Los últimos datos arqueológicos señalan que el Homo Sapiens surgió hace unos 195.000 años en África. Las representaciones más antiguas de animales y seres humanos, que parecen en el sudoeste de Alemania y Rusia, son de poco más de hace 40.000 años; es decir, poco después de haber llegado a Europa Central (hace unos 50.000 años), durante un periodo más templado de la Edad de Hielo. Allí se encontró este hombre con poblaciones indígenas de neandertales, desafiados también por un frío que iba en aumento. Cronológicamente se trata de estudiar las manifestaciones artísticas producidas, dentro de la prehistoria, en el Paleolítico Superior. El inicio se produce durante la etapa auriñaciense y culmina en el magdaleniense. Los grandes santuarios de España y Francia datan de esta época. Las fechas están comprendidas entre los 40/30000 y los 10000 a.C., con una concentración muy marcada entre los años 15.000 y el 10.000. Este período se corresponde con el segundo período de la glaciación de Würm. Hacia el 16000 a.C. la glaciación está en sus cotas más altas. La fauna y flora sufrieron una distribución geográfica diferente a la que hoy conocemos, puesto que tuvo que adaptarse a esta situación de frío generalizado. El hombre del paleolítico superior (Homo sapiens) también tuvo necesidad de esta adaptación en sus formas de vida. En las estaciones de ocupación se han encontrado restos de los grandes vertebrados mejor adaptados al frío, que constituían la base de la economía del paleolítico: ciervo, bisonte, uro (toro salvaje), caballo, cabra, rebeco, ciervo y cabra; la presencia del reno es algo excepcional y ocasional en España.
Geográficamente los
yacimientos con restos de pinturas y grabados se sitúan, de modo masivo, en
zonas cársticas con existencia de cuevas, por lo que lógicamente no aparecen
en antiguas regiones esteparias. La concentración mayor se da en la zona
franco-cantábrica, con un clima tal vez más benigno que
en otros lugares.
Las cuevas encontradas por ahora en la
meseta, en Extremadura, en
Andalucía o en
Levante son poco numerosas. En Francia
están localizadas en el centro y sur. Sin
embargo, las
manifestaciones de arte mobiliar alcanzan una mayor extensión por toda Europa,
y llegan hasta Rusia. Entre las numerosas cuevas de Francia se pueden destacar las de Font de Gaume, Lascaux, Niaux, Combarelles, Trois Freres. La particularidad de Chauvet, descubierta en 1994, estriba en su temprana cronología. Interesante es la cueva de La Cosquer por estar actualmente sumergida en el mar.
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a.- Arte parietal o rupestre El arte rupestre es el más antiguo que se conserva. Es universal en el tiempo y en el espacio: son pinturas y grabados realizados desde hace 40.000 años hasta casi nuestros días. Aparece en los cinco continentes asociado a la expansión de nuestra especie. Es una innovación de la inteligencia y la comunicación humanas. Son imágenes que acompañan o representan ideas, pensamientos y creencias importantes para aquellas comunidades, tal como hará desde entonces el arte de cualquier época. Las figuras se hallan casi siempre muy en el interior de las cuevas. Se realizan con tres tipos de técnicas: pintura, grabado y escultura. Estas técnicas pueden aparecer asociadas entre sí, por ejemplo, pinturas con rebordes grabados con un buril o con aprovechamiento de accidentes naturales. Los colorantes utilizados generalmente son minerales, sobre todo carbón (negro), ocre (rojo) y manganeso (violeta). a) Animales. La mayoría del arte rupestre fue obra de comunidades en las que la caza era importante; por eso aparecen animales bien determinados y propios del paisaje o clima. Pero nunca se representa la fauna completa ni todos los animales representados tenían un papel de primer plano en la vida cotidiana de aquellos hombres. Algunos animales aparecen representados con más frecuencia: caballos, bisontes, mamuts, ciervos, ciervas, cabras montesas, bueyes, renos; como los más numerosos. Otros animales se representan en menor número: osos, leones, rinocerontes, megaceros, carniceros sin precisar, jabalíes, gamuzas, antílope. Además de los mamíferos se pueden añadir pájaros, peces y monstruos (animales compuestos). La distribución topográfica revela una clara división de los animales en tres grupos: grandes herbívoros (bisonte, buey, mamut, caballo); pequeños herbívoros (ciervo, cierva, cabra de monte); animales temibles (león, oso, rinoceronte). Ejemplo del modelado del paleolítico, es el grupo de bisontes en posición de cópula modelados en arcilla de la cueva de Le Tuc d'Audoubert (Francia). b) Figuras humanas. Las representaciones de figuras humanas aparecen siempre en menor cantidad que las de los animales. No son representaciones naturales. La figura humana está siempre esquematizada, incompleta, a veces con atributos estandarizados como tocados o ropajes. Las representaciones femeninas explícitas aparecen en pocas cuevas. En varios casos se limita a una vulva. Las representaciones masculinas son más numerosas y de carácter más variado. c) Signos. Los signos han servido para poder clasificar todo lo que de forma explícita no es figuración animal o humana clara. Se podrían diferenciar dos tipos de signos: aquellos que parecen reproducir objetos reales (cabañas, trampas, armas, heridas, esquematizaciones del cuerpo humano), y los signos abstractos. Cuando se trata de signos que son reducciones de la figura humana (perfiles femeninos, genitales, manos, etc.) habría que incluirlos dentro de las figuraciones humanas respectivas, aunque sean abreviadas. Los signos abstractos constituyen una de las curiosidades del arte paleolítico y contradicen lo que pudiéramos pensar sobre la rusticidad mental y el realismo visual de los cazadores. Son raros sobre los objetos, en cambio en el arte parietal son abundantes. Han surgido diferentes opiniones sobre qué eran o simbolizaban. A principios de siglo se los puso en relación, por comparación etnográfica, con los primitivos actuales, y se buscó una explicación racional. Se vio en los signos rectangulares formas de tejados, de casas, chozas. Al ver signos alargados se pensó en armas arrojadizas, propulsores. Cuando aparecían ciertos signos sobre los animales se pensó que eran trampas. La interpretación de los signos venía a indicarnos de forma un poco velada las actividades de la vida paleolítica, en relación con la magia simpática (animales de caza) o de repulsa (animales peligrosos) hacia ciertos animales. Al analizar estadísticamente los signos (Leroi Gourhan), se observa que hay signos de dos tipos: unos de simples puntos y otros signos alargados; además, cada tipo de signos se encuentra en diferentes zonas de la cueva; había una correspondencia con la distribución de los animales en la cueva. d) Manos. En algunas cuevas hay impresión de manos. Unas son positivas, al colocar sobre la pared la mano llena de color, otras, sobre todo en el área franco-cantábrica, son negativas, ejecutadas al dar color alrededor de una mano que tiene los dedos abiertos. En El Castillo hay una cincuentena, pero generalmente aparecen las manos aisladas. Es difícil dar una hipótesis sobre su significación. Hay manos derechas e izquierdas (en el Castillo, nueve de cada diez, son izquierdas). El examen de las manos ha llevado a ver que la mayor parte de ellas son manos pequeñas para haber pertenecido a hombres; la mayor parte parecen manos femeninas y, a veces, de niños. En alguna cueva hay manos con dedos cortados o falanges torcidas. Se ha intentado explicar este hecho mediante mutilaciones rituales; también podría deberse a que el sujeto plegase, por alguna razón desconocida, algún dedo en el momento de pintar. Tal vez hayan representado el papel de signos femeninos. Organización de pinturas y grabados A primera vista, la diversidad de las cuevas en cuanto a las figuras en ellas representadas, su número y colocación dan la impresión de que no hay orden alguno en los paneles con pinturas o grabados; pero la comparación, panel por panel, lleva rápidamente a la comprobación de una organización espacial, organización imprecisa pero, sin embargo, sensible, con la que el hombre paleolítico expresaba algo. Hay algunos datos que hacen pensar en que estas cuevas con sus pinturas y grabados constituían un auténtico santuario. Y así como encontramos diferencias entre una capilla rural y una catedral en cuanto al número y riqueza de las representaciones, también las hay entre unos santuarios y otros. Covalanas o El Pindal podrían ser un ejemplo de cueva en la que los elementos figurativos se han reducido al mínimo (sería como una capilla rural cristiana); El Castillo o Altamira, por su complejidad, podrían ser comparada con una catedral. Tras analizar estadísticamente todas las figuras, se puede llegar a ver que hay un esquema de composición binario en la colocación de las figuras, a veces complementado con otra u otras figuras. 1.- El tema más repetido es la combinación caballo(A)-bisonte o buey(B); el animal B constituye generalmente el tema central. A veces la combinación puede ser mamut-bisonte, o mamut-caballo. Es el caso de El Pindal. 2.- Si hay tres animales en la composición, aparece el tema caballo(A)-bisonte o buey(B), más un animal complementario, como puede ser el mamut, la cierva o la cabra de monte. Es el caso de Altamira. 3.- Otras veces la composición está formada por dos animales centrales (bisonte-caballo) y dos complementarios (cabra de monte, ciervo, cierva, reno, mamut). En Las Monedas, la combinación es bisonte-caballo más cabra de monte y reno; en La Pasiega, bisonte-caballo más ciervo y cierva. Este orden parece confirmarse con la existencia de un esquema semejante en la composición de los signos tenues (masculinos) y plenos (femeninos). Se podría, tal vez, llegar a reconstruir la disposición de un santuario ideal paleolítico. Lo que no estamos es en disposición de saber, incluso aceptando el carácter religioso del arte, si el rito o la ceremonia consistía en el hecho de ejecutar materialmente las figuras o en algo que se hacía delante de ellas. La colocación de los animales se suele hacer en tres grandes zonas de la cueva: a) en la entrada, b) en las composiciones centrales, sobre los bordes de estas mismas composiciones y en el divertículo, y c) en los pasadizos y el fondo. Se ve que los temas "femeninos" (bisonte, buey, signo femenino) totalizan más del 80% en la parte central; los temas "masculinos" se reparten en la situación periférica con porcentajes muy parecidos, excepto el ciervo. Se da la excepción de la mano, que aparece en la entrada y en el tema central. Significado de las pinturas La interpretación más antigua, dada en 1864 por Lartet y Christy, decía que el ser humano, medio animal medio hombre, vivió en un ambiente rico y de fácil caza, sin apenas preocuparse por la existencia. Tenía tiempo libre para dedicarse a embellecer con grabados y pinturas las cuevas en las que habitaba. Esta interpretación de el arte por el arte ha tenido numerosos adeptos con diferentes matizaciones. Cuando a finales del XIX , por comparación con los aborígenes australianos y los bosquimanos, se afirma que las motivaciones de las pinturas rupestres eran esencialmente mágicas: el hombre del Paleolítico propiciaba la caza mediante la representación de animales y transmitía a las imágenes aquellas acciones (heridas) que se pretendía ejercer sobre el animal real (magia simpática). Las representaciones se situaban en lugares de difícil acceso, equivalente a santuarios, en los que se realizarían ritos y ceremonias religiosas o mágicas. A partir de esta última interpretación, se pensó en una magia de la fertilidad, propiciatoria de las distintas especies animales, incluida la humana. Según Leroi-Gourhan, dichas pinturas serían sistemas de comunicación social que se construyen mediante pictogramas y ideogramas: serían, pues, un intento de transmisión ideológica. Sus hipótesis derivan del estudio de la organización de estas manifestaciones artísticas, ya que las figuras no están dispuestas al azar, sino que mantienen un orden constante; su significado deriva de las asociaciones entre algunos animales, entre animales y símbolos y entre los propios símbolos abstractos. Desde su perspectiva, el arte representaría las ideas de la época sobre lo que es natural y lo que es sobrenatural, y simbolizaría mediante imágenes el principio masculino-femenino de la fecundidad. El problema estriba en saber si estamos ante un sistema de integración o cohesión social que permite uniformar y trasmitir distintas creencias y hábitos a través de lugares centrales de reunión y fácil acceso, o si, por el contrario, estas manifestaciones implican la presencia de grupos privilegiados (los iniciados) o de ritos de iniciación (las huellas infantiles se pueden interpretar como la existencia de ritos de paso a la madurez), que constituyen una prueba de una cierta jerarquía social. La interpretación de Loroi-Gourhan ha despertado duras críticas y han alentado nuevas interpretaciones. Para Narr y Müller-Karpe, las representaciones pueden representar o conmemorar hechos ocurridos. Pero la significación del arte paleolítico es todavía un
misterio para el hombre actual. En realidad sólo conocemos el esqueleto
iconográfico y formal de un mito, de un pensamiento. Pero nos falta conocer el propio mito,
su pensamiento, su
contenido. Además, hay que pensar que en cada lengua o en cada tiempo, el mismo
signo puede tener significado distinto. Para poder saber él significado nos
faltan las palabras que acompañaba a estas manifestaciones. |
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El bastón agujereado, tradicionalmente llamado bastón de mando, es una pieza de asta de reno, tallada, provista de un tramo redondo en la parte más resistente. Se ha dado gran cantidad de interpretaciones sobre las posibles funciones que pudo desempeñar. Por comparación con otros pueblos podría servir para enderezar las puntas de flechas y las varillas de materia ósea o de asta por medio del calor. El tema del falo, acompañado a veces de una decoración complicada de signos y animales, es el favorito para la decoración en el magdaleniense. El animal que aparece con más frecuencia es el caballo, seguido del pez, el ciervo, y el reno. Uno de los más bonitos es el encontrado en la cueva del Pendo (Cantabria). El propulsor, asta de reno que puede alcanzar el diámetro del dedo pulgar, terminado en un extremo con una perforación oval y en el otro por un gancho o prolongación en forma de animal esculpido, tiene la forma de gancho. Parece que servía para lanzar azagayas o arpones. Aparece con relativa frecuencia en todas las regiones. El caballo es el elemento principal de decoración. Las figuraciones de animales son más raras en la zona franco-cantábrica y más frecuentes en la zona central y este europea, donde son contemporáneas de las representaciones femeninas. A las figuras femeninas se la denomina "venus paleolítica o venus auriñaciense". Dada la forma desbordante que tienen, a veces se la llama también "venus esteatopigia". Se ha hablado de que unas nalgas tan abultadas serían una reserva de grasa, aunque, parece que las condiciones de necesidad de adaptación a un clima desértico no eran propias del paleolítico. Se puede considerar como una convención artística que se afirma en las figuras, incluso en las que parecen más realistas. La convención consiste en agrupar aproximadamente en un círculo los senos, el abdomen y el pubis. En los dos polos de este círculo imaginario estarían el torso y la cabeza por un lado y las piernas y pies por otro. Surge así una figura que se inscribe en un rombo, cuya cima apenas es desbordada por una reducida cabeza. No es, por tanto, una representación objetiva de la mujer que nos sirva para conseguir medidas antropomórficas. Cuando la figura está grabada en plaquetas o paredes representa una figura entera, simples representaciones del pubis o vulvas, e incluso símbolos abstractos. Corresponden al auriñaciense. La lista de estas "venus" no es muy larga: Brassempouy y Willendorf son quizás los nombres de las más conocidas. En los escasos relieves de este mismo período auriñaciense predominan también las representaciones femeninas, con la misma esteatopigia; entre todos ellos destaca la realizada sobre piedra caliza y conocida como Dama del cuerno, encontrada en Laussel (Dordoña). El número de representaciones masculinas es tan reducido que apenas si merece la pena mencionarlo. En Brassempouy aparece un fragmento de estatua aparentemente masculina junto a las figuras femeninas.
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Las pinturas de la cueva de Altamira fueron descubiertas por Marcelino Sanz de Sautuola en 1879. Un año después publica un folleto titulado "Breves apuntes sobre algunos objetos prehistóricos de la provincia de Santander". Tuvo que recoger gran cantidad de incomprensiones, negaciones abiertas de la autenticidad de las pinturas, tanto en España como fuera de ella. El techo pintado con el panel de bisontes es la obra de arte más célebre del paleolítico, y junto con ciertos paneles de Lascaux y Niaux, la cumbre de la pintura paleolítica. La
cueva tiene unos 270
mts. de larga,
variando en muchos tramos su anchura. La prehistoria
de Altamira terminó hace 11.000 a.C., al derrumbarse la boca y los seis metros
iniciales del techo sobre el área que los humanos del Paleolítico habían usado.
Poco antes de esto, los hombres del magdaleniense que allí vivían habían
realizado las últimas pinturas, quizás los pequeños bisontes en negro, en lo que
ahora se llama el techo de los policromos. Desde entonces, no hubo presencia
humana en la cueva hasta el casual hallazgo. La cueva presenta una serie de
pinturas y grabados. Topográficamente, la estructura de la cueva, presenta tres núcleos, con sus galerías de unión. A medida que nos adentramos en la cueva, el tamaño de las figuras disminuye, la técnica se simplifica y el color se limita al negro. Estas tres áreas se realizaron, posiblemente, de forma simultánea o en breve espacio de tiempo. La concepción unitaria de la cueva en estos tres niveles viene reforzada por la presencia de paralelos formales que permiten suponer la actuación de los mismos artistas en diferentes partes de la cueva. Veamos cada parte con un poco de detenimiento:
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