ARTE HISPANOMUSULMÁN

 

Arcos entrecruzados de la Mezquita de Córdoba

1.- Introducción

2.- Tipología de los edificios y motivos ornamentales

3.- Período cordobés: la mezquita de Córdoba (hasta finales del X)

4.- Época de los Taifas: la Aljafería de Zaragoza (XI1/3 y 2/3)

5.- Dinastías africanas: Sevilla (XI3/3 y XIII1/2)

6.- Período nazarí: La Alhambra de Granada (XIII2/3-XV)

7.- Salir

 

Jarrón del siglo XIV de loza dorada y azul cobalto. Alhambra

 


1.- Introducción

Cuando los guerreros de Mahoma (La Meca, 570 h.- Medina, 632) inician la guerra santa, por toda cultura tienen las nuevas creencias religiosas; por eso su arte se constituye a medida que se verifica la conquista, apoderándose de los elementos culturales de cada pueblo. Eso explica la falta de homogeneidad de aquel arte y la gran diversidad de modalidades arquitectónicas. A pesar de todo, existe una cierta unidad en el arte musulmán porque la religión impone unas directrices determinadas.

Lo esencial del arte musulmán radica en la arquitectura y la ornamentación, prestando menos atención a la pintura y escultura.

* La arquitectura islámica muestra gran capacidad de síntesis, pues sin ser originales los elementos que la integran, supo captar lo que más les convenía de las arquitecturas bizantina, cristiana, copta, etc.

* El material preferido es el ladrillo o el mampuesto; la piedra se utiliza menos; el yeso y la madera se usan de forma general. Los arcos y las cúpulas tienen con frecuencia un sentido decorativo facilitado por el uso de falsos arcos y falsas cúpulas.

* Las columnas y pilares son los elementos de sostén. Generalmente son delgados pues soportan techumbres de poco peso. Sobre estos elementos van los capiteles. En los primeros tiempos utilizan los de los monumentos visigodos y romanos. Cuando ya en el siglo X tengan que labrarlos expresamente, los hacen como uno corintio con orificios trepanados (de avispero), que además ofrece la novedad de ir grabado con inscripciones religiosas. Los almohades, en el siglo XII, imponen el capitel encintado. Los nazaritas desarrollan en la Alhambra dos variantes: el de mocárabes y el de ataurique, en ambos casos sobre fustes muy delgados que se anillan en la parte superior.

* Por herencia del arte visigodo hispano se adopta en Córdoba el arco de herradura. La prolongación bajo la línea del centro del arco es de medio radio o de dos tercios de radio. Con frecuencia el trasdós está descentrado con respecto al intradós. El despiece del arco puede variar: a veces es radial hasta los riñones del arco, pero generalmente las dovelas se despiezan hacia el punto central de la base del arco. Los arcos lobulados o polilobulados son, partir del siglo X, un elemento constante de decoración. Los arcos cruzados son frecuentes en la Mezquita de Córdoba, e incluso los superpuestos. El arco de herradura apuntado (arco tumido) es de origen oriental.

Complemento indispensable del arco en la arquitectura hispanoárabe es el alfiz, resultado de la unión del dintel y los soportes con que los romanos gustan de encuadrar el arco.

* Los arquitectos árabes utilizan generalmente las bóvedas empleadas anteriormente, aunque no la cúpula. Son abundantes las de crucería, con nervios muy gruesos apoyados en la cornisa, dispuestos por parejas paralelas, con la peculiaridad de que no se cruzan en el centro (clave), sino que dejan un espacio cuadrado o de varias figuras poligonales. Son frecuentes las cúpulas gallonadas, aveneradas, etc. Una variante de la bóveda de nervios es la bóveda calada, en la que los nervios tienen plenamente función sustentante; el plemento desaparece sustituido por vidrio o dejándolo vacío, calado.

* La madera labrada y ornamentada se usa en las cubriciones: artesonados, cubiertas que descansan en el arrocabe, y alfarjes, techumbres planas.

 

 

 

Miniatura con una escena de la vida de Mahoma

 

 

Arco de herradura del Oratorio de la ALjafería (Zaragoza)

 

 

Baños árabes de Bañuelo de Granada

 


2.- Tipología de los edificios y motivos ornamentales

La mezquita es el edificio por excelencia de la arquitectura islámica. en esencia. Además de la función religiosa como casa de oración, es también centro de enseñanza, tribunal de justicia y sitio privilegiado de meditación, solaz espiritual y comunicación entre hombres.

La estructura es sencilla. Presenta una gran sala cubierta (haram) a la que precede un patio porticado (shan), con una fuente (sabil) en el centro para las abluciones. Como el musulmán ha de hacer sus oraciones mirando a La Meca, el muro del fondo (qibla) de la gran sala mira hacia el Oriente (en España están mirando al sur). En la qibla se abre el mihrab o santuario, a modo de pequeño ábside; delante hay un espacio limitado por arquería (maqsura), destinado al soberano, y que, como el mihrab, está ricamente ornamentado. Cerca del mihrab se encuentra el mimbar o púlpito. En el patio se levantan las torres, alminares o minaretes, desde las que el almuédano o muecín llama a los fieles a la oración.

La alcazaba es un castillo defensivo. La madraza era un edificio erigido en torno a un patio central destinado a la enseñanza teológica coránica.

Carácter esencial del arte musulmán es la riqueza decorativa. El monoteísmo islámico condena la impiedad de los ídolos, por lo que se acude a un repertorio decorativo en el que está ausente la decoración. Esta decoración obedece a dos principios: ritmo repetitivo (los motivos se suceden hasta el infinito) y tendencia a la estilización, a la desnaturalización de las formas naturales. Mientras, las fachadas exteriores ofrecen una sorprendente simplicidad que sólo se abandona en las portadas o recubrimientos exteriores de cúpulas. La influencia bizantina es palpable en la elección de temas decorativos, antinaturalistas.

Gozan de predilección los temas decorativos de carácter vegetal estilizados (ataurique). Abundan también las composiciones geométricas, formando estrellas, polígonos y lazos combinados, en seriaciones infinitas (lacería), tanto en madera (artesonados) como en los azulejos (palabra árabe que significa barro vidriado). En combinación con estos puede aparecer la decoración epigráfica formada por caracteres de escritura rectos o cúficos y cursivos o nesjíes. La decoración en forma de mosaico encuentra su mejor logro en el alicatado, constituido por piezas de diversas formas de cerámica dispuestas con ritmo regular. El mocárabe se utiliza como adorno de bóvedas, cornisas, etc.

Toda la arquitectura árabe está complementada con el color, el agua, la luz.
 

 

Bóveda de la capilla Real. Mezquita de Córdoba

 

Mimbar de la mezquita de Córdoba

 

Azulejo árabe


3.- Período cordobés: la mezquita de Córdoba (c.780 hasta finales del X)

La mezquita de Córdoba comienza a construirse hacia el 786, en tiempos de Abd al-Rhamán, durante el emirato independiente. Sufre diferentes ampliaciones hasta que Al Mansur, a finales del X, durante el periodo califal cordobés, hace la última ampliación. En 1523 comienza en su interior la construcción de la catedral cristiana de estilo renacentista.

Con Abd al-Rhamán I se construye la parte más antigua de esta mezquita, una de las obras supremas de todo el arte islámico. El edificio se levanta sobre la basílica visigoda de San Vicente, que comparten, durante los primeros años de ocupación, árabes y cristianos. Cuando en el 786 Abd al-Rhamán I ordena la edificación de la mezquita se derriba esta basílica, aunque no totalmente, pues parece que se aprovecha parte de los viejos muros. También se reutilizan columnas y capiteles romanos y visigodos. Pero estas columnas tienen el inconveniente de su poca altura. Para resolver este problema y el de la luminosidad, se sobreponen a las columnas, sobre cimacios, unos pilares sobre los que cabalgan arcos de medio punto, entibándose tan delgados elementos mediante arcos de herradura. La alternancia de las dovelas (de colores rojo y blanco o bien de materiales, piedra y ladrillo, efecto cuyo antecedente encontramos en el acueducto romano de los Milagros en Mérida) y los modillones de rizos, realzan la belleza de la construcción. La mezquita se ordena en once naves perpendiculares a la qibla, que mira al sur. Se mantendrá esta primitiva disposición, a pesar de que, debido al crecimiento demográfico de la ciudad y a la necesidad de tener un lugar de oración cómodo para los fieles que se congregaban los viernes y días de fiesta habrá que hacer varias ampliaciones.

Abd al-Rhamán II derriba la qibla y alarga la construcción por el lado meridional; da a las naves una mayor longitud. En el 855, bajo Muhammad I, se construye la puerta de San Esteban, que ofrece una nueva disposición del arco. El exterior de la mezquita presenta unos sólidos muros de sillares bien escuadrados, robustecidos con contrafuertes. Se remata con un almenado de formas escalonadas.

Bajo Abd al-Rhamán III se construye el actual minarete, oculto hoy bajo las transformaciones hechas en el siglo XVI, formado por dos cuerpos de planta cuadrada, en decreciente tamaño.

En tiempos de Al-Hakam II (961-969) se lleva a cabo la reforma de mayor suntuosidad. Para ampliarla fue preciso derribar parte de la obra anterior. Se hace ahora el actual mihrab, quedando frente a él una especie de nave transversal o crucero, con cúpulas en el centro y las extremidades, quedando la maqsura delante del mihrab. La extraordinaria portada del mihrab está decorada con mosaicos enviados por el emperador de Constantinopla, aliado del califa cordobés, con temas epigráficos y vegetales. Por respeto a la tradición se conserva el arco de herradura, con hermosas losas de mármol en las jambas. Las cúpulas de la maxura, y del Lucernario o Capilla de Villaviciosa son nervadas, dejando cupulitas gallonadas en los distintos espacios. Capiteles y arcos son típicamente cordobeses. Se combinan inéditos arcos polilobulados, que se entrecruzan y superponen en el aire, con un dovelaje de carácter decorativo.

Por último, Al-Mansur, a finales del siglo X, debido al crecimiento de la población, hace la última ampliación. Pero como en sentido longitudinal hacia el sur ya no se puede hacer pues se llega al Guadalquivir, aumenta el número de naves añadiendo en esta ocasión al lado oriental otras ocho, con lo que se totalizan las diecinueve naves actuales. Consecuencia de ello es que el mihrab queda ahora descentrado. Se usan por primera vez arcos de herradura apuntados.

Los califas cordobeses se hicieron construir lujosas residencias que nos permiten valorar los logros de la arquitectura civil hispano-musulmana. En punto a riqueza no hay nada que pueda competir con el palacio de Medina Azahara, mandado construir por Abd al-Rhamán III, a siete kilómetros de Córdoba, como capital gubernamental. La necesidad de dar al Estado una plataforma político-administrativa que controlara los territorios de al-Andalus y del Magreb, separados por el Estrecho, y prestigiar la dignidad califal hacen que se funde esta ciudad.

Al estilo califal pertenece también la mezquita de Bib-al-Mardum, ahora conocida como ermita del Cristo de la Luz, en Toledo. Sobre una planta de cruz griega inscrita en un cuadrado, se cubren los nueve tramos con bóvedas de nervios de estirpe cordobesa.
 

 

 

 

 

Interior de la mezquita de Córdoba

 

 

 

 

Galería del patio de los naranjos. Mezquita de Córdoba

 

 

 

Capitel de Medina Zahara (Córdoba)

 


4.- Época de los Taifas: la Aljafería de Zaragoza (XI1/3 y 2/3)

A la muerte de Al-Mansur el califato queda desintegrado y la unidad política anterior es sustituida por la fragmentación que representan los diversos reinos de taifas. Se caracteriza esta arquitectura por el recargamiento ornamental, nacido del propósito de emular -encubriendo la debilidad política- el esplendor de la Córdoba califal. Las construcciones son de mampostería y ladrillo, materiales que se ocultan bajo la rica decoración en yeso. El arco de herradura se reserva para el mihrab y surge el arco mixtilíneo compuesto de sectores curvos, rectos y lobulados, que se combinan con afán decorativo. Ejemplo de este período es la Aljafería de Zaragoza.

A la época de los taifas pertenecen otros edificios de interés, tales como las alcazabas de Málaga, Almería y Granada, todas ellas adecuadas a la función de fortalezas que albergan la vivienda del gobernador y acuartelamiento de las guarniciones.

 

 

Ventana de la Aljafería (Zaragoza)

 

 

 

 


5.-
Dinastías africanas: Sevilla (XI3/3 y XIII1/2)

La rivalidad entre los distintos reyezuelos taifas trae como consecuencia la presencia en el Al-Andalus de los almorávides, que aportan el gusto por los mocárabes. Pocas obras quedan en la Península de sus manifestaciones.

Tras el imperio almorávide viene el almohade, que aporta una pureza religiosa mayor y un arte más austero. Se mantiene hasta el inicio de su descomposición tras la derrota que sufren a manos de tropas cristianas en las Navas de Tolosa (1212). Se acentúa la tendencia al enmascaramiento de lo constructivo, valiéndose de la decoración.
 
Hoy se tiende a pensar que es bastante lo que los almohades toman prestado de los almorávides. Por ejemplo, el uso de la cerámica vidriada, los mocárabes, el arco de herradura apuntado (tumido), la preferencia por el pilar cuadrado sobre la columna, son algunos de estos préstamos.

Desprecian el lujo y predican el retorno a la sencillez más extrema. Su ascético rigor religioso se plasma en una arquitectura austera, de ladrillo, con espacios vacíos para descansar la vista. Las paredes de los edificios se decoran con redes de rombos (sebka) que forman amplios paños de simplísima traza, y que surgen del cruzamiento de arcos califales. Extensos paños de sebka, que asemejan colgaduras, pues no en vano se inspiran en motivos textiles, encontramos, por ejemplo, en el minarete de la mezquita de Sevilla -la Giralda-, único resto que conservamos de dicha mezquita, terminado en la última década del siglo XII (será completada la obra en el siglo XVI al añadir el remate que sirve de campanario de la Catedral).

La parte constructiva del arco se cubre de adornos colgantes y festones (arcos de colgadura), de formas puras y geométricas, de manera que no es posible adivinar la estructura tectónica del arco, y que también encontramos en la Giralda.

Se construye el Alcázar de Sevilla, pero es poco lo que nos queda de este momento después de las sucesivas transformaciones que va sufriendo. Es evidente que el Patio del Yeso, decorado con paños de sebka, es de este período.

Otro género de edificios almohades que deben considerarse son las fortificaciones. Se solía organizar dobles murallas en las ciudades, llamándose barbacana a la situada al exterior, y en las que se intercalaban algunas torres avanzadas con el objeto de vigilar lugares estratégicos. Estas torres albarranas pueden colocarse incluso con independencia de la línea amurallada. Bellísimo ejemplo es la sevillana Torre del Oro (1220), construida para cerrar el acceso a la ciudad por el Guadalquivir. Su planta es dodecagonal y está formada por dos cuerpos: el primero en piedra y el segundo en ladrillo.
 

 

 

 

 

Sebka del patio de yeso del Alcazar de Sevilla

 

 

 

 

Torre albarrana. Castillo de Paderne (Albufeira, Portugal).

 


6.- Período nazarí: La Alhambra de Granada (XIII2/3-XV)

1) Características

La severa derrota almohade en las Navas de Tolosa (1212) evidencia el empuje incontestable de los reinos cristianos y resquebraja el poder musulmán, dividiéndolo en nuevos reinos taifas de los que el de Granada, a partir de 1238, es el más rico y poderoso. La arquitectura granadina, pese al aislamiento geográfico del reino, influyó poderosamente en la arquitectura norteafricana y española. Granada se convierte en el más hermoso paraíso de la tierra.

No se ofrecen innovaciones ni en la estructura general del palacio ni en sus motivos decorativos. Lo que resulta totalmente peculiar es la perfección técnica alcanzada y la valiosísima colaboración del paisaje circundante, con la espectacular silueta de Sierra Nevada al fondo de la Alhambra.

Los materiales son deleznables. La arquitectura está hecha para ser utilizada enseguida. Casi todo es mampostería, ladrillo y entramado de madera. La decoración lo remedia todo luego. Pero bajo la ornamentación no hay verdad arquitectónica; es todo falso.

Es común a los edificios nazaríes el descuido de los exteriores mientras una profusa decoración ornamenta los interiores. El arco de herradura se convierte en algo excepcional, y es sustituido por un arco peraltado de silueta acampanada, con finísimos lóbulos, incluso decorado con mocárabes. El arte granadino crea un tipo de columna: un delgado fuste se apoya en basa ática y se cubre con un capitel precedido de varios collarinos. Los socorridos capiteles corintios son sustituidos por modelos llenos de originalidad, con dos cuerpos, uno cilíndrico con decoración de cintas y otro sobrepuesto, de forma cúbica y con frecuente incorporación de mocárabes.

Como cubrición emplean la madera y el yeso, decorados con motivos de lazo y mocárabes. También emplean cúpulas, bóvedas esquifadas, armaduras de par y nudillo o linternas cuajadas de mocárabes. La cerámica de tipo alicatado recubre las partes bajas o zócalos de las estancias, siendo más tarde utilizado generosamente el azulejo, repartido y encuadrado en rectángulos y cuadrados.

2) La Alhambra

En la proa del monte de la Sabika, que corona una de las últimas estribaciones de Sierra Nevada, desde donde se domina la vega y a cuyo pie corre el Darro, se levantaba ya en el siglo IX una fortaleza, que por el color rojo de los ladrillos, torres y murallas recibe el nombre de Calat Alhamrá o Castillo Rojo. Al conjunto se entra a través de la Puerta de la Justicia.

Muhammad (1238-1273) levantó el circuito defensivo de este complejo, situando la alcazaba con un patio de armas para la guarnición en el ángulo más alto y saliente de la colina. También abasteció de agua el encalve, abriendo una acequia con caudal propio desde el río Darro.

El Generalife o Huerto Elevado fue levantado por Muhammad II (1273-1302) como una villa rural, donde jardines ornamentales, huertos y arquitectura se integraban junto a la Alhambra. El Romancero Viejo lo califica de "huerta que par no tenía" y los escritores árabes lo comparan con el jardín paradisíaco que Alá tiene reservado a los justos que mueren en combate.
Es
difícil saber el aspecto original del Generalife, ya que ha ido sufriendo modificaciones y reconstrucciones durante toda la etapa cristiana, debido al abandono en que se encontraba en la última etapa musulmana.

Muhammand III (1302-1309) incorpora la cultura del agua y la jardinería a la meseta de la Alhambra, y ordena construir el Partal. Durante la época árabe albergó numerosos edificios de magnates que vivían en torno al Palacio Real, de los que destaca por su importancia la Torre de las Damas.

Es difícil saber cuando fue construido el mexuar, aunque bien podría pertenecer a los primitivos alcázares nazaríes. Las muchas restauraciones y reconstrucciones que se han realizado hasta nuestros días dificultan saber mucho más.

A lo largo del siglo XIV se construyen los edificios de más alto interés que constituyen el conjunto de la Alhambra, palacio y fortaleza a la vez; "una fortaleza y a la vez una mansión para la alegría", según escribe en sus paredes el poeta Ibn al-Yayyab. La tradición oriental aconsejaba que cada monarca se construyese su propia residencia, y en cumplimiento de esta costumbre, surgen los cuartos que vamos a ver a continuación.

El palacio o cuarto de los Arrayanes, de tiempos de Yusuf I (1334-1354), es la parte más grandiosa de la Alhambra. Este patio tiene pórticos sobre columnas en sus dos frentes más estrechos y un largo estanque central flanqueado de arrayanes y con fuentes en sus extremos. En el testero se levanta el enorme salón del Trono o de Comares, alojado en el interior de una torre. De planta cuadrada, las amplias ventanas que se abren en sus gruesísimos muros son verdaderos gabinetes, en uno de los cuales se encontraba alojado el trono. Los muros, con sus zócalos y su revestimiento de yesería, son ejemplos muy representativos del sistema de decoración descrito. El cuarto de Comares se completa en la parte baja y en lugar contiguo a la torre con las salas de los Baños.

El Cuarto Dorado fue mandado construir ya por Muhammad V (1354-1391), aunque pertenezca al cuarto de Comares.  Con él se entra propiamente en los palacios. Cuando muere su padre, Yusuf I, no solamente acaba las obras de éste, sino que comienza a construir lo que será su gran obra: el cuarto de los Leones. Este cuarto es otro palacio adosado al de Comares Tiene pórticos en sus cuatro frentes a los que se abren otras tantas dependencias: Sala de los Mocárabes, Sala de los Reyes, Sala de los Abencerrajes y Sala de las Dos Hermanas. En los dos más estrechos avanza un pabellón con fuente en su interior, cuyas múltiples columnillas contribuyen a realzar los bellos efectos de luz y perspectiva del conjunto. Estas columnillas son el apoyo de leves arquerías de mocárabes, sobre las que cae el prolongado vuelo de los aleros. Inscripciones con caracteres nesjíes nos evocan aquella vida saturada de encanto y de poesía.

En el eje de los lados mayores del patio se encuentran, de una parte, la sala de los Abencerrajes y de otra, la sala de las Dos Hermanas, así denominada por las dos grandes losas de mármol de su pavimento. Ambas salas están cubiertas por hermosas bóvedas de mocárabes, donde la luz se quiebra y reparte en mil impactos. Al lado de la Sala de las Dos Hermanas está el mirador de Daraja. Desde esta sala el sultán dominaba a sus pies la ciudad de Granada. La construcción que se hizo delante de la sala en tiempos de Carlos V impide hoy ver la vista de la ciudad. Estaba abierta sobre un poético jardín interior.

Estas y otras numerosos lugares se conservan espléndidamente, porque en todo momento los reyes españoles velaron por mantener la Alhambra en buen estado. Las otras construcciones o restos de este período nazarí quedan eclipsados por estos dos monumentos.
 

Armadura del techo de la Alhambra 

 

 

 

 

 

 

 

Alhambra. Decoración en estuco

 

 

 

 

 

 

 

El Partal. Alhambra de Granada