LA CORNISA FRANCO-CANTÁBRICA

 

 

Ciervo de Las Chimeneas (Puente-Viesgo). Cantabria

1.- Marco cronológico y geográfico

2.- Características

3.- Clasificación de las obras

4.- Altamira

5.- Salir

 

Reconstrucción ideal del interior de una cueva del Paleolítico

 


1.- Marco cronológico y geográfico

Los últimos datos arqueológicos señalan que el Homo Sapiens surgió hace unos 195.000 años en África. Las representaciones más antiguas de animales y seres humanos, que parecen en el sudoeste de Alemania y Rusia, son de poco más de hace 40.000 años; es decir, poco después de haber llegado a Europa Central (hace unos 50.000 años), durante un periodo más templado de la Edad de Hielo. Allí se encontró este hombre con poblaciones indígenas de neandertales, desafiados también por un frío que iba en aumento.

Cronológicamente se trata de estudiar las manifestaciones artísticas producidas, dentro de la prehistoria, en el Paleolítico Superior. El inicio se produce durante la etapa auriñaciense y culmina en el magdaleniense. Los grandes santuarios de España y Francia datan de esta época. Las fechas están comprendidas entre los 40/30000 y los 10000 a.C., con una concentración muy marcada entre los años 15.000 y el 10.000. Este período se corresponde con el segundo período de la glaciación de Würm. Hacia el 16000 a.C. la glaciación está en sus cotas más altas. La fauna y flora sufrieron una distribución geográfica diferente a la que hoy conocemos, puesto que tuvo que adaptarse a esta situación de frío generalizado. El hombre del paleolítico superior (Homo sapiens) también tuvo necesidad de esta adaptación en sus formas de vida. En las estaciones de ocupación se han encontrado restos de los grandes vertebrados mejor adaptados al frío, que constituían la base de la economía del paleolítico: ciervo, bisonte, uro (toro salvaje), caballo, cabra, rebeco, ciervo y cabra; la presencia del reno es algo excepcional y ocasional en España.

Geográficamente los yacimientos con restos de pinturas y grabados se sitúan, de modo masivo, en zonas cársticas con existencia de cuevas, por lo que lógicamente no aparecen en antiguas regiones esteparias. La concentración mayor se da en la zona franco-cantábrica, con un clima tal vez más benigno que en otros lugares. Las cuevas encontradas por ahora en la meseta, en Extremadura, en Andalucía o en Levante son poco numerosas. En Francia están localizadas en el centro y sur. Sin embargo, las manifestaciones de arte mobiliar alcanzan una mayor extensión por toda Europa, y llegan hasta Rusia.

En España, los yacimientos tienen una particular incidencia en la provincia de Cantabria. El 7 de julio de 2008, la UNESCO ha declarado Patrimonio de la Humanidad a una serie de cuevas de esta zona, donde, junto a la cueva de Altamira (que veremos con más detenimiento), se encuentran otras más. En Puente Viesgo hay un conjunto de cuevas en torno al monte El Castillo (Castillo, Pasiega, Monedas y Chimeneas) que encierran una de las agrupaciones más destacadas, espectaculares y completas de la secuencia del arte paleolítico. En las proximidades de Ramales se encuentra la cueva de Covalanas. Cerca de San Felices de Buelna está la de Hornos de la Peña, importante por la riqueza y número de sus grabados, aunque carece de pinturas; y cerca de Santander, la cueva de El Pendo. En 1972 se descubre la cueva de Chufín, y en 1995, la galería inferior de la cueva de La Garma, en Omoño,
uno de los mayores yacimientos arqueológicos de Cantabria y uno de los conjuntos paleolíticos más espectaculares de Europa. En esta lista se encuentran también las cuevas asturianas de Tito Bustillo en Rivadesella, con una cronología muy parecida a la de Altamira, la cueva de la Peña en San Román de Candamo, Covaciella en Cabrales, Llonín en Peñamellera Alta y El Pindal en Pimiango. En Vizcaya está incluida la cueva de Santimamiñe y en Guipúzcoa las de Ekain y Altxerri.

Entre las numerosas cuevas de Francia se pueden destacar las de Font de Gaume, Lascaux, Niaux, Combarelles, Trois Freres. La particularidad de Chauvet, descubierta en 1994, estriba en su temprana cronología. Interesante es la cueva de La Cosquer por estar actualmente sumergida en el mar.

Mamut animado

 

Cabeza de toro de Lascaux

 

 

 

 

 

Leonas

Señal

 


2.- Características

 Las primeras manifestaciones artísticas importantes y conocidas pertenecen al Paleolítico Superior y ofrecen tal perfección técnica y corresponden a un período tan avanzado de la historia humana que debemos suponer que las creaciones primordiales se han perdido. Tampoco han llegado hasta nosotros las obras realizadas sobre materiales perecederos (madera, piel, etc.); habría además otras manifestaciones culturales (música, danza, tatuajes, tradiciones orales, etc.). Es decir, el horizonte cultural de estos pueblos era más rico que el que nos ha llegado a nosotros.

  • Aparecen tres tipos de representaciones: signos, manos y figuraciones de animales. La figura humana aparece pocas veces. En los signos se da un geometrismo puro o un figurativismo geométrico. Los animales, a medida que avanza el tiempo, disponen su silueta con un análisis cada vez más preciso, hasta llegar a una identificación total con la morfología anatómica natural. Esto se acentúa con la policromía. Aunque lo más frecuente es la figura del animal con un perfilado simple, no es rara la aparición de pintura en su interior, a veces en forma de tinta plana que cubre toda la figura. La policromía es rara, ya que lo normal es que se utilicen dos colores, uno para el contorno y otro para el interior.

  • Las figuras aparecen yuxtapuestas, de forma amplia o estrecha.

  • A veces aparecen las figuras superpuestas, en apariencia fenómeno opuesto a la yuxtaposición. Es difícil ver en una superposición diacrónica una estratigrafía cronológica

  • El encuadre de las figuras únicas o la primera figura de una serie de imágenes enmarañadas responde a la máxima utilización del campo disponible (diámetro vertical, horizontal, o ambos); o sea, que el artista ha colocado mentalmente la imagen a realizar en la mayor superficie disponible del soporte que puede alcanzar extendiendo el brazo. A veces las figuras aprovechan las formas naturales de la pared para dar cierta idea de volumen y relieve (bisontes de Altamira).

  • A primera vista la mayoría de las figuras están de perfil y parece que en los grandes conjuntos los animales aparecen dispuestos en desorden. No es así; con frecuencia aparece la simetría: simetría en espejo, en la que las dos mitades del tema o de la serie de temas se repiten en posición inversa; es la forma menos numerosa en el paleolítico; la simetría de masas corresponde a una disposición en la cual las dos mitades dispuestas frontalmente, de temas diferentes, pero de masa sensiblemente equivalentes, se equilibran con relación al eje de simetría; la simetría oblicua surge como fórmula de conjunto en casos bastantes numerosos. Simetría oblicua es la inscripción espacial de figuras cuyos puntos homólogos se ordenan según unas líneas oblicuas paralelas cuyo medio coincide con el eje de simetría (sala de los bisontes de Altamira)

  • La figuración del suelo se aborda de tres formas. Suelo no definido: la relación entre los extremos de los miembros y el soporte no está concebida: los extremos de los miembros están eliminados. Suelo lineal: hay figuras que atestiguan la existencia de una relación entre el animal y la línea de suelo, línea que nunca se representa con pintura o grabado. La línea de suelo ficticia se presenta cuando dos animales, al menos, se siguen o se enfrentan de tal manera que sus extremidades (representadas o no) se encuentran sobre una misma línea imaginaria. Suelo en perspectiva: no se representan en el paleolítico vegetales o minerales que nos permitan hablar de paisajismo. La imagen del suelo no es necesario plasmarla visiblemente; lo que interesa es garantizar su presencia mediante el asentamiento de la figura.

  • Animales en posición insólita. Apoyados o no sobre una línea de suelo ficticia o natural, la mayoría de los animales están representados en una actitud natural, con el tronco sensiblemente horizontal y los miembros alejándose de la vertical únicamente en unas proporciones físicamente normales. Existe un porcentaje de figuras que rompen con esta disposición y se presentan verticales con respecto al grupo más numeroso de figuras, o incluso, invertidas. Es la caso del bisonte de El Castillo, pintado y grabado sobre una estalagmita, o del panel de bisontes de Altamira). Son raras las figuras en posición insólita que estén animadas, a excepción de los "bisontes que se revuelcan" de Altamira.

  • La perspectiva varía con el tiempo. El problema consiste en la posibilidad de traducir un espacio tridimensional a un espacio bidimensional; es decir, cómo se pasa del realismo intelectual al realismo óptico. Aunque no es una regla general en la pintura paleolítica, en ocasiones la misma superposición o la yuxtaposición dan una idea amplia de perspectiva. Consideradas las figuras aisladamente, hay casos diferentes: a) perfil absoluto, la figura está vista como desde una infinidad de puntos situados sobre una línea que le sería paralela; es el grado cero de perspectiva; b) perspectiva biangular recta: la figura es vista alternativamente de frente y de perfil (animal con el cuerpo de perfil y los cuernos de frente); cada parte se ve conforme a la regla del trazado más explícito, viéndose la figura desde el ángulo en que sea más fácilmente identificable; c) perspectiva biangular oblicua; la proyección es del orden de 45º; d) perspectiva uniangular; responde a la perspectiva lineal de las artes clásicas: un solo punto de vista generalmente delante o detrás de la figura (cierva de Altamira).

  • La animación no es rara en el paleolítico, aunque los animales están en su mayoría inmóviles. Se hace presente mediante figuras aisladas, incluso aunque haya muchas figuras animadas en un mismo conjunto. Se han tomado como elemento de animación respecto de una figura, todos los detalles que permiten restituir una secuencia espacio-temporal. La animación simétrica está atestiguada por escasos ejemplos (jabalí de Altamira). La animación segmentaria, es decir, limitada a una parte del cuerpo, aparece por ejemplo, en la forma de colocar la cabeza y/o el cuello. Un ejemplo interesante de animación lo constituye el bisonte echado de Altamira, tal vez originado por la necesidad de un encuadre (falta de sitio).

  •  Las escenas. El arte paleolítico no presenta únicamente figuras aisladas, complementadas entre ellas. Hay también auténticas escenas con un propósito narrativo evidente. En la famosa escena del pozo de Lascaux vemos un enfrentamiento entre un cazador y un bisonte, ambos posiblemente heridos, e incluso el hombre con su arma correspondiente. Recientemente el panel de los bisontes de Altamira ha sido considerado como una manada de bisontes en actitudes muy diversas.

 

 

Dibujo imagnirario de pintores del paleolítico

 

 

 

 

 

 

Caballo de Lascaux

 

 

 

 

 

 

 

Pintores de la prehistoria

 

 

 

 


 


3.- Clasificación de las obras

 La clasificación tradicional de las obras encontradas es la siguiente:

a) arte rupestre o parietal: los grabados, esculturas de bajorrelieves, pinturas y dibujos encontrados en las paredes de las cuevas o en abrigos rocosos.

b) arte mobiliar, objetos transportables, en general de reducidas dimensiones: estatuillas, esculturas de relieves sobre cuerno, hueso o marfil, grabados sobre los mismos materiales.

a.- Arte parietal o rupestre

El arte rupestre es el más antiguo que se conserva. Es universal en el tiempo y en el espacio: son pinturas y grabados realizados desde hace 40.000 años hasta casi nuestros días. Aparece en los cinco continentes asociado a la expansión de nuestra especie. Es una innovación de la inteligencia y la comunicación humanas. Son imágenes que acompañan o representan ideas, pensamientos y creencias importantes para aquellas comunidades, tal como hará desde entonces el arte de cualquier época. 

Las figuras se hallan casi siempre muy en el interior de las cuevas. Se realizan con tres tipos de técnicas: pintura, grabado y escultura. Estas técnicas pueden aparecer asociadas entre sí, por ejemplo, pinturas con rebordes grabados con un buril o con aprovechamiento de accidentes naturales. Los colorantes utilizados generalmente son minerales, sobre todo carbón (negro), ocre (rojo) y manganeso (violeta).

    a) Animales. La mayoría del arte rupestre fue obra de comunidades en las que la caza  era importante; por eso aparecen animales bien determinados y propios del paisaje o clima. Pero nunca se representa la fauna completa ni todos los animales representados tenían un papel de primer plano en la vida cotidiana de aquellos hombres. Algunos animales aparecen representados con más frecuencia: caballos, bisontes, mamuts, ciervos, ciervas, cabras montesas, bueyes, renos; como los más numerosos. Otros animales se representan en menor número: osos, leones, rinocerontes, megaceros, carniceros sin precisar, jabalíes, gamuzas, antílope. Además de los mamíferos se pueden añadir pájaros, peces y monstruos (animales compuestos).

    La distribución topográfica revela una clara división de los animales en tres grupos: grandes herbívoros (bisonte, buey, mamut, caballo); pequeños herbívoros (ciervo, cierva, cabra de monte); animales temibles (león, oso, rinoceronte).

Ejemplo del modelado del paleolítico, es el grupo de bisontes en posición de cópula modelados en arcilla de la cueva de Le Tuc d'Audoubert (Francia).

    b) Figuras humanas. Las representaciones de figuras humanas aparecen siempre en menor cantidad que las de los animales. No son representaciones naturales. La figura humana está siempre esquematizada, incompleta, a veces con atributos estandarizados como tocados o ropajes. Las representaciones femeninas explícitas aparecen en pocas cuevas. En varios casos se limita a una vulva. Las representaciones masculinas son más numerosas y de carácter más variado.

    c) Signos. Los signos han servido para poder clasificar todo lo que de forma explícita no es figuración animal o humana clara. Se podrían diferenciar dos tipos de signos: aquellos que parecen reproducir objetos reales (cabañas, trampas, armas, heridas, esquematizaciones del cuerpo humano), y los signos abstractos. Cuando se trata de signos que son reducciones de la figura humana (perfiles femeninos, genitales, manos, etc.) habría que incluirlos dentro de las figuraciones humanas respectivas, aunque sean abreviadas. Los signos abstractos constituyen una de las curiosidades del arte paleolítico y contradicen lo que pudiéramos pensar sobre la rusticidad mental y el realismo visual de los cazadores. Son raros sobre los objetos, en cambio en el arte parietal son abundantes. Han surgido diferentes opiniones sobre qué eran o simbolizaban. A principios de siglo se los puso en relación, por comparación etnográfica, con los primitivos actuales, y se buscó una explicación racional. Se vio en los signos rectangulares formas de tejados, de casas, chozas. Al ver signos alargados se pensó en armas arrojadizas, propulsores. Cuando aparecían ciertos signos sobre los animales se pensó que eran trampas. La interpretación de los signos venía a indicarnos de forma un poco velada las actividades de la vida paleolítica, en relación con la magia simpática (animales de caza) o de repulsa (animales peligrosos) hacia ciertos animales.

    Al analizar estadísticamente los signos (Leroi Gourhan), se observa que hay signos de dos tipos: unos de simples puntos y otros signos alargados; además, cada tipo de signos se encuentra en diferentes zonas de la cueva; había una correspondencia con la distribución de los animales en la cueva.

d) Manos. En algunas cuevas hay impresión de manos. Unas son positivas, al colocar sobre la pared la mano llena de color, otras, sobre todo en el área franco-cantábrica, son negativas, ejecutadas al dar color alrededor de una mano que tiene los dedos abiertos. En El Castillo hay una cincuentena, pero generalmente aparecen las manos aisladas. Es difícil dar una hipótesis sobre su significación. Hay manos derechas e izquierdas (en el Castillo, nueve de cada diez, son izquierdas). El examen de las manos ha llevado a ver que la mayor parte de ellas son manos pequeñas para haber pertenecido a hombres; la mayor parte parecen manos femeninas y, a veces, de niños. En alguna cueva hay manos con dedos cortados o falanges torcidas. Se ha intentado explicar este hecho mediante mutilaciones rituales; también podría deberse a que el sujeto plegase, por alguna razón desconocida, algún dedo en el momento de pintar. Tal vez hayan representado el papel de signos femeninos.

Organización de pinturas y grabados

A primera vista, la diversidad de las cuevas en cuanto a las figuras en ellas representadas, su número y colocación dan la impresión de que no hay orden alguno en los paneles con pinturas o grabados; pero la comparación, panel por panel, lleva rápidamente a la comprobación de una organización espacial, organización imprecisa pero, sin embargo, sensible, con la que el hombre paleolítico expresaba algo. Hay algunos datos que hacen pensar en que estas cuevas con sus pinturas y grabados constituían un auténtico santuario. Y así como encontramos diferencias entre una capilla rural y una catedral en cuanto al número y riqueza de las representaciones, también las hay entre unos santuarios y otros. Covalanas o El Pindal podrían ser un ejemplo de cueva en la que los elementos figurativos se han reducido al mínimo (sería como una capilla rural cristiana); El Castillo o Altamira, por su complejidad, podrían ser comparada con una catedral.

Tras analizar estadísticamente todas las figuras, se puede llegar a ver que hay un esquema de composición binario en la colocación de las figuras, a veces complementado con otra u otras figuras.

1.- El tema más repetido es la combinación caballo(A)-bisonte o buey(B); el animal B constituye generalmente el tema central. A veces la combinación puede ser mamut-bisonte, o mamut-caballo. Es el caso de El Pindal.

2.- Si hay tres animales en la composición, aparece el tema caballo(A)-bisonte o buey(B), más un animal complementario, como puede ser el mamut, la cierva o la cabra de monte. Es el caso de Altamira.

3.- Otras veces la composición está formada por dos animales centrales (bisonte-caballo) y dos complementarios (cabra de monte, ciervo, cierva, reno, mamut). En Las Monedas, la combinación es bisonte-caballo más cabra de monte y reno; en La Pasiega, bisonte-caballo más ciervo y cierva.

Este orden parece confirmarse con la existencia de un esquema semejante en la composición de los signos tenues (masculinos) y plenos (femeninos).

Se podría, tal vez, llegar a reconstruir la disposición de un santuario ideal paleolítico. Lo que no estamos es en disposición de saber, incluso aceptando el carácter religioso del arte, si el rito o la ceremonia consistía en el hecho de ejecutar materialmente las figuras o en algo que se hacía delante de ellas. La colocación de los animales se suele hacer en tres grandes zonas de la cueva: a) en la entrada, b) en las composiciones centrales, sobre los bordes de estas mismas composiciones y en el divertículo, y c) en los pasadizos y el fondo. Se ve que los temas "femeninos" (bisonte, buey, signo femenino) totalizan más del 80% en la parte central; los temas "masculinos" se reparten en la situación periférica con porcentajes muy parecidos, excepto el ciervo. Se da la excepción de la mano, que aparece en la entrada y en el tema central.

Significado de las pinturas

La interpretación más antigua, dada en 1864 por Lartet y Christy, decía que el ser humano, medio animal medio hombre, vivió en un ambiente rico y de fácil caza, sin apenas preocuparse por la existencia. Tenía tiempo libre para dedicarse a embellecer con grabados y pinturas las cuevas en las que habitaba. Esta interpretación de el arte por el arte ha tenido numerosos adeptos con diferentes matizaciones.

Cuando a finales del XIX , por comparación con los aborígenes australianos y los bosquimanos, se afirma que las motivaciones de las pinturas rupestres eran esencialmente mágicas: el hombre del Paleolítico propiciaba la caza mediante la representación de animales y transmitía a las imágenes aquellas acciones (heridas) que se pretendía ejercer sobre el animal real (magia simpática). Las representaciones se situaban en lugares de difícil acceso, equivalente a santuarios, en los que se realizarían ritos y ceremonias religiosas o mágicas.

A partir de esta última interpretación, se pensó en una magia de la fertilidad, propiciatoria de las distintas especies animales, incluida la humana. 

Según Leroi-Gourhan, dichas pinturas serían sistemas de comunicación social que se construyen mediante pictogramas y ideogramas: serían, pues, un intento de transmisión ideológica. Sus hipótesis derivan del estudio de la organización de estas manifestaciones artísticas, ya que las figuras no están dispuestas al azar, sino que mantienen un orden constante; su significado deriva de las asociaciones entre algunos animales, entre animales y símbolos y entre los propios símbolos abstractos. Desde su perspectiva, el arte representaría las ideas de la época sobre lo que es natural y lo que es sobrenatural, y simbolizaría mediante imágenes el principio masculino-femenino de la fecundidad. El problema estriba en saber si estamos ante un sistema de integración o cohesión social que permite uniformar y trasmitir distintas creencias y hábitos a través de lugares centrales de reunión y fácil acceso, o si, por el contrario, estas manifestaciones implican la presencia de grupos privilegiados (los iniciados) o de ritos de iniciación (las huellas infantiles se pueden interpretar como la existencia de ritos de paso a la madurez), que constituyen una prueba de una cierta jerarquía social. La interpretación de Loroi-Gourhan ha despertado duras críticas y han alentado nuevas interpretaciones.

Para Narr y Müller-Karpe, las representaciones pueden representar o conmemorar hechos ocurridos.

Pero la significación del arte paleolítico es todavía un misterio para el hombre actual. En realidad sólo conocemos el esqueleto iconográfico y formal de un mito, de un pensamiento. Pero nos falta conocer el propio mito, su pensamiento, su contenido. Además, hay que pensar que en cada lengua o en cada tiempo, el mismo signo puede tener significado distinto. Para poder saber él significado nos faltan las palabras que acompañaba a estas manifestaciones.
 

 

 

 

 

 

 

Caballo y bisonte de Santimamiñe (Vizcaya)

 

 

 

 

 

 

Signos diversos de la cueva de El Castillo

 

 

 

 

 

 

 

Manos de la cueva de El Castillo

 

 

 

Interior de cueva imaginario

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

b.- Arte mobiliar

El bastón agujereado, tradicionalmente llamado bastón de mando, es una pieza de asta de reno, tallada, provista de un tramo redondo en la parte más resistente. Se ha dado gran cantidad de interpretaciones sobre las posibles funciones que pudo desempeñar. Por comparación con otros pueblos podría servir para enderezar las puntas de flechas y las varillas de materia ósea o de asta por medio del calor. El tema del falo, acompañado a veces de una decoración complicada de signos y animales, es el favorito para la decoración en el magdaleniense. El animal que aparece con más frecuencia es el caballo, seguido del pez, el ciervo, y el reno. Uno de los más bonitos es el encontrado en la cueva del Pendo (Cantabria).

El propulsor, asta de reno que puede alcanzar el diámetro del dedo pulgar, terminado en un extremo con una perforación oval y en el otro por un gancho o prolongación en forma de animal esculpido, tiene la forma de gancho. Parece que servía para lanzar azagayas o arpones. Aparece con relativa frecuencia en todas las regiones. El caballo es el elemento principal de decoración.

Las figuraciones de animales son más raras en la zona franco-cantábrica y más frecuentes en la zona central y este europea, donde son contemporáneas de las representaciones femeninas.

A las figuras femeninas se la denomina "venus paleolítica o venus auriñaciense". Dada la forma desbordante que tienen, a veces se la llama también "venus esteatopigia". Se ha hablado de que unas nalgas tan abultadas serían una reserva de grasa, aunque, parece que las condiciones de necesidad de adaptación a un clima desértico no eran propias del paleolítico. Se puede considerar como una convención artística que se afirma en las figuras, incluso en las que parecen más realistas. La convención consiste en agrupar aproximadamente en un círculo los senos, el abdomen y el pubis. En los dos polos de este círculo imaginario estarían el torso y la cabeza por un lado y las piernas y pies por otro. Surge así una figura que se inscribe en un rombo, cuya cima apenas es desbordada por una reducida cabeza. No es, por tanto, una representación objetiva de la mujer que nos sirva para conseguir medidas antropomórficas. Cuando la figura está grabada en plaquetas o paredes representa una figura entera, simples representaciones del pubis o vulvas, e incluso símbolos abstractos. Corresponden al auriñaciense. La lista de estas "venus" no es muy larga: Brassempouy y Willendorf son quizás los nombres de las más conocidas.

En los escasos relieves de este mismo período auriñaciense predominan también las representaciones femeninas, con la misma esteatopigia; entre todos ellos destaca la realizada sobre piedra caliza y conocida como Dama del cuerno, encontrada en Laussel (Dordoña).

El número de representaciones masculinas es tan reducido que apenas si merece la pena mencionarlo. En Brassempouy aparece un fragmento de estatua aparentemente masculina junto a las figuras femeninas.

 

 

 

 

Propulsor

 

 

 

 

Venus de Willendorf en una mano

 


 

4.- Altamira

Las pinturas de la cueva de Altamira fueron descubiertas por Marcelino Sanz de Sautuola en 1879. Un año después publica un folleto titulado "Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander". Tuvo que recoger gran cantidad de incomprensiones, negaciones abiertas de la autenticidad de las pinturas, tanto en España como fuera de ella. El techo pintado con el panel de bisontes es la obra de arte más célebre del paleolítico, y junto con ciertos paneles de Lascaux y Niaux, la cumbre de la pintura paleolítica.

La cueva tiene unos 270 mts. de larga, variando en muchos tramos su anchura. La prehistoria de Altamira terminó hace 11.000 a.C., al derrumbarse la boca y los seis metros iniciales del techo sobre el área que los humanos del Paleolítico habían usado. Poco antes de esto, los hombres del magdaleniense que allí vivían habían realizado las últimas pinturas, quizás los pequeños bisontes en negro, en lo que ahora se llama el techo de los policromos. Desde entonces, no hubo presencia humana en la cueva hasta el casual hallazgo. La cueva presenta una serie de pinturas y grabados.
Por sus características es un santuario de profundidad mediana y de fácil acceso, salvo para el techo pintado que es de fácil acceso y próximo a la entrada. La cueva ha sufrido numerosas excavaciones, pero desgraciadamente no bien llevadas estratigráficamente. Se puede deducir que fue una cueva de ocupación sin interrupción notable durante todo el paleolítico superior, desde el solutrense hasta el magdaleniense avanzado.
Una datación realizada con C14 ha dado para el magdaleniense antiguo de Altamira una fecha de 13.500 a.C. Esta fecha podría corresponder perfectamente con la de las pinturas del techo de bisontes.
En estas pinturas, como ocurre en todas las demás cuevas prehistóricas, junto a los animales que siempre hemos visto, aparecen también unos signos. Si las figuras de animales nos ofrecen “retratos” de algo conocido por el hombre, los signos no nos muestran nada identificable. ¿Qué nos quieren decir? Hay muchas interpretaciones. ¿Sugieren estructuras de cabañas, o de otro tipo de cercas para los animales?; ¿representan algún tipo de calendario o enumeraciones de algo?; ¿tienen una simbología sexual?; ¿marcan el lugar en el que realizar alguna actividad dentro de la cueva con implicación de las formas que deben realizarse?

Topográficamente, la estructura de la cueva, presenta tres núcleos, con sus galerías de unión. A medida que nos adentramos en la cueva, el tamaño de las figuras disminuye, la técnica se simplifica y el color se limita al negro.

Estas tres áreas se realizaron, posiblemente, de forma simultánea o en breve espacio de tiempo. La concepción unitaria de la cueva en estos tres niveles viene reforzada por la presencia de paralelos formales que permiten suponer la actuación de los mismos artistas en diferentes partes de la cueva. Veamos cada parte con un poco de detenimiento:

  • I.- La primera sala, llamada de los “policromos” , estaba, originariamente, comunicada con el área de habitación de los grupos paleolíticos. Como presentaba problemas de derrumbe, hubo que apuntalarla y reforzarla. Esta obra nos priva ahora de la idea que se tuvo de esta sala durante el Paleolítico. En esta sala primera, se encuentran dos zonas: a la izquierda, se encuentra el gran número de bisontes; a la izquierda, se encuentran pinturas de otra época; a ellos hay que añadir numerosos grabados por toda la sala.
    * La parte izquierda (A) de la sala, y la más conocida, presenta en su techo veintisiete bisontes, cuatro ciervas, un ciervo y dos caballos. La existencia de jabalíes en el techo es discutida. De los tres jabalíes citados, uno está muy desleído, y no puede atribuirse a una especie determinada, aunque parece un bisonte. El segundo, consistente solo en una gran cabeza, fue reinterpretado por Leroi-Gorhan como un caballo. El tercero, el mejor conservado, es en parte un bisonte, con cuernos perfectamente visibles; sin embargo, una serie de grabados y la presencia de varias grietas en la zona del morro, marcan un perfil que sugiere la forma de nun jabalí, por lo que no se puede excluir una doble intención del pintor.
    Hay bisontes machos y hembras; al menos, claramente seis machos y posiblemente cuatro hembras.
    Los tamaños son inferior al natural, -unos dos metros de longitud entre el hocico y el arranque del rabo-, salvo para la gran cierva, que con 250 centímetros, resulta de tamaño natural para su especie.
    Los animales aparecen siempre de perfil, y mirando indistintamente a derecha o izquierda. Cada animal está tratado por separado, sin atención a los demás; sin embargo, salvo un caso, no existen superposiciones; están colocados casi para no tocarse.

    Desde el punto de vista estilístico el techo es de una homogeneidad total. Las figuras están pintadas con negro, rojo y ocres; se aprovechan salientes de las rocas para dar la idea de volumen.
    El tema general bisonte-caballo está completado con un cierto número de temas complementarios. Una gran cierva se encuentra al fondo, acompañada de un pequeño bisonte que le sirve de complemento. Una segunda cierva está metida en el tronco de un caballo (arriba, a la izquierda), y otra cierva está colocada delante de la cabeza grande de caballo del centro. Rodeando esta monumental composición aparecen ciertas figuras marginales, que normalmente en pinturas de un corredor, irían en el fondo: la gran cierva, los signos masculinos, los dos presuntos jabalíes (el de la izquierda bastante hipotético) y un bisonte sin cabeza al final derecho de la serie de los animales normales.

    * A la derecha de la sala (B), hay otra serie de pinturas de aspecto más antiguo y de diferente estilo; son de menor espectacularidad, figuras en general rojas, entre las que predomina el caballo, del que se distinguen al menos diez individuos. Hay también un posible alce y una cabra, así como dos manos humanas positivas en rojo y cuatro negativas de color violeta. Hay también multitud de signos claviformes (más de cuarenta).
    Además de las figuras rojas, hay otra colección de pinturas en negro, entre los que se aprecian claramente cinco caballos, tres cérvidos, dos cápridos, tres bisontes y un bóvido.
    * En todo el techo hay numerosos grabados finos hechos con un buril. se encuentran ciervos, ciervas, cápridos, caballos, bóvidos. Hay también un motivo de grabado, aparentemente no figurativo, como una serie de rallas, como “chozas” o “cometas”. Se encuentran unos setenta en todo el techo. Finalmente, se encuentran al menos ocho antropomorfos, como hombres enmascarados, de perfil, en pie, y con las manos levantadas. La cabeza recuerda a veces un ave.
     

  • II.- En la galería que sigue, hay unas figuras realizadas con los dedos sobre arcilla fresca, conocidos como "macarrones". Entre las intrincadas líneas, se encuentra una cabeza de bisonte. En un pequeño divertículo, bajo una cornisa cercana al suelo, aparecen unos signos escaleriformes, y otros signos de difícil interpretación.
    A la izquierda de esa galería hay una gran sala conocida como La Hoya. Hay una figura de bisonte negro a la entrada, rodeada de figuras de cabras.
    Tras este sala, no hay evidencias artísticas hasta lo más profundo de la cueva.
     

  • III.- La estrecha galería que sigue, conocida como Cola de Caballo, presenta grabados y dibujos. Aparecen signos tectiformes, realizados en negro, con formas cuadradas o rectangulares rellenas de trazos transversales.
    A continuación, se ve una máscara realizada aprovechando el relieve natural de la pared, al que se ha pintado los ojos y la boca, dejando que sea la forma de la pared la que sugiera la forma del animal. Es curioso que estas máscaras aparecen cuando se sale de la galería y no cuando se entra; esto no parece que sea fruto del azar. Podría estar relacionado con ritos de iniciación.
    Los bisontes de esta zona presentan claros paralelos con los bisontes policromados.


Actualmente se ha hecho una reproducción de la cueva para que las personas interesadas puedan tener una idea de lo que, por necesidades de mantenimiento, les gustaría ver en la cueva original.
 

 

 

 

 

D. Juan Vilanova y Piera

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Trabajando en la reproducción de las cuevas