico es uno de lo componentes que influirán decisivamente en la conformación del arte griego, de ahí el nombre de prehelénico. Desde el tercer milenio, los pueblos en torno al mar Egeo se convierten en vanguardia de la civilización del metal. Entre los numerosos núcleos, los más importantes se desarrollan en torno a la isla de Creta y, dentro de la península griega, en Micenas.


Creta, debido a una situación geográfica privilegiada en un mar de rutas comerciales entre los continentes asiático, africano y europeo, alcanza un rápido desarrollo cultural y económico y se convierte en una potente talasocracia (dominadora del mar) en el curso del segundo milenio antes de Cristo.
 

Arquitectura


Las ciudades y palacios son lo más llamativo de su arte. Entre el 2000 y el 1600 a.C. Creta impone su poderío. Se organizan importantes conjuntos urbanos basados en un poder centralizado. De este momento son los llamados primeros palacios: Knosos, Faistos, Maillia. En 1750 son destruidos violentamente por razones todavía no aclaradas.
Cuando se reconstruyen, entre 1600 y 1400, las dimensiones se agrandan y se mejoran las instalaciones. Las ciudades cretenses carecen de fortificaciones, pues su poder marítimo les da suficiente seguridad. Tienen una organización laberíntica. Se organizan en torno a un patio rectangular al que añaden, sin ninguna planificación, otros habitáculos y cámaras que se alumbran con patios con tragaluces. Los pisos, con un sistema arquitrabado, se superponen, cubriéndose con terrazas. El enriquecimiento decorativo comienza con la multiplicación de soportes (columnas de fuste decreciente, con ábaco y toro por capitel, inspiradas en el tronco de árbol), y culmina en los frescos que ornan muchas salas, como la conocida como Salón del Trono. Todo su arte tiene un aire de libertad.


Escultura


Desde el 2000 al 1400 se realizan interesantes trabajos en escultura, tanto en relieve como en bulto redondo, aunque casi siempre en figuras de pequeño tamaño y con materiales generalmente ricos. Los objetos y temas son muy variados: animales, sacerdotisas, idolillos femeninos, etc. Su influencia se va a extender a Micenas, donde se encontró el Vaso de Vafio. En Hagia Triada se descubrieron diversos vasos, entre los que destacan el Vaso de los pugilistas y el Vaso de los segadores. Los movimientos de las figuras son rítmicos y no simbólicos. Se despierta el sentido de la belleza corporal. Con formas estilizadas, presentan las figuras un gran naturalismo. Los tipos alargan sus proporciones. Llama la atención la estrechez de las caderas tanto en hombres como en mujeres, siempre ceñidos con un cinturón.
El vaso de los Segadores es de gran valor. Solo se conserva la mitad superior; la inferior está reconstruida. Presenta a un grupo de labradores que regresan del trabajo cantando, en medio de gran alegría. Uno de los labriegos cae al dar un paso en falso, produciendo la risa de los demás. Asoma una sana ironía y un cierto tono caricaturesco. Compositivamente, la escena se desarrolla en serie seguida, pero con suficientes intervalos para romper la monotonía. Las horcas que llevan los trabajadores originan un efecto de perspectiva.
La diosa de las serpientes, en loza, representa una figura bastante repetida. Está vestida con una larga falda con volantes, torso descubierto, cubierta con una alta tiara, y serpientes enroscadas en sus brazos.
 

Pintura

Lo más primoroso que nos ha dejado el arte cretense lo encontramos en la pintura. Realizada al fresco, con ella se cubren grandes espacios murales en los palacios. Es una pintura fundamentalmente decorativa. Se siguen algunas normas comunes: frontalidad, color distinto en hombres (rojo) y en mujeres (más pálido), escaso interés por la anatomía, figuras que parecen no tener armazón óseo, etc. Es un arte fundamentalmente de perfiles, de ritmos ondulantes. No hay proporción ni perspectiva, sacrificando todo al estilo. Los colores son ideales, y no guardan relación con la naturaleza, pero destacan por su gran viveza. Nos ofrecen así un arte delicado, donde triunfa la más bella estilización. Los temas están sacados de la vida vegetal y animal y de la animada vida de la corte, en la que no faltan acrobacias sobre el toro y juegos de atletas. Los frescos más famosos se han encontrado en Knosos: El copero, La parisiense, El príncipe del lirio, Fresco de los delfines, Las damas de azul.

En Thera (Akrotiri) se han encuentran unos frescos graciosos.

Dentro de la cerámica encontramos también excelentes muestras pictóricas. Creta crea las formas de los vasos, los temas y el estilo de la decoración, que son imitados en otras partes del mundo egeo. El primer tipo clásico de cerámica cretense es el Camarés o de "cáscara de huevo", así denominado por la delgadez de sus paredes. Posiblemente era cerámica no de uso doméstico. Las formas responden a la finalidad de las vasijas, y se decoran con temas abstractos, geométricos y vegetales estilizados. Este tipo de vasos será reemplazado más tarde por vasijas de tonalidades negruzcas, ocres o rojizas que tienen como temas preferidos la flora y fauna marinas y flores de largos tallos que tienden a ocuparlo todo.
 

 

 

 

Reconstrucción de columnas cretenses

 

 

 

 

 

 

 

 

Sacerditosa cretense de las serpientes

 

 

 

 

 

Cerámica de Camares

 

 

 

 

 

 

 


2.- Micénico
 

Entre 1400 y 1200 a.C. el influjo político pasa a las ciudades del continente: Micenas y Tirinto. Esta nueva civilización de la edad del Bronce recibirá el nombre de micénica gracias al desenterramiento de Micenas por parte de Schliemann y por ser ésta el mayor núcleo poblado y de mayor empuje de esta cultura (coincidiendo así con la idea de Homero de que Micenas era la más poderosa por ser su rey, Agamenón, el general en jefe de la tropas griegas en la batalla de Troya).

La civilización de Micenas, esencialmente guerrera, muestra una estética muy diferente de la cretense. Se manifiesta en el campo arquitectónico por la concepción de ciudades fortificadas, rodeadas de poderosas murallas y puertas construidas con técnica ciclópea (a base de enormes sillares). Son ciudades colocadas en lugares escarpados, dominando la llanura o vigilando algún lugar de paso. Encontramos puertas megalíticas, como la de Los Leones, en Micenas, con el tema minoico de la columna de fuste invertido, a la que adoran dos leones afrontados, sobre un monolítico dintel; grandiosas tumbas (el tholos llamado Tesoro de Atreo), construidas con un corredor o dromos de sillares regularmente dispuestos y trabajados, excavado en la colina, que lleva a una cámara circular. Esta está cubierta con una falsa bóveda, conseguida mediante hiladas concéntricas de sillares que van reduciendo el espacio. Es falsa bóveda ya que sus presiones son verticales y no oblicuas. Comunica con una sala cuadrada más pequeña y sepulcral.
El edificio más importante es también aquí el palacio, con un edificio característico: el megarón. Este se dispone en forma de sala rectangular, con una sola entrada con dos columnas de madera. En el interior hay cuatro columnas simétricas y un hogar en el centro. Constituye la inspiración más directa del templo clásico griego.
Los palacios de Micenas y Tirinto presentan abundantes frescos, pero con el estilo y técnica cretenses. No obstante, se percibe en ellos otro espíritu. Si la superioridad artística cretense originó que sus tipos y formas fueran adaptados, el modo de vida y entendimiento artístico micénico hizo endurecer los perfiles, apagó el color, eliminó arbitrariedades, todo ello dentro de un lenguaje más rígido, que sirve para temas violentos de guerra y caza. Tanto las mujeres como los guerreros desfilan altivos en los frescos de Tirinto.

Una de las imágenes más conocidas del arte micénico es esta máscara funeraria de Agamenón. Durante un tiempo se pensó que perteneció al rey micénico Agamenón, que fue el líder de los griegos durante la guerra de Troya, según la leyenda homérica. Lo único que está claro es que se trata de una máscara funeraria y que se encontró en una de las tumbas reales del período micénico, en el siglo XVI a.C. Además de un cierto gusto por el oro, revela la inmensa dignidad de la imagen micénica del ser humano.

La cerámica minoica, que aparece ya hacia 1600 a.C., se enriquecerá con las formas de Creta y de las islas del mar Egeo. La decoración que usa es fundamentalmente minoica, pero organizada de forma clara y racional. Uno de los ejemplares más interesantes de comienzos del siglo XII es el vaso de los guerreros, aparecido en una casa de Micenas.
 

Puerta de los Leones (Micenas)

 

 

Máscara funeraria de oro. Arte micénico